La imponente y al mismo tiempo decadente Lisboa fue hogar de fenicios, griegos y cartagineses hasta la llegada de los romanos. Bajo el Imperio Romano recibió el nombre de Olisipo y se convirtió en capital de Lusitania. Tras su caída, pasó a ser parte del reino de los suevos hasta la llegada de los visigodos. Fue invadida por los musulmanes junto a la mayor parte de la península ibérica, permaneciendo bajo su dominio hasta que los cristianos reconquistaron la ciudad en 1147. Recibió su primer fuero en 1179 y se convirtió en capital de Portugal en 1255. Ese hecho provocó su crecimiento y embellecimiento, que fue mayor en los siglos XV y XVI con la Era de los Descubrimientos. La ciudad cambió para siempre tras el destructivo Terremoto de Lisboa de 1755. La reconstrucción siguió el estilo de aquellos tiempos, lo que dotó a la urbe de mayor modernidad. Lisboa es conocida como la ciudad de las siete colinas en referencia a São Jorge, São Vicente, São Roque, Santo André, Santa Catarina, Chagas y Sant'Ana. Sus ondulaciones y el estuario del Tajo han hecho de la capital portuguesa una ciudad muy especial en la que disfrutar de impresionantes vistas.
Alfama es uno de los barrios imprescindibles de Lisboa. Entre calles empinadas te encuentras el Castillo de San Jorge, la Casa dos Bicos, el Panteón Nacional, el mirador Portas de Sol, el de Santa Lucía o el jardin Botto Machado. Por si fuera poco, en Alfama se alza la Iglesia de San Vicente de Fora, de estilo renacentista, en cuya parte trastera se encuentra el viejo refectorio que fue convertido en el panteón de los Braganza, dinastía que reinó en Portugal hasta la caída de la Monarquía en 1910.
Otro de los barrios imprescindibles es el Chiado, el más bohemio de Lisboa. Además de cafeterías y tiendas encantadoras se puede visitar el Convento do Carmo, cuyas ruinas atestiguan la destrucción del Terremoto de 1755 y que acoge el Museo Arqueológico. El Barrio Alto ofrece vida nocturna y gastronomía, además de buenas vistas desde el mirador de San Pedro de Alcántara. De la zona alta se puede bajar a La Baixa por el Elevador de Santa Justa, un ascensor que alcanza los 45 metros de altura y desde el que también se tienen buenas vistas. En la Baixa se encuentra la Avenida da Liberdade y la Plaza de Rossio (Plaza Don Pedro IV), así como la Plaza de Figueira y por supuesto la Plaza del Comercio, la más emblemática de Lisboa y el lugar perfecto para asomarse al Tajo.
Un lugar interesante es el Palacio de Ajuda, antigua residencia de la Familia Real Portuguesa reconvertida en museo, además de la Catedral de Lisboa o la Basílica da Estrela. Aunque no hay visita completa a Lisboa sin ver el Puente 25 de Abril, el Monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belém, fortaleza de 1515 que fue prisión, faro y aduana y que merece la pena ver tanto por dentro como por fuera. Probar los pasteles de Belém, admirar el Monumento a los Descubrimientos de 56 metros de altura y tomar el Tranvía 28 para recorrer la ciudad son otros de los imprescindibles de Lisboa.