Tras unas largas jornadas de trabajo, vienen unas merecidas vacaciones, y tras los meses de vacaciones estipulados, llega la vuelta al trabajo. Es común que, tras un periodo de descanso y desconexión, volver a la rutina del día a día y al puesto de trabajo suponga para algunos algo más que una molestia.
El síndrome posvacacional se manifiesta cuando una persona es incapaz de volver a adaptar el ritmo de trabajo requerido en su puesto ni tampoco es capaz de resolver las demandas que supone la vuelta a la rutina y el regreso a la vida laboral. Quienes sufren de este trastorno, sufren unos síntomas muy similares al estrés.
La sintomatología que se manifiesta varía en función de la persona, el periodo de vacaciones que ha tomado, su entorno, su responsabilidad y sus obligaciones, pero, generalmente, se asemeja a la ansiedad, con sensaciones como un bajo estado de ánimo, decaimiento, apatía, ansiedad, falta de energía, hastío y sensación de no readaptarse al entorno laboral.
El síndrome posvacacional, al parecerse a los cuadros de estrés y ansiedad, reducen la calidad de vida y el rendimiento dentro y fuera del trabajo de quienes lo padecen. Generalmente, las personas que sufren de este síndrome tardan entre 2 o 3 semanas en disipar sus efectos.
En los casos más graves, este trastorno puede ocasionar estrés agudo con los signos que le suelen caracterizar, como hiperventilaciones (respiraciones muy rápidas y cortas), palpitaciones, dolor en el pecho, depresión, exceso de sudor, malestar general o irritación. Si estos síntomas duran más de un mes, este síndrome pasa ya a llamarse estrés crónico o ansiedad generalizada, lo que precisaría de la ayuda de un especialista para tratarlo.
¿Cómo evitar el síndrome postvacacional?
Algo temido por quienes realizan vacaciones, especialmente si incluyen viajes en el extranjero, es llegar a casa y que tengan un decaimiento anímico por volver a la rutina. Para ello, hay una serie de consejos que pueden aplicarse antes de reincorporarse al puesto de trabajo y durante esa vuelta al día a día:
1 : Antes de tomar vacaciones, asegúrate de no dejar nada pendiente. Esto no solo evitará que estemos pensando en el trabajo durante el descanso, sino que también ahorrará que compañeros de trabajo interrumpan las vacaciones para reclamar asuntos laborales, y también hará más amena la reincorporación.
2 : Evita tomar periodos de descanso muy largos. Es más aconsejable que optes por jornadas de descanso más cortas y planifiques los momentos en los cuales sería más apto tomar un descanso, a fin de que la vuelta sea menos abrupta y se haga más cuesta arriba aguantar largos meses ininterrumpidos.
3 : Planifica el regreso con tiempo. No vuelvas de vacaciones justo el día antes de reincorporarte al trabajo, sino que deja un par de días para descansar y readaptarte a los nuevos horarios.
4 No te cargues de trabajo el primer día. Tómate la vuelta al trabajo con calma, dentro de lo que sea posible. No amontones todo el trabajo que debes hacer, sino que ve acumulándolo de forma progresiva para generar una menor sensación de ansiedad y desesperación.
5 : Trata de mejorar todo aquello que no te gustaba antes de irte de vacaciones. La vuelta al trabajo también debe servir para r omper con todo aquello que te incordiaba de tu puesto : tu mala relación con algunos compañeros, hacer notar tu presencia en el puesto o realizar actividades que no son muy de tu agrado. En la medida de la posible, aprovecha para realizar una serie de propósitos de aspectos que desees cambiar de tu puesto de trabajo.
6 : Aliméntate bien y practica deporte. Modera el consumo de bebidas con cafeína y también el alcohol, ya que pueden agravar las sensaciones de apatía, estrés y ansiedad. Además, practicar deporte también te ayudará a sentirte mejor contigo mismo, ya que la liberación de endorfinas aporta mayor cansancio, adecuado para dormir correctamente, y te hace más feliz.
7 Adapta tu cuerpo, especialmente en los horarios de sueño.. Tener vacaciones supone no madrugar. Por ello, es aconsejable que, en los días previos a la vuelta al trabajo, te despiertes horas antes de lo que sueles hacer en los días de descanso, aunque no es necesario que sea a la misma hora que un día laboral. Además, también puedes poner el despertador cinco o diez minutos antes los días en los que trabajes para que tu cuerpo sea consciente de que ya es hora de volver al trabajo.