Aunque Lisboa es lo suficientemente fascinante como para estar varios días descubriéndola, en los alrededores también hay destinos muy interesantes que pueden ayudar a completar la escapada a la capital de Portugal. Además de Sintra o Cascais, que suelen ser los planes típicos que hacen los turistas cerca de la ciudad, yéndose un poco más lejos también se encuentra otro rincón verdaderamente sorprendente.
Hablamos de Setúbal, localizada en la desembocadura del río Sado y uno de los puntos playeros más importantes de todo el país. Los portugueses siempre han mirado al Atlántico con ambición, soñando con las maravillas que les aguardaban al otro lado del océano, y en ocasiones olvidaban que ellos ya contaban con auténticas joyas dentro de sus fronteras terrestres. Tal es el caso de Setúbal, cuyas playas en nada tienen que envidiar a las del Caribe, además que esta oferta de sol y playa se complementa con visitas culturales y una gastronomía deliciosa.
Cómo llegar a Setúbal
A pesar de que sea un rincón paradisíaco, llegar a Setúbal desde Lisboa es muy sencillo porque no es un lugar tan recóndito como se puede pensar cuando se ven fotos de sus playas. Existen líneas de tren que en una hora u hora y media conectan ambas ciudades, ya sea desde la estación de Sete Rios o desde la de Roma-Areeiro. El billete no es excesivamente caro, porque ronda los 5€ por trayecto, aproximadamente. Por su parte, hay turistas que deciden recorrer los casi cincuenta kilómetros que separan Setúbal de Lisboa a través de su propio coche o de alguno de alquiler, una vía algo más rápida que el tren y que te permite moverte después con más facilidad en la zona. Una visita de un día para disfrutar de la brisa marina y la arena fina es más que suficiente, pero si eres un apasionado de la playa puedes aprovechar y quedarte unos días en algún hotel de la zona.
Las mejores playas de Setúbal
Uno de los motivos por los que deberías quedarte varios días en Setúbal es conocer en profundidad el Parque Natural de la Arrábida. Está integrado dentro de la sierra de la que recibe su nombre y en él se encuentran algunas de las principales playas a las que se acercan los turistas de la ciudad. Entre todas ellas, despunta la Playa de Galapinhos, que en 2017 fue elegida como la mejor playa de Europa. Rodeada de una frondosa y verde vegetación que hay que cruzar para llegar hasta su arena dorada, zambullirse en sus aguas cristalinas te hará sentir como en el mismísimo Caribe, pero sin haber cruzado el Atlántico para llegar hasta él. Además, sorprendentemente el agua mantiene una temperatura constante a lo largo de todo el año, entre los 18 y 20 grados, por lo que no es extraño encontrar bañistas durante el invierno u otoño.
Otra de las playas por la que también hay que pasar es la de Coelhos, de inspiración caribeña como la anterior. Se integra también dentro del Parque Natural de la Arrábida, por lo que su acceso es a través de senderos naturales, pero merece la pena sufrir la inclinada caminata para llegar hasta esta tranquila cala localizada al pie de la sierra. Bastante más turística es la Playa de Creiro, ya que dispone de alquiler de sombrillas, aparcamiento o restaurantes, por lo que no es tan auténtica y singular como las anteriores, pero no por ello ha perdido belleza. Lo más singular de Creiro es el islote de Montañnha Branca que se ubica frente a la arena blanca y al que muchos acuden nadando.
Al final de una carretera complicada se encuentra Playa de Portinho da Arrábida, otra de las imprescindibles. En 2007 fue calificada como una de las 7 Maravillas Naturales de Portugal, por lo que es casi obligatorio pasar por ella y darse un baño en sus aguas transparentes. Portinho da Arrábida está rodeada de coquetas casitas en las que unos pocos privilegiados a los que muchos bañistas envidian pueden disfrutar de ella durante todo el año. Otras de las playas que se pueden disfrutar en el Parque Natural de la Arrábida son las de Galapos, que se caracteriza por su ambiente caribeño, Alpertuche, donde las piedras sustituyen a la arena fina de las otras calas, Albarquel, con un prominente saliente rocoso de lo más llamativo, o la Playa de Figuerinha, cuya ambiente masificado resta valor a sus azules aguas.
Además de las playas de la Sierra de la Arrábida, un ferry que sale desde el puerto de Setúbal acerca a los turistas en poco más de 20 minutos hasta las calas de la Península de Troia. Se trata de una zona un tanto exclusiva con precios algo elevados, pero darse un baño en el mar es gratis. A todos los visitantes les llama la atención los altos edificios de apartamentos, el casino, el centro de congresos y, sobre todo, el puerto marítimo, donde los yates son los protagonistas. Sin embargo, esta aglomeración urbanística no ha afectado a las playas de Troia, que permanecen prácticamente intactas, pudiendo optar por dos. Por una parte, encontramos la playa fluvial, donde el agua siempre es más cálido y tranquilo, además que las vistas desde aquí a Setúbal y la Sierra de la Arrábida son espectaculares. Para los que prefieren aguas más frías, siempre les queda la playa marítima, separada por algo más de 500 metros de la anterior y con largos metros de arenal blanco y fino.
La Reserva Natural del Estuario del Sado
Otro de los rincones naturales que ningún turista puede perderse es la Reserva Natural del Estuario del Sado. Aunque descubrir las playas de Setúbal y la Península de Troia es fundamental, también lo es adentrarse en esta joya heredada de la naturaleza, donde la principal atracción turística es la colonia de delfines que habita en las aguas del estuario. Conocidos por los pescadores de la zona como " roedores corvineros " porque roen las redes de pesca y se alimentan de corvinas, se les puede contemplar libremente gracias al barco que recorre esta reserva natural. Sin duda, una experiencia mágica más que hace posible que el viaje a Setúbal sea inolvidable. Además, más de 200 especies de aves anidan y habitan temporalmente en la marisma, como las cigüeñas blancas, y la huella del hombre se aprecia en la superficie a través de los arrozales.
Qué ver en Setúbal: visitas culturales
Aunque tal y como habrás comprobado la principal atracción turística de Setúbal son las playas que se encuentran en ella y sus alrededores, lo cierto es que también se puede reservar algo de tiempo para hacer alguna visita cultural. El centro histórico se encuentra dividido por dos murallas, la medieval y la del siglo XVI, y en él sobresalen los edificios de estilo gótico y barroco. El principal monumento de la ciudad es el Convento de Jesús, cuya arquitectura puede recordar a la de Los Jerónimos de Lisboa porque ambos comparten el estilo gótico manuelista, aunque el de Setúbal es anterior y originario. Otro monumento religioso por el que hay que pasar es la Iglesia de Santa María de Graça, que ejerce la función de catedral de la ciudad. Es un templo sencillo de estilo renacentista cuyo interior queda decorado con azulejos y frescos.
Entre los edificios que merece la pena conocer se encuentra también el Castillo o Fuerte de San Felipe, cuyo nombre lo recibe del Rey Felipe II de España y I de Portugal, quien ordenó su levantamiento. Se encuentra en una posición privilegiada, ya que mira a toda la bahía de Setúbal, por lo que las vistas desde aquí son magníficas. Desde mediados del siglo XX, la fortaleza acoge la Pousada de San Felipe, homónimo de los Paradores de turismo en España, es decir, un alojamiento hotelero en un edifico de alto valor histórico. Sin embargo, imprescindible es, sin duda, la Fábrica Romana de Salga. Localizada en el centro histórico, sus piedras y restos narran al completo el pasado de Setúbal, cuando la ciudad era famosa gracias al tratamiento de la sal para pescados y mariscos, lo que le permitió prosperar económicamente.
Qué comer en Setúbal: sabor a mar
La cercanía al mar ha marcado desde siempre la gastronomía de Setúbal y toda la región en la que se encuentra. Es por ello que las recetas a base de pescado y marisco abundan en las cartas de los restaurantes de la ciudad, destacando entre todas ellas las de la cataplana, un utensilio de cocina heredado de la cocina árabe que bien podría ser el antecedente directo de la olla exprés en el que se ponen productos de mar para cocinar. Otros de los platos que también se pueden degustar en Setúbal son las almejas al cilantro, ajo u limón o los salmonetes con salsa de hígado de pescado. Para finalizar, el postre lo ponen las tortas de azeitão, mientras que toda la comida suele maridarse con vinos moscatel, que son la estrella de la región, cuyas uvas se maduran a la sombra y tranquilidad de la hermosa ribera del río Sado. Junto a Setúbal, Sesimbra es otra localidad en la que también se puede disfrutar de esta rica gastronomía, por lo que los viajeros que vayan con coche no deberían dudar un segundo en acercarse.