Más allá de Roma, Venecia o Milán, en Italia hay otras muchas ciudades por las que también hay que pasar. Una de ellas es Pisa, famosa en el mundo entero por la torre inclinada que se ha convertido en su símbolo y estandarte turístico y también en uno de los monumentos más visitados de la bota italiana que en tantas figuras de souvenirs se representa, ya sea dentro o fuera de la ciudad. Sin embargo, existe otro destino turístico muy cercano al que muchos turistas también se acercan: Lucca. Lo cierto es que Pisa no es suficientemente grande como para estar más de un día de visita en ella, por lo que para aprovechar un fin de semana al completo lo mejor es visitar los alrededores. Descubre a continuación todos los secretos de Pisa y Lucca, dos destinos turísticos en uno situados en el norte de Italia que te sorprenderán.
Qué ver en la Plaza del Duomo de Pisa
Seguramente la Torre de Pisa sea la más famosa no solo de la ciudad y de toda Italia, sino también del mundo. Es uno de los atractivos turísticos que se pueden visitar en este rincón del norte de Italia, cuyo bagaje histórico de más de 2.000 años de antigüedad ha permitido aglutinar una riqueza cultural única, viviendo su máximo período de esplendor entre los siglos X y XIII por su posición estratégica en el Mediterráneo. Fue de hecho en esos años, en concreto en el siglo XII, cuando se construyó la famosa Torre de Pisa, el campanario de la catedral anexa. Tanto uno como otro edificio son dos auténticas joyas del arte románico europeo, aunque lo cierto es que lo más característico es la inclinación que presenta. El campanario comenzó a construirse en agosto de 1173, dividiéndose en varios períodos, lo que explica que en su parte más alta ya presente un estilo mas cercano al gótico.
Pero la pregunta que se hacen todos los turistas es, ¿ por qué la Torre de Pisa está inclinada ? El terreno sobre el que se edificó es bastante inestable, a lo que se une que sus cimientos no eran los más robustos, aunque se consiguió levantar un campanario de más de 55 metros de altura. Siglo a siglo la torre fue inclinándose más, hasta que en 1964 el Gobierno de Italia tuvo que intervenir para evitar que se derrumbase. Varias décadas de trabajo consiguieron que en el 2001 la gente pudiera volver a entrar a visitar la Torre inclinada de Pisa, que, tras haber retirado varios metros cúbicos de tierra de su parte inferior, se ha garantizado su estabilidad por dos siglos más. Es importante coger las entradas con antelación para visitar la torre, ya que se forman largas colas para poder acceder a ella.
La Torre de Pisa se encuentra situada en la Plaza del Duomo de Pisa, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1987. En ella también hay que visitar la Catedral o Duomo, que comenzó a ser construido antes que su campanario, en concreto en el año 1064. Es un imponente templo que en nada se parece a las iglesias románicas pequeñas del Pirineo catalán, aunque ambas corrientes románicas comparten su decoración interior con la figura del Pantocrátor representada en el altar mayor, en el caso del Duomo de Pisa en forma de mosaico. Exteriormente, está revestida de mármol blanco y gris, destacando su fachada, coronada con una escultura de la Virgen María con el Niño y decorada con motivos de inspiración bizantina.
El tercer monumento que hay que visitar en la Plaza del Duomo es el Baptisterio. Fue el último edificio que comenzó a construirse en el entorno, sustituyendo a otro anterior, siendo terminado en el siglo XIV y mostrando claramente la llegada del estilo gótico. De forma circular, también está ligeramente inclinado, al igual que el campanario, por lo que si te da esa sensación mientras lo observas no te preocupes porque la vista te estará intentado engañar. Al fondo se emplaza el Camposanto Monumental, que recibe este nombre porque en este lugar se depositó tierra traída desde el Gólgota de Jerusalén, utilizándose para enterrar a los ciudadanos. Desde entonces, la palabra camposanto es sinónimo de cementerio, destacando en este de Pisa las más de 600 lápidas en él depositadas, algunas de alto valor artístico.
Otros monumentos de Pisa
El río Arno transcurre por el centro de Pisa y paseando por su orilla encontrarás la coqueta Iglesia de Santa María della Spina, otro de los atractivos turísticos de la ciudad. De estilo románico, fue construida en el siglo XIII, pero no tiene las dimensiones que la catedral, siendo más bien una pequeña ermita. El Puente del Medio, o Ponte di Mezzo en italiano, te servirá para cruzar de un extremo a otro del río, estando situado justo en el centro de la ciudad y construido a mediados del siglo XX.
Desde él se observa una de las panorámicas más bonitas de Pisa, contemplando las casas de colores rojizos y amarillentos que se levantan a la orilla del Arno, aunque también despunta el Palazzo Blu, una casa palaciega cuya fachada está pintada en color azul. Tampoco puedes irte sin pasar por las callejuelas medievales del Barrio de Santa María, donde encontrarás también numerosas trattorias familiares donde poder comer y degustar la gastronomía de Pisa.
Qué ver en Lucca: un viaje de vuelta al Medievo italiano
La ciudad de Lucca se encuentra a 20 kilómetros de distancia de Pisa, partiendo cada media hora aproximadamente trenes que conectan ambas localidade s italianas. Aunque no es tan conocida en Italia, merece la pena hacer una visita y, de hecho, a todos sorprende cuando la conocen porque conserva un casco histórico medieval único en todo el mundo. Es tal la cantidad de iglesias y palacios que se pueden encontrar paseando por Lucca que a nadie le extraña que sea conocida como " la ciudad de las 100 torres y las 100 iglesias ". Además, puede presumir también de ser una de las pocas ciudades del mundo que todavía conservan todo el recinto amurallado intacto, que suma 4,5 kilómetros, siendo muy recomendable pasear por él a última hora del día para ver esconderse el sol entre los tejados.
Una de las iglesias de Lucca por las que hay que pasar es el Duomo o Catedral de San Martín, de estilo románico y cuya fachada te recordará a la de la catedral de Pisa. Recubierta de mármol blanco y gris, destaca el campanario que está en parte decorado en ladrillo, siendo interesante su visita interior para contemplar al completo toda su arquitectura. Sin embargo, ningún turista puede perderse tampoco la Basílica de San Frediano, una de las más antiguas de la ciudad al haberse construido en el siglo V y que destaca por el hermoso mosaico de su fachada que representa un Pantocrátor dorado rodeado de ángeles. Dos siglos más tarde se construyó en Lucca la Iglesia de San Miguel con una fachada muy similar a la de la catedral.
De todas las torres que asoman por el cielo de Lucca la más famosa de todas es la Torre Guinigi, que fue construida en el siglo XIV por una familia de ricos banqueros que querían demostrar su poderío en la ciudad erigiendo esta edificación de 44 metros de altura. Lo más curioso de todo es que de su tejado nacen árboles de encinas, dándole un aspecto todavía más medieval y antiguo del que ya tiene. Por muy poco dinero se puede subir hasta su último piso, contemplando desde aquí una espectacular panorámica de toda la ciudad con las montañas y prados de La Toscana asomando al fondo. También merece la pena acercarse hasta la Torre de las Horas, la más alta de Lucca y construida en ladrillo, al igual que otros muchos edificios de esta urbe medieval.
Otro de los atractivos turísticos más curiosos de Lucca es la Plaza del Anfiteatro, famosa por su forma ovalada, aunque no es casual ni su nombre ni su estética, ya que realmente fue construida sobre un antiguo anfiteatro romano cuyos muros sirvieron a lo largo de los siglos para edificar las casas de tonos pastel que podemos ver todavía hoy. Es un lugar de reunión perfecto para tomar algo y comprar algún recuerdo de la ciudad, aunque también para ello hay que pasar por la Vía Fillungo, la avenida comercial de la ciudad en la que se concentran una gran cantidad de restaurantes en los que poder disfrutar de un buen plato de pasta cocinada al estilo italiano.
Si te sobra tiempo en Lucca, puedes aprovechar para descubrir otros lugares además de los imprescindibles que ya hemos comentado. Tal es el caso del Palacio Pfanner, rodeado de unos maravillosos jardines formados por árboles frutales, elegantes fuentes y esculturas talladas en madera y mármol. Se trata de una casona palaciega del siglo XVII que actualmente es de propiedad privada, por lo que hay que pagar entrada para acceder al recinto, pudiendo visitar en su interior frescos del siglo XVIII y un rico mobiliario de diferentes épocas y estilos. Del mismo modo, los amantes de la música tienen que hacer una parada en el Museo-Casa Natal de Giacomo Puccini, uno de los compositores de ópera más famosos de la historia.