Cuando los turistas visitan Francia, todos se detienen en París, la ciudad turística por excelencia de todo el mundo gracias a emblemáticos monumentos como la Torre Eiffel. También muchos de ellos se acercan a la cercana Versalles y sus palacios y jardines, descubren regiones como Normandía, los castillos del Valle del Loira o el Mont Saint-Michel y, los que se atreven por el sur, hacen parada en Toulouse o Carcassonne. Sin embargo, pocos son los que piensan en Nantes cuando se plantean una ruta por el país galo, una de las ciudades más bonitas pero desconocidas por los turistas en Francia. Descubre todo lo que tienes que ver en Nantes y déjate llevar por la magia que inspiran las calles de esta ciudad francesa.
- Nantes es la capital de la región francesa de Países del Loira, siendo una de las ciudades más pobladas de todo el país.
- Cuenta con un ambiente muy señorial debido a la arquitectura que se puede apreciar en sus calles, aunque también cercana y amiga de todos los que la visitan.
- Gracias a que cuenta con un aeropuerto, cada vez más turistas se deciden a hacer una escapada de fin de semana hasta ella, ya que 2 días son perfectos para conocer todos sus impresionantes y sorprendentes monumentos.
Breve historia de Nantes
Parte del patrimonio cultural de Nantes surgió durante el período en el que fue parte del Ducado de Bretaña, como así es el castillo o la catedral. Debido a su ubicación, en pleno Estuario del Loira, el comercio y la industria astillera han marcado el paso del tiempo en su economía. Nantes llegó a convertirse, de hecho, en uno de los puertos más importantes de todo el viejo continente, aunque no todo fue positivo.
De hecho, Nantes fue uno de los puntos en los que más se traficó con esclavos negros, algo de lo que no se sienten orgullosos precisamente sus habitantes. Durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad sufrió los estragos del conflicto con la destrucción de parte de su casco urbano, aunque se ha recuperado y de nuevo luce esplendorosa ante todos los visitantes que se deciden a planear una escapada.
Qué ver en Nantes
Una vez que ya has dejado las maletas en tu hotel, comienza la aventura por Nantes. Antes de descubrir los monumentos más importantes e imprescindibles de la ciudad, es importantes destacar que la administración de turismo de la ciudad ha desarrollado la Pass Nantes. Se trata de una tarjeta que tiene un coste de unos 25€ al día y que permite coger transportes de forma indefinida durante la jornada que tiene validez, acceder a los principales atractivos turísticos y aprovecharse de descuentos para otros servicios.
Catedral de San Pedro y San Pablo
La catedral de Nantes es una de las más bellas de toda Francia, pero también la que más tardó en concluirse. La primera piedra se colocó en 1434 sobre los restos de una antigua catedral de estilo románico, a la que sustituyó. Dedicada a San Pedro y San Pablo, está declarada como Monumento Histórico y es una obra gótica. Aunque se concluyó en 1891, el estilo original se mantuvo hasta el final, respetando las trazas originales.
A mediados del siglo XX sufrió un importante incendio, pero fue totalmente restaurada, recuperando su esplendor nuevamente. En su interior, nadie debe perderse la tumba de Francisco II de Bretaña y Margarita de Foix, encargada por su hija, la legendaria reina Ana de Bretaña. Este monumento funerario está realizado en mármol y está considerado como una de las mejores muestras escultóricas del renacimiento francés.
Castillo de los Duques de Bretaña
Al igual que la catedral, el Castillo de los Duques de Bretaña también cuenta con la clasificación de Monumento Histórico. Su origen fue el de una fortaleza defensiva que estaba rodeada de un foso, sobre el cual hoy se encuentra un agradable parque. El conjunto, formado por varios edificios palatinos que abarcan desde el gótico hasta el Renacimiento, sirvió de residencia ducal hasta el siglo XV, pasando posteriormente a manos de la monarquía francesa tras el matrimonio de Ana de Bretaña con los reyes Carlos VIII y Luis XII.
El castillo de Nantes fue reformado para el nuevo uso que se le iba a dar, ya que se convirtió verdaderamente en la residencia real de los reyes de Francia cuando estaban de paso en la ciudad. De esta época es, precisamente, la casa El Pequeño Gobierno, de estilo renacentista y construida por el rey Francisco I. Esta es solo una de las que se pueden visitar en el recinto tras cruzar el puente levadizo custodiado por dos torres medievales. El castillo, aunque formando parte del Valle del Loira, no se beneficia de la declaración de Patrimonio de la Humanidad dada por la UNESCO a parte de la región.
Basílica de San Nicolás
De entra las diferentes iglesias que se pueden visitar en Nantes, además de la catedral hay que pasarse también por la Basílica de San Nicolás. Se trata de una obra de estilo neogótico que sustituyó a un anterior templo del siglo XII que, debido al aumento de tamaño de la ciudad, se quedó pequeño para acoger tantos feligreses. La basílica se construyó entre 1844 y 1869, aunque tuvo que ser profundamente restaurada tras los bombardeos que sufrió en la Segunda Guerra Mundial. Su alta torre, que supera los 80 metros de altura, es uno de los elementos más destacados.
Les Machines de l'Île
Conocidas en castellano como 'Las Máquinas de la Isla', se trata de la antigua zona de astilleros situada junto al río que ha sido reconvertida en un parque en el que se exponen figuras de animales metálicas que se accionan al paso de los visitantes. Todo el mundo creado en este rincón de la ciudad está inspirado en el de Julio Verne, que precisamente nació en Nantes, y fue diseñado por Pierre Orefice y François Delarozière.
Una de las atracciones más famosas de todas, y que ha llegado incluso a convertirse en el símbolo turístico de Nantes, es el elefante. Llega a pesar 48 toneladas y alcanza los 12 metros de altura. Cuenta con un motor que, al accionarse, pasea por la isla a las 50 personas que puede acoger en su lomo, lo cual lleva haciendo desde el año 2007.
Passage Pommeraye
A lo largo del siglo XIX, se construyeron en Europa diversas galerías comerciales. Nantes no fue una de las excepciones, siendo el ejemplo que se conserva en la ciudad el Passage Pommeraye. De tres niveles, se encuentra situado la entre la Rue Santeuil y la Rue de la Fosse. Se construyó a lo largo de tres años, entre 1840 y 1843, contando con una exquisita decoración interior de trazas clásicas, destacando las esculturas renacentistas que decoran todo el paseo.
Sus arquitectos fueron Jean-Baptiste Buron e Hippolyte Durand Gasselin, y seguramente no imaginarían que este rincón de la ciudad en el que se encuentran algunas de las mejores tiendas y viviendas de la ciudad acabaría siendo declarado como Monumento Histórico de Francia. Su inspiración es puramente parisina, con un toque elegante y romántico que aporta la piedra caliza blanca con la que fue construido.
Memorial a la abolición de la esclavitud
Como hemos comentado, uno de los capítulos más negros de la historia de Nantes fue la trata de esclavos que se llevó a cabo en la ciudad durante el siglo XIX. Hoy en día, la ciudad recuerda ese oscuro pasado y dedica todo un memorial a la abolición de la esclavitud. El proyecto comenzó a fraguarse en 1998, cuando se celebraba el 150 aniversario de la caída de este sistema, dando lugar a un monumento vanguardista semienterrado y situado en el muelle de la Fosse.
Torre Bretaña
Nadie puede irse de Nantes sin pasar por la Torre Bretaña, el único rascacielos de la capital de la región de Países del Loira. La última planta, la número 32, cuenta con una maravillosa cafetería con una decoración inspirada en una cigüeña, siendo los huevos los asientos en los que se sientan los visitantes. Nadie puede olvidarse la cámara al venir hasta este edificio, ya que desde aquí se divisan las mejores vistas de todo Nantes.
Qué hacer en Nantes
En Nantes hay que pasear y vivir sus calles. Muchas de ellas desprenden un aire hipster que gusta mucho actualmente, con numerosas referencias artísticas en sus aceras y muros, así como galerías de arte que sorprenden a todos los visitantes. Además, los restaurantes y cafés de la ciudad cuentan con una decoración, en su mayoría, fascinante, por lo que también merece la pena hacer una visita a alguno de ellos.
Uno de los lugares a los que peregrinan todos los amantes de la gastronomía es precisamente la brasserie de La Cigale, que sobresale también por su estilo Art Noveau. Abrió sus puertas en abril de 1895 y está situado muy cerca del Théâtre Graslin. Entrar en su interior es como viajar a otra época, y no es de extrañar, ya que el edificio cuenta con la declaración de Monumento Histórico, tanto por su valor artístico como también histórico.