La historia de Nueva York no es tan reciente al haber estado habitada por la tribu de los Lenape antes de la colonización europea, aunque no surgió como ciudad hasta que en 1614 se instalaron los neerlandeses y el jefe del asentamiento, Peter Minuit, compró Manhattan a los Lenape y renombró al lugar como Nieuw Amsterdam (Nuevo Amsterdam). El sueño holandés no duró mucho, ya que en 1664 los británicos conquistaron el territorio y lo llamaron Nueva York en honor al Duque de York y de Albany, el que después fue Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia, último varón reinante de la dinastía Estuardo. Poco a poco logró convertirse en una gran ciudad que llegó a ser capital de Estados Unidos a finales del siglo XVIII durante cinco años, honor que perdió en favor de Washington. Pero Nueva York no necesitó ser capital para crecer y desarrollarse hasta convertirse en una de las ciudades más pobladas e importantes del mundo, una urbe de rascacielos y arte que atrae cada año a millones de personas atraídas por sus encantos.
Nueva York se divide en cinco distritos. Manhattan es el más importante y conocido de ellos, donde se encuentran la mayor parte de los rascacielos y que supone el centro financiero. Brooklyn es el barrio más alternativo y que bien merece una visita. Queens tiene su encanto, al igual que Staten Island, el distrito más olvidado de Nueva York, pero no por ello menos interesante. Finalmente, el Bronx, el barrio más multicultural junto a Queens, donde nacieron el rap y el hip hop, no solo es un barrio curioso por sí mismo, sino que alberga el Yankee Stadium, que hará las delicias de los amantes del béisbol.
La isla Manhattan es una ciudad dentro de otra ciudad. La conocida como la Gran Manzana cuenta con innumerables lugares de interés empezando por Times Square. Visitado de día y de noche para ver los carteles a la luz del sol o los neones cuando la luna ha hecho ya su aparición. Además de ser el epicentro de Manhatan, aquí se celebra el Fin de Año en Nueva York. Las calles de la isla son otro de sus atractivos, empezando por la Quinta Avenida, que cruza Manhattan de norte a sur y que acoge tiendas tan lujosas e icónicas como Tiffany & Co. Recorrer la Quinta Avenida debería ser obligatorio para todo visitante. Pero hay mucho más en Manhattan, como la Grand Central Terminal, estación que ha sido retratada en series y películas y que enamora con su reloj colocado en la parte central.
¿Qué sería Nueva York sin sus emblemáticos rascacielos? Los imprescindibles son el Rockefeller Center con su Top of the Rock y el Empire State Building. El Rockeller tiene numerosas tiendas y restaurantes, siendo su atracción principal el Top of the Rock, el mirador más imponente de la ciudad, y el lugar desde donde mejor se ve el Empire State Building. Este otro rascacielos, mucho más icónico, ofrece también unas vistas espectaculares, sobre todo en la puesta de sol, cuando empiezan a encenderse las luces de Nueva York, la ciudad que nunca duerme. Entre tanto edificio, nada mejor que descansar en la naturaleza, y para ello el mejor lugar es Central Park, un parque descomunalmente grande que es un monumento en sí mismo con lagos, fuentes, estatuas y mucha vegetación. Por su parte, los mejores museos son el de Historia Natural, El Museo Metropolitano de Arte (MET), donde cada año se organiza una famosa gala que atrae a numerosas celebrities. Otro interesante museo es el MOMA, Museo de Arte Moderno, así como el Museo Solomon R. Guggenheim.
Otros sitios que merecen ser visitados son la Catedral de San Patricio, que contrasta al estar rodeada de grandes edificaciones modernas, el Edificio Flatiron, o Madison Square Garden. No dudes en pasear por High Line y acercarte a Chelsea Market, caminar por el Puente de Brooklyn, conocer Harlem, recorrer el lujoso Upper East Side, disfrutar de la Biblioteca Pública, descansar en Bryant Park o disfrutar en Broadway con sus teatros con los mejores musicales del mundo. Además de Wall Street, centro financiero, conviene pasarse por el Memorial, Museo del 11-S y One World Observatory para recordar el 11-S. No puedes irte sin ver la Estatua de la Libertad, sea de cerca o desde los barcos que recorren de orilla a orilla los distritos de Nueva York, una ciudad inolvidable.