Una de las ciudades más grandes y turísticas de Alemania es Stuttgart. Aunque está situada muy próxima a otras grandes poblaciones como Frankfurt o Múnich, estas no consiguen hacer sombra a la que se considera como la puerta de entrada a la Selva Negra, una de las regiones más mágicas y fascinantes del país. En las calles de Sttugart la modernidad y su pasado medieval caminan de la mano, conviviendo en una perfecta armonía que enamora a todos los turistas que se acercan hasta este rincón alemán rodeado de colinas y viñedos, en el que además se encuentra la reserva de aguas termales y minerales más importante de Europa después de la de Budapest.
Cómo llegar a Stuttgart
Que Stuttgart se haya convertido en una de las ciudades más visitadas de Alemania nunca habría sido posible sin la construcción de su moderno aeropuerto, principal vía de entrada de todos los visitantes al contar con conexiones internacionales. Se encuentra situado a tan solo 15 kilómetros del centro urbano, destacando las líneas S2 y S3 de trenes de cercanías que conectan la terminal aérea con la Estación Central de Stuttgart en tan solo 30 minutos de trayecto
Lo mejor de Stuttgart
Disfrutar de un paseo por el Bohnenviertel con una parada en alguna de sus tabernas para degustar los vinos locales, subir a la Torre de la Televisión para divisar las mejores vistas de la ciudad, o contemplar el reflejo de la Iglesia de San Juan sobre el Lago Fuego son algunas de las cosas que tienes que hacer y ver durante tu visita a Stuttgart; aunque hay muchas más que te vamos a contar a continuación para que no te pierdas ni un solo detalle de este destino turístico de Alemania.
Visitar los monumentos de la ciudad
Como ya hemos dicho, Stuttgart conserva parte de su pasado medieval. La ciudad fue la sede de la Dinastía Wurtemberg, una de las casas reinantes alemanas que desaparecieron tras la abolición de la monarquía en 1918. Todo su pasado nobiliario explica los palacios que se pueden visitar hoy en día, muchos de ellos restaurados tras la Segunda Guerra Mundial, ya que este punto de Alemania sufrió bombardeos.
- Schlossplatz. La Plaza del Castillo es el principal punto turístico y de reunión de la ciudad. En ella no solo se congrega la población para celebrar festejos, eventos o el mercadillo de Navidad, sino también los visitantes para contemplar el Neues Schloss o Palacio Nuevo. Construido entre los siglos XVIII y XIX, fue la residencia real de los Wurtemberg y una verdadera joya de la arquitectura barroca alemana.
Frente al Palacio Nuevo se encuentra la Jubiläumssäule, una columna que se levantó para conmemorar el 25 aniversario de la subida al trono de Guillermo I, y muy cerca de él se puede visitar el Castillo Antiguo de Stuttgart que, aunque sus orígenes se remontan al siglo X, fue restaurado durante el Renacimiento. Hoy en día es la sede del Museo del Estado de Wurtemberg, lo que permite que se pueda visitar por dentro, ya que el Palacio Nuevo está reservado a oficinas ministeriales del gobierno.
En las inmediaciones de la Plaza del Castillo también se encuentra la Staatsgalerie, una de las galerías de arte más importantes de Alemania. Fue fundada por Guillermo I en 1843 para dar cobijo a su colección de arte privada, evolucionando hasta convertirse en el gran museo que es, contando con una segunda sede. La Galería Estatal de Stuttgart repasa la historia pictórica alemana, aunque también expone pinturas italianas y holandesas.
- Iglesia de San Juan. La población de Stuttgart está divida entre protestantes y católicos, siendo algo más abundantes los primeros. Uno de los templos que hay que visitar es el de San Juan, que pertenece precisamente a esta rama del Cristianismo.
Edificada a finales del siglo XIX, la Iglesia de San Juan es de estilo neogótico y sufrió graves desperfectos durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho, su campanario era mucho más alto, pero se decidió no reconstruirlo para recordar las consecuencias del conflicto. La estampa que forma su arquitectura exterior es maravillosa, ya que se refleja sobre las aguas del Lago de Fuego, que rodea toda la iglesia, al encontrarse sobre una península del mismo.
- Teatro Estatal de Stuttgart. Se trata de uno de los pocos teatros de ópera que no se destruyeron en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Fue construido a comienzos del siglo XX como un teatro real del reino. La ciudad contaba con una larga tradición dramática desde el siglo XVII, lo cual se mantiene hoy en día al representarse o estrenarse aquí algunas de las obras más famosas del mundo.
- Recinto del Rosensteinpark. No solo es el rincón verde por excelencia de la ciudad, sino que en él se encuentran otros atractivos turísticos que también hay que conocer. El Parque Rosenstein es el pulmón de Stuttgart y el jardín de estilo inglés más grande de toda esta región de Alemania. Fue construido por orden de Guillermo I en el siglo XIX, complementando al palacio de estilo clasicista que también ordenó levantar en esta colina. Hoy en día, este edificio alberga el Museo de Ciencia. Del mismo modo, en este parque se puede visitar el zoológico y el Jardín Botánico Wilhelma.
Descubrir el Bohnenviertel
Uno de los barrios más antiguos de Stuttgart es Bohnenviertel, también conocido como el Barrio de las Judías, ya que en este área de la ciudad los jardines solían contar con plantaciones de alubias. El origen del distrito se remonta al siglo XV, siendo levantado extramuros para acoger a la población artesana, mayoritariamente judíos.
Las casas que conservan son algunas de las más pintorescas de Stuttgart, respirándose en cada calle un ambiente muy bohemio desde hace décadas. Acoge hoy en día algunos de los restaurantes y bares en los que disfrutar de la gastronomía local, maridada con los vinos de la región, así como algunas galerías de arte y comercios en los que poder adquirir verdaderas reliquias para decorar las estancias de casa.
Vistas desde la Torre de Televisión
La Torre de la Televisión o de Telecomunicaciones de Stuttgart fue la primera que se levantó en el mundo en hormigón, lo cual tuvo lugar en la década de 1950, cuando la ciudad estaba en plena reconstrucción tras las destrucciones sufridas en la Segunda Guerra Mundial. Aunque cuenta con 217 metros de altura, los visitantes solo pueden subir hasta los 150 metros, donde se encuentra la cafetería desde la que se observa la mejor panorámica de toda la ciudad, sintiendo que tienes Stuttgart a tus pies. Otra impresionante vista se obtiene desde Birkenkopf, una colina desde la que se obtienen vistas impagables de Stuttgart.
Pasear por la Königstrasse
Su traducción al castellano es Calle del Rey y es uno de los bulevares más importantes de Alemania. Se extiende a lo largo de 1,2 kilómetros y en ella se concentra toda la actividad comercial de Stuttgart. Comienza en la Estación Central de Trenes de la ciudad y su origen se remonta al siglo XIX, como el de muchos otros rincones y edificios de la ciudad. Tras la demolición de las antiguas murallas, se dotó a esta zona de muchas más amplitud. Desde 1960 es una zona peatonal y diez años más tarde el tranvía se soterró, por lo que los peatones son los verdaderos reyes de la calle.
Conocer su industria automovilística
No te sorprendas si te cruzas con muchos Mercedes o Porsche, ya que si por algo es conocida precisamente Stuttgart es por ser hogar de estas dos marcas automovilísticas, que cuentan con un alto reconocimiento a nivel mundial. Es por ello que muchos amantes del motor acuden precisamente a esta ciudad de Alemania para conocer de cerca los orígenes y secretos de estos coches, reservados a los bolsillos más pudientes.
- Museo Mercedes-Benz. Ben van Berkel y Caroline Bos diseñaron un moderno edificio en el que poder contar los más de 120 años de historia de la casa Mercedes-Benz. Inaugurado en 2007, se recorre toda la biografía de la firma a través de una muestra de más 160 vehículos, desde los más antiguos a los más modernos y futuristas, sin olvidar modelos especiales como el primer 'papamóvil'. 16.500 metros cuadrados divididos en doce salas hacen las delicias de los apasionados de los automóviles.
- Museo Porsche. Aunque el recorrido interior no es tan espectacular como en el anterior museo, solo por la armadura de su arquitectura merece la pena acercarse. El Museo Porsche, que se abrió al público en 2010, no solo muestra algunos de los modelos más destacados de la historia de la casa, sino también de Volkswagen, otra de las marcas de la compañía que ha conquistado también el corazón de los consumidores.
Relajarse en sus aguas termales
Antes de volver a casa y despedirse de Stuttgart, hay que sacar el bañador y el gorro de baño de la maleta para acercarse hasta alguno de los balnearios de la ciudad. Sin duda, sumergirse en sus aguas termales hará que te renueves totalmente y vuelvas nuevo a la rutina después de tus vacaciones. Leuze, Cannstatt y Berg son los tres centros en los que se dejan ver tanto los turistas como la propia población, estando ubicados en el barrio de Bad Cannstatt.