En la zona oriental de Cantabria, allí donde la región montañesa hace frontera con el País Vasco, aparecen numerosas poblaciones marineras de gran encanto. Puertos, gastronomía, playas, miradores... pero también zonas de pasado militar y estratégico, así como llenas de emocionantes aventuras. Dos de esas villas marineras de las que hablamos son Santoña y Laredo, dos joyas del Cantábrico.
Santoña, una localidad llena de historia
Para visitarlas, la mejor opción es elegir una de las dos como base de operaciones. En esta ocasión, elegiremos Santoña debido a que, quizá, sea la que más tiempo nos vaya a llevar visitar. La villa de la Virgen del Puerto está llena de vestigios de tiempos anteriores. Desde la prehistoria, pasando por la época romana y medieval, la mayoría de recuerdos del pasado proceden de la Edad Moderna. No así su iglesia, la Iglesia de Santa María del Puerto que data del siglo XIII, y es de estilo gótico. Es aconsejable visitarla y admirar el Retablo de San Bartolomé, una de las obras pictóricas flamencas más notables de nuestro país.
Siguiendo con la Edad Moderna, la importancia de Santoña en el Descubrimiento de América radica en la figura de Juan de la Cosa, cartógrafo de la época que tiene el honor de haber dibujado el primer mapamundi de la historia. El santoñés, lógicamente, tiene su monumento en el denominado 'pasaje' o paseo marítimo de Santoña.
Restos militares y napoleónicos
Continuando nuestro paseo por la villa santoñesa, nos toca detenernos en el Fuerte de San Martín. Renovado en varias ocasiones, esta fortificación se construyó en el Siglo XVII, así como el Fuerte de San Carlos. Si seguimos caminando, pasando de largo la fortificación, podemos observar unas vistas impresionantes de la Bahía de Santoña desde la Batería de San Martín y la Batería de los Galvanes, lugares usados, en el pasado, para colocar los cañones en caso de asedio. El primero se puede visitar (la entrada vale 3 euros) mientras que el segundo está en ruinas y su acceso es algo complicado.
Pero no son los únicos fuertes que hay en Santoña. Dominando toda la bahía, en lo alto del Monte del Bucierto, se puede visitar una fortaleza que data de la época napoleónica. En el Siglo XIX, Napoleón Bonaparte y sus tropas ocuparon España y fue precisamente Santoña uno de sus lugares favoritos. En honor a ello, y debido a la situación estratégica de la villa santoñesa, mandó construir el Fuerte del Mazo o de Napoleón, en honor a su creador. Esta fortificación solo es posible visitarla si hacemos una de las rutas que ofrece el monte que domina Santoña. El acceso en coche es complicado pero factible.
Una tarde-noche muy animada
Volviendo al paseo marítimo, en un extremo encontramos el monumento a la Virgen del Puerto, un mirador cuyas vistas son imprescindibles, especialmente al atardecer. Se puede ver Laredo, el estuario del Asón, la Bahía de Santoña y las Marismas de Santoña. Si recorremos el 'pasaje' hacia su otro extremo, pasaremos por la plaza de toros, ubicada en un encuadre privilegiado, y llegaremos al puerto de la villa. Una buena idea allí es subir al mirador, denominado popularmente como 'La Ballena', y observar unas vistas, de nuevo, increíbles, de la Bahía y las Marismas. En los bajos de este mirador está ubicado el centro de interpretación de las Marismas de Santoña, de entrada gratuita.
Ya en el centro de la localidad encontramos el Teatro-Casino Liceo. Se trata de un edificio construido en 1850 y destinado a la realización de actos dramatúrgicos. Actualmente se usa como sala de cine y teatro. Además, otro de los edificios históricos que encontramos en el centro de Santoña es el Instituto Marqués de Manzanedo, así como el Palacio de Manzanedo que se ubica justo enfrente.
Pero dejando los monumentos, los miradores y los fuertes, en Santoña también hay tiempo para el ocio. Son numerosos los bares y restaurantes que encontramos en la villa, en donde comer buen pescado o buena carne o incluso ir de tapeo, parando en varios locales, como es tradición entre las gentes de la localidad. Puede ser un buen plan de tarde-noche.
Día 1: la Santoña más turística
Así pues, nuestro primer día en Santoña podría resumirse en la siguiente ruta: arrancamos la jornada en la Iglesia de Santa María del Puerto, siguiendo hacia el 'pasaje' donde visitaremos el Fuerte de San Martín y sus baterías. Posteriormente volveremos al paseo marítimo para contemplar el monumento a Juan de la Cosa y seguir nuestro paseo hacia el puerto, donde nos detendremos en el mirador de 'La Ballena'. De allí, iremos de vuelta al centro del pueblo donde visitaremos los edificios citados más arriba y acabaremos el día de tapeo y vinos por el centro del pueblo. La visita al Mirador de La Virgen lo podemos hacer tanto por la mañana como al atardecer, cuando los colores rojizos se mezclan con el azul del agua de la Bahía de Santoña.
Un paseo en barco hacia Laredo
El segundo día lo utilizaremos para conocer la localidad de Laredo. Para ello, la opción más 'turística' y 'curiosa' será coger el barco que hace traslados entre Santoña y Laredo. Un paseo de una media hora aproximada entre ambos puntos de la bahía. El barco nos dejará en El Puntal, una de las playas de la localidad pejina y que constituye un entrante de tierra en el mar. Desde allí, el paseo es largo hasta el centro del pueblo. Primero por la playa y luego por el paseo marítimo que desemboca en el centro de Laredo, llegaremos hasta el núcleo principal del municipio.
De allí, podemos caminar hacia el casco histórico, con su clásico adoquinado y una estructura clásica de 'puebla vieja' en una colina. Podremos visitar la Iglesia de Santa María, de estilo gótico y cuya construcción data del Siglo XIII. Al igual que su localidad vecina, también merece la pena contemplar una de las grandes obras flamencas, en este caso escultórica, como es el retablo de la Virgen de Belén. Siguiendo con nuestra visita por el casco histórico de Laredo, podemos visitar el Convento de San Francisco, residencia de los monjes franciscanos durante el Renacimiento. Tampoco es desdeñable visitar la Iglesia de San Martín, aunque ubicada en otra parte de la villa.
Increíbles vistas desde La Atalaya y un túnel de escalofrío
Ya finalizadas las visitas religiosas, toca ver vistas. Y qué mejor que subir hasta La Atalaya. Desde el casco histórico se puede acceder andando, con un 'paseo' en cuesta de unos 40 minutos o bien ¿en verano- cogiendo un tren turístico que nos lleva hasta el citado mirador. En realidad, La Atalaya, denomina Bien de Interés Cultural, es un fuerte, el del Rastrillar. Desde ahí, las vistas son alucinantes. Se puede observar desde la abrupta costa oriental de Cantabria ?las zonas de Castro, Oriñón, Liendo... e incluso zonas del País Vasco-, pasando por el pueblo de Laredo, la costa santoñesa, el estuario del Asón y llegando hasta las Marismas de Santoña. La foto es obligada, sin duda.
Descendiendo desde la 'puebla vieja', llegamos al Túnel. Se trata de una construcción escarbada en el monte de La Atalaya y que une el centro del pueblo con la Playa de la Soledad, una zona costera abrupta, plagada de acantilados y zonas rocosas. Las vistas son buenas y el romper de las olas a veces incluso peligroso cuando el mar está agitado- es desalentador. Se trata de una zona tranquila para pasear y tener unos momentos de relax. El túnel, por cierto, fue usado por los habitantes de Laredo como refugio durante la Guerra Civil.
Para acabar nuestra visita por Laredo, podemos visitar el puerto deportivo y pesquero, de reciente remodelación así como pasar el resto del día en la Playa Salvé. Antes de que la noche se nos eche encima, conviene regresar al embarcadero donde nos dejó el barco que nos llevará de vuelta a Santoña.
Día 2: Religión, vistas y la fuerza del Cantábrico
Así pues, nuestro día en Laredo podría resumirse con la siguiente ruta : aprovechar la mañana para visitar el casco antiguo, la Iglesia de Santa María y el Convento de San Francisco así como subir a La Atalaya para contemplar las vistas. A la bajada, podríamos pasar el resto del día en la Playa Salvé para, antes de regresar a Santoña, visitar el túnel y la Playa de la Soledad así como el renovado puerto de Laredo.
Día relax en Santoña: pesca, anchoas y playa
Para acabar nuestros tres días en Santoña y Laredo, hemos guardado la tercera jornada para hacer un plan más aventurero o relajado, dependiendo lo que nos apetezca. Nuestro plan 'relajado' podría ser una visita más 'pesquera' por la mañana, acudiendo a la lonja, donde los pescados son subastados cada día y aprovechar, justo antes de comer, para hacer una visita a una fábrica conservera, donde nos explicarán cómo es el proceso de elaboración de las anchoas, entre otras fabricaciones.
La tarde la podríamos dejar libre para pasarla en la Playa de Berria, una imponente porción arenosa, a las afueras de Santoña, situada entre dos montes, el Brusco y el Buciero. Además, muy cerquita de esa playa se encuentra el penal de El Dueso, una de las cárceles más conocidas y completas de nuestro país y que tiene una gran visión desde el barrio de El Dueso.
...o de aventuras: las opciones que ofrece el Buciero
En nuestra versión de plan más aventurero, encontramos diversas rutas a realizar. En el Monte Buciero tenemos hasta tres opciones para disfrutar de la naturaleza y de un paisaje idílico: la ruta del Faro del Caballo, la ruta de La Cruz o la ruta del Faro del Pescador y el Fuerte del Mazo.
Tras unos 50 minutos de subida en terreno pedregoso desde el Mirador de La Virgen, con vistas alucinantes del litoral oriental de Cantabria, llegamos a 'cuatro caminos', un cruce de senderos en mitad del monte donde podremos elegir la ruta a realizar. La primera de ellas, hacia la derecha, nos lleva a un faro situado en un entorno idílico. Toca descender más de 700 escalones para disfrutar de un baño entre aguas cristalinas y cuevas marinas en mitad del Cantábrico. Si cogemos el sendero de la derecha nos iremos, por una ruta con bosques, vegetación y fauna diversa, hasta la cruz que corona la cima del Monte Buciero. Las vistas, imperdibles: la Bahía de Santoña, las Marismas, la playa de Berria y la mejor instantánea del pueblo de Santoña. Para rematar, si seguimos recto, daremos un giro completo al Monte Buciero que nos llevará a otro faro, el del Pescador, desde el cual podemos disfrutar de vistas, también, alucinantes. El retorno es más incómodo, por carretera asfaltada y de hormigón pero podemos visitar el Fuerte del Mazo, el cual ya citamos con anterioridad. Tras el descenso del Buciero, podemos relajarnos en la playa de San Martín.
Planes alternativos a estas rutas por el Buciero son la visita guiada a las Marismas de Santoña, en donde podremos contemplar una gran diversidad de aves y peces, así como flora típica de las marismas. El segundo plan alternativo, aunque más relajado, es alquilar unas piraguas y navegar por la Bahía de Santoña, la playa de San Martín ?propicia para la realización de snorkel- y podremos llegar incluso a la playa de Laredo y al Faro del Caballo.
Día 3: Aventuras y relax
Rutas por el monte, aguas cristalinas en medio de un paraíso, deporte, playas de arena fina y aguas agitadas, conocimiento del producto local así como el descubrimiento de la fauna y la flora de uno de los ecosistemas más conocidos de la zona. En esto se puede basar nuestro tercer día en tierras santoñesas.
Así pues, tres días alucinantes en dos villas marineras, dos joyas del Cantábrico oriental: Santoña y Laredo, historia, gastronomía y aventuras.