La llegada del enoturismo a España supuso toda una revolución para las bodegas y las regiones vinícolas, ya que fue el momento en que comenzaron a realizarse visitas guiadas a las mismas con la cata de sus vinos para hacer más amena la explicación. Además, también se produjo la apertura de numerosos museos dedicados al vino, como el de Peñafiel, ubicado en su imponente castillo. Mientras que en España se ha aprovechado esta riqueza milenaria vinícola, otros países europeos también han sacado partido a sus bebidas tradicionales, como es el caso de Suecia, en cuya capital, Estocolmo, se encuentra el Museo de las Bebidas Espirituosas, uno de los más curiosos del mundo y que atrae a una gran parte de los turistas que visitan la ciudad cada día.
El Spritmuseum, como así se conoce en sueco a este museo tan peculiar, está emplazado en en el puerto de Wasahamnen, en la Isla de Djurgården del centro de Estocolmo. Su apertura al público se produjo en 2012, aunque ya existía en la ciudad un museo dedicado a las bebidas alcohólicas desde 1967. El actual nació como un lugar de encuentro para los amantes de las bebidas espirituosas, es decir, aquellas procedentes de la destilación de materias primas agrícolas que cuentan con un grado alcohólico superior al 15%, entre las que se pueden situar el vodka, la ginebra, los licores o el ron. El objetivo con su visita es que el turista se percate se la relación que ha existido siempre entre los seres humanos y el alcohol y los comportamientos que se suceden después de su ingesta. Junto con la sala de exposiciones como tal, también cuenta con un bar y restaurante abierto en 2014, tienda, salas de degustación y de reuniones para empresas que buscan un lugar único en el que llevar a cabo sus actividades.
Cómo llegar y cómo visitar el Spritmuseum
El Spritmuseum se encuentra muy cerca del Museo Vasa en el que se expone el único barco del XVII que ha sobrevivido al paso del tiempo. De hecho, siguiendo la orilla del río desde este museo se llegará al de las bebidas espirituosas. Sin embargo, para trasladarse hasta la zona desde las calles céntricas de Estocolmo, hay que tomar el tranvía número 7 que sale desde la Plaza Sergel, en la estación de tren, y llega directamente hasta la isla de los museos, como así es conocida Djurgården, teniendo que bajarse en la estación Liljevalchs / Gröna Lund. Los autobuses 67, 69 y 76 también acercan a los visitantes hasta el Spritmuseum, al igual que la línea roja de metro, siendo Karlaplan la estación más cercana al museo. De igual modo, la ubicación en la que se encuentra, rodeado de agua, explica que también el ferry sea una forma de llegar hasta él, partiendo diariamente durante todo el año desde Slussen y en verano también desde Nybroplan.
Si has comprado la Stockholm Pass, el acceso a este museo es gratuito. Por el contrario, si no dispones de este abono turístico tendrás que efectuar la compra de un ticket para entrar a visitarlo. Hay diferentes tipos de entradas para el Spritmuseum, siendo el coste de la general y básica 170 SEK (alrededor de 16€) para los mayores de 15 años que no sean ni pensionistas ni estudiantes, que en este caso pagan 90 SEK (aproximadamente 8,50€). Sin embargo, existe la posibilidad de hacer más completa la visita incluyendo una degustación de licores o vodka Absolut por 270 SEK (cerca de 25,75€). Sobre los horarios de apertura del Spritmuseum, cuenta con pases diarios. De lunes a miércoles se puede acceder de 10:00h a 17:00h, de jueves a sábados se amplía el cierre del museo hasta las 19:00h, y los domingos solamente se encuentra abierto de 12:00h a 17:00h. Por su parte, el restaurante del museo, que es uno de los mejor valorados de la capital sueca, tan solo ofrece cenas desde las 18:00h de jueves a sábados, y almuerzos y brunchs durante el fin de semana. Los días de diario se puede comer en el bar, otro de los espacios gastronómicos del Spritmuseum que te sorprenderá.
Qué ver y qué hacer en el Spritmuseum de Estocolmo
El Spritmuseum está dividido en tres galerías diferentes localizadas en dos cobertizos de arquitectura naval del siglo XVIII que fueron rehabilitados por los arquitectos Lomar. El espacio fue organizado para acoger una sala de catas y zonas dedicadas al arte para la exhibición de su colección permanente y otras de carácter temporal. En el caso de la exposición fija, está apadrinada por Absolut Vodka y cuenta con más de 850 obras de arte de cerca de 550 artistas, entre los que destacan Andy Warhol. Todos los elementos que se muestran, ya sean cuadros, pinturas, fotografías o muebles, han formado parte de las distintas campañas de publicidad que a lo largo de su historia ha desarrollado esta famosa marca entre 1986 y 2004 y el hilo conductor es la botella, emblema de la compañía. Del mismo modo, una de las zonas del museo que más gusta a sus visitantes es la dedicada a las consecuencias del alcohol.
Recreando una habitación, podrás revivir una resaca después de haber estado toda la noche bebiendo, una experiencia que hacer más ameno y divertido el paseo por este curioso museo. Además, también se podrán aprender y cantar las tradicionales snapsvisor, canciones suecas que se entonan en los bares y tabernas cuando la gente ya está ebria. Una vez que la visita ha finalizado, lo mejor es pasarse por el bar del museo. Allí se pueden comprar bocadillos dulces o salados, pero la estrella es la bandeja degustación de 4 tipos de vodka de diferentes sabores de Absolut.
De igual modo, si se tiene oportunidad de almorzar o cenar en el restaurante, es importante decir que los platos están especialmente pensados para amantes de la comida orgánica, ya que están realizados a base de verduras biodinámicas y animales criados en bosques suecos, todos ellos con el sello del chef Petter Nilsson. Las reservas se pueden hacer a través de correo electrónico y la web oficial del Museo de Bebidas Espirituosas, mientras que para el bar no es necesario ya que siempre hay un hueco libre.