Uno de los sitios naturales más visitados y conocidos de España es el Parque Natural del Monasterio de Piedra. Se localiza en la provincia de Zaragoza, dentro del término municipal de Nuévalos, formando parte de los puntos turísticos más transitados de la comunidad aragonesa. Su origen se encuentra en los últimos años del siglo XIX, cuando el poeta Juan Federico Muntadas, propietario del lugar, reconvirtió el monasterio y su huerta en un conjunto turístico único en España, que aúna en un mismo lugar arte, flora, fauna y paisajismo, todo ello movido por las corrientes de agua del río Piedra, que han creado un entorno bucólico en el que abstraerse de la vida urbana.
Qué ver en el Parque Natural del Monasterio de Piedra
Dentro del Parque Natural del Monasterio de Piedra se puede visitar el propio monasterio cisterciense, el parque y también durante los meses de marzo a octubre se puede contemplar un espectáculo de cetrería que se ha coronado como uno de sus principales atractivos, sobre todo entre los más pequeños. Además, también hay una piscifactoría, de las primeras que se construyeron en España, y multitud de juegos de aguas naturales que te irás encontrando mientras paseas por este jardín natural.
El Monasterio de Piedra es el primer elemento con el que se encuentran los visitantes del parque natural al que da nombre. Se trata de un edificio mayoritariamente gótico que comenzó a ser construido en el siglo XIII, configurando uno de los conjunto monacales más impresionantes del país que estuvo dirigido por la Orden Cisterciense. La desamortización del siglo XIX puso fin a la vida contemplativa del lugar, siendo reconvertidas parte de sus dependencias en un establecimiento hotelero en el que los huéspedes duermen cada noche con el rumor del agua de las múltiples cascadas que discurren por el parque. Pero, si todavía necesitan más paz, pueden bajar al spa, un circuito termal de 500 metros cuadrados donde renovar el espíritu completamente.
Consagrado a Santa María La Blanca, el Monasterio de Piedra cuenta con la declaración de Bien de Interés Cultural. Las ruinas de la iglesia, en las que se observan la transición del románico al gótico, se muestran majestuosas y auténticas, pudiendo observar claramente la planta de cruz latina típica de los templos construidos en aquella época, así como imaginando la sencillez que le caracterizó. Por su parte, el claustro es la joya viva del edificio junto con la sala capitular, susurrando todavía los pasos de los monjes que habitaron estas estancias en el pasado.
Una vez que hemos descubierto esta joya medieval del patrimonio aragonés, que incluye la visita al Museo del Vino de la Denominación de Origen de Calatayud, continuamos el paseo hacia el resto del parque. No es el típico paraje natural como las Hoces del Duratón o el Cañón del Río Lobos, sino que en este caso el entorno está modulado por la mano del hombre. A pesar de que está perfectamente ordenado y poco asilvestrado, el paisaje es realmente increíble, por lo que te recomendamos que prepares la batería de la cámara o del móvil y vacíes la memoria, ya que no podrás resistirte a fotografiar cada uno de sus rincones.
¿Alguna vez has entrado a un restaurante chino y has visto colgando de alguna de sus paredes el típico cuadro de la cascada que se mueve? Parece que la hubieran sacado del Monasterio de Piedra, y después de visitar el parque entenderás por qué. Gracias a la señalización que se distribuye por todo el recinto, podrás seguir perfectamente el sentido del agua, descubriendo impresionantes postales como las que forman las cascadas Trinidad, Iris o La Caprichosa. Sin embargo, hay una que destaca por encima de todas, la Cascada Cola de Caballo, un salto de 90 metros hasta el cual podrás subir para contemplar la grandeza del parque. Sin embargo, dentro de ella se esconde una de las muchas grutas que se reparten por los distintos puntos del recinto, contemplando la caída del agua en primera plano y viéndote salpicado por las gotas.
Si por algo fue pionero el Monasterio de Piedra, junto con la reordenación de un espacio natural para aprovecharlo turísticamente, fue por poner en marcha la primera piscifactoría en España. Las truchas arco iris del parque se crían gracias a las fantásticas aguas del río Piedra, siendo una atracción más para los visitantes, que pueden comprar comida para dárselas y ver como se acercan hasta ellos. Pero si hablamos de fauna también hay que hacerlo del espectáculo de aves rapaces que se desarrolla en uno de los claros del parque, el broche final para una visita a un entorno natural único en el país y que se encuentra a tan solo 110 kilómetros de la capital aragonesa, Zaragoza.
Cuándo visitar el Parque Natural del Monasterio de Piedra
Una de los aspectos fundamentales a la hora de planear una visita al Monasterio de Piedra es la fecha en que lo hagamos. Los meses de marzo a octubre son idóneos, puesto que es el momento en el que tiene lugar la exhibición de aves rapaces al final de la visita, mientras que durante el resto del año no se celebra. Sin embargo, visitar en pleno invierno este parque natural también es una experiencia maravillosa, sobre todo si lo hacemos cuando las nevadas han cubierto sus rincones. No obstante, la primavera es la mejor época de todas, puesto que después de las lluvias y nevadas las cascadas están totalmente recargadas, además de que no se sufre el calor de verano que azota a esta región española durante los meses estivales.
Consejos para preparar tu visita al Monasterio de Piedra
El acceso al Parque Natural del Monasterio de Piedra está controlado, teniendo que pagar una entrada para conocerlo. En este sentido, existen dos tipos de tickets; mientras que con uno de ellos solo se visitan las dependencias monacales, siendo el idóneo para los que no están interesados en conocer la flora y fauna del lugar, la otra entrada amplía esta con la visita al parque y el espectáculo de aves rapaces. Se pueden comprar por Internet, ahorrando colas y dinero, pero también en la propia taquilla del monasterio puede adquirirlas in situ.
Por otra parte, si se escoge el recorrido completo hay que tener en cuenta que la visita tiene una duración de cerca de 3 horas, aunque todo depende de cómo te puedas recrear contemplando el paisaje. Es recomendable llevar calzado cómodo y alguna chaqueta fina, así como agua para el camino, que siempre viene bien cuando practicamos senderismo.