Lisboa es la capital de Portugal y una de las ciudades del país con más encanto. También se ha convertido en una de las ciudades europeas más visitadas por su buen clima y su gastronomía. Es un destino que atrae no solo por sus calles o su comida, sino también por su vida nocturna.
Descubre todo lo que puedes visitar y su increíble patrimonio monumental a pesar del terremoto que devastó gran parte de la cuidad, un terremoto que hizo que se reconstruyeran gran parte de los edificios o que se construyeran otros nuevos, y no olvides que puedes hacerlo caminando o también en su famoso tranvía amarillo, un icono de la cuidad.
Día 1: Un paseo por Alfama
Este es uno de los barrios más representativos de la cuidad, y es imprescindible un paseo por sus calles recorriendo sus monumentos más emblemáticos, algunos de ellos con mucha historia y vistas espectaculares.
Barrio de Alfama
Este barrio, antaño de pescadores, ha ido creciendo con el paso del tiempo muy cerca de la colina en la que está ubicado el castillo de San Jorge, o más bien las ruinas que quedan de él. Debe su nombre a su origen árabe, 'Al-Hamma'. Este lugar se ha convertido en la cuna del fado y es a través de sus calles desde las que se puede disfrutar de la esencia de la capital portuguesa.
En este barrio está el jardín Botto Machado, un parque muy bonito y concurrido, aunque si hay un lugar que destaca es el mirador das Portas do Sol desde el que se puede disfrutar de la mejor panorámica del barrio. Y muy cerquita se encuentra otro mirador, el de Santa Lucía, con aire romántico y azulejos en su construcción.
Castillo de San Jorge
Aunque del castillo ya queda poco, se conoce con este nombre a las ruinas que quedan del castillo que estuvo ubicado en la colina de San Jorge, proporcionando una vista completa de la toda la ciudad, siendo una visión defensiva privilegiada. Este lugar antiguamente fue conocido como Castillo dos Mouros, y fue hasta mediados del siglo XVI cuando vivió sus años de esplendor, es más, fue convertido en Palacio Real.
Pero como muchos lugares de la ciudad, sufrió los estragos del terremoto, por lo que quedó muy dañado y hasta el siglo XX no comenzó a remodelarse. Para acceder a este castillo hay que pasar por el Arco de San Jorge y dentro se pueden ver sus once torres por las que se puede pasear. Por otro lado, posee un patio de armas, calabozos y una puerta llamado de Moniz. Una de las torres que más destaca es la de Ulises, y desde ahí se puede disfrutar de una panorámica única de la ciudad, todo gracias a un periscopio instalado en este punto.
Horario:
- 09:00 a 18:00 (noviembre-febrero).
- 09:00 a 21:00 (marzo-octubre).
- Última entrada 30 minutos antes del cierre.
- Cerrado el 1 de enero, 24, 25 y 31 de diciembre y 1 de mayo.
Precio de acceso:
- Adultos: 10€.
- Mayores de 65 años y minusválidos: 8,50€.
- Jóvenes 13 a 25 años: 5€.
- Niños de 0 de 12 años: gratis.
Panteón Nacional
Se trata de una construcción barroca que comenzó a construirse a finales del siglo XVII y que se completó del todo el año 1966, muchos años después de dar comienzo. Anteriormente había una iglesia y desde el siglo XX este edificio se utiliza como panteón, lugar donde son enterrados los portugueses más célebres. como los Presidentes de Portugal o Vasco de Gama, un explorador portugués muy reconocido.
Dentro hay una espectacular cúpula revertida en mármol policromo, con un cimborrio a través del cual entra mucha luz. Y es en la parte superior donde hay una amplia terraza desde la cual se puede disfrutar de unas panorámica de Alfama, barrio en el que se encuentra ubicado. Dependiendo de la época del año tiene unos horarios:
- Horario e verano (abril a septiembre): 10-18h de martes a domingo.
- Horario de invierno (octubre a marzo): 10-17h de martes a domingo.
- Cerrado todos los lunes y el 1 de enero, 1 de mayo, 13 de junio, Domingo de Pascua y 24 y 25 de diciembre.
Día 2: un paseo por el casco
Más allá del barrio de Alfama, el casco es una de las partes más importantes de la cuidad, recorriendo la historia que sustenta a la capital portuguesa, pasando por su catedral, uno de los templos religiosos de los que dispone, pasando por su plaza muy cerca del río Tajo.
Catedral de Lisboa
También conocida como Catedral de Sé, se trata de una construcción de estilo románico y es una de las visitas obligadas en el barrio de Alfama. Este es uno de los pocos edificios que ha conseguido sobrevivir a terremotos o incendios de la ciudad. Su construcción comenzó a mediados del siglo XII, cuando se empezó a levantar encima de una antigua mezquita, después de que se conquistara la ciudad a los musulmanes durante la Segunda Cruzada.
No fue hasta finales del siglo XIV cuando comenzó a ejercer como catedral y antes era conocía como Iglesia de Santa María la Mayor. Mientras que su estilo exterior recuerda al románico, en su interior es gótico y es ahí donde están los restos de San Vicente, el patrón de la ciudad. A pesar de no caerse durante el terremoto de 1755, sí que ha sufrido varias reconstrucciones y su apariencia actual se completó en 1930.
Horario:
- Horario de la catedral: Lunes a sábado de 09:00 a 19:00 y domingo de 09:00-20:00.
- Horario del claustro: de 10:00 a 18:00 en invierno y de 10:00 a 19:00 en verano.
- Horario del tesoro: de 10:00 a 17:00, aunque está cerrado domingos y festivos.
Precio de acceso:
- Catedral: gratis.
- Claustro: 2,5 €.
- Tesoro: 2,5 €.
- Estudiantes y Carnet Joven: 50% de descuento.
Plaza del Comercio
En este lugar se asentó el Palacio Real de Lisboa durante más de 200 años, y se ha convertido en una de las plazas más importantes de la ciudad. Este palacio acabó siendo destruido después del terremoto de 1755, y fue en ese momento cuando el Marqués de Pombal decidió reconstruir este lugar con forma de U y con tres edificios porticados en los que están algunos organismos importantes del país.
En esta plaza se puede disfrutar de Arco triunfal por el que hay que pasar sí o sí y que comunica con la Via Augusta, un lugar muy comercial. Es aquí donde están colocadas algunas esculturas, como una de Vasco de Gama o el mismo Marqués de Pombal. Es en el centro de la plaza en la que hay una gran estatua de José I, quien fue un monarca portugués y está montado en un caballo. Y para culminar este paseo lo mejor es acercarse a la orilla del río, desde donde se puede divisar una escalinata que antes usaban los reyes para desembarcar. Encima del gran arco de Via Augusta hay un mirador al que se puede subir y que permite disfrutar no solo de la plaza, sino también del río y de la calle que da nombre a este lugar.
Elevador de Santa Justa
Puede que no sea uno de los lugares imprescindibles, pero sin duda alguna es peculiar. Tiene 45 metros de altura y en su origen fue conocido como Elevador do Carno, que conecta la Baixa con el barrio del Chiado. Su construcción finalizó en 1902 y es de estilo neogótico. Está hecho sobre una estructura de hierro, recordando en cierto modo a la torre Eiffel por la técnica aplicada.
En su interior tiene dos ascensores de madera a través de los que se sube hasta la zona más amplia en forma de terraza, y es desde este lugar desde donde se puede disfrutar del río, de la Plaza del Comercio o del Castillo de San Jorge. Por otro lado, en la terraza hay una cafetería para disfrutar de un descanso antes de continuar con la excursión.
Horario:
- Todos los días: 07:30 a 21:00 (noviembre-abril).
- Todos los días: 07:30 a 23:00 (mayo-octubre).
Precio de acceso:
- 5,30 € (ida y vuelta; con acceso al mirador).
- Gratis con el billete 24 horas de las tarjetas 7 Colinas y Viva Viagem.
Día 3: Un paseo por los alrededores
El barrio de la Baixa es el más céntrico de la ciudad y perderse por sus calles también puede ser una buena opción, igual que visitar la torre de Belem, más alejada del foco en el que se concentran más turistas. Eso sí, no dudes en pasar por encima del puente del 25 de Abril, imponente y que te recordará a otro de una cuidad también muy conocida ubicada en Estados Unidos.
La Baixa
Este es uno de los lugares mejor ubicados de la capital portuguesa y es aquí donde están la mayoría de los comercios. Fue reconstruido tras el terremoto del siglo XVIII por el Marqués de Pombal, por eso guarda un estilo clásico con calles geométricas. Como curiosidad, hay muchos edificios con fachadas hechas con azulejos. Comienza en la Plaza de los Restauradores hasta la Plaza del Marqués de Pombal.
A este barrio pertenece la Avenida de la Libertad, y es sin lugar a dudas la más majestuosa, con edificios del siglo XIX y aceras llenas de mosaicos blancos y negros, tan típicos en esta ciudad portuguesa. Otra plaza muy concurrida es la Plaça do Rossio, una plaza que ya existía en el siglo XIII, una de las más animadas. A esta barrio también eprtenecen la Palza de Figueira, la Plaza del Comercio y el elevador de Santa Justa.
Torre de Belem
Aunque un poco alejada del casco histórico de Lisboa, la Torre de Belem es de visita obligada y es todo un símbolo de la ciudad. Este lugar está declarado Patrimonio de la Humanidad y está en la antigua playa de Restelo. Esta torre data del siglo XVI, cuando se construyó como fortaleza para proteger la entrada al puerto a través del Tajo, pero con el tiempo dejó de ser un lugar defensivo para usarse para otras cosas, es más, llegó a ser una prisión.
Sus obras comenzaron bajo el reinado de Manuel I, a cargo del arquitecto Francisco de Arruda y tiene mucha influencia árabe. Dentro de su estructura hay dos lugares diferenciados: la torre y el baluarte. La primera parte está repartida en cinco pisos. En los tres primeros se sitúan la Sala del Gobernador, la Sala de los Reyes y la Sala de Audiencias, en la cuarta la capilla y en la quinta la terraza. Y si estás pensando en ir a este lugar, no olvides tomar aquí mismo el conocido pastel de Belem, un dulce típico de Portugal, están hechos de hojaldre y crema, aunque los originales se siguen elaborando con una receta secreta.
Puente del 25 de abril
Este puente atraviesa el estuario del río Tajo en área metropolitana de Lisboa y en su momento fue creado como puente Salazar, por haber sido mandado construir por el jefe del Gobierno de Portugal, António de Oliveira Salazar en 1960. Fue tras la Revolución del 25 de abril de 1974 cuando comenzó a recibir dicho nombre tras la restauración de la democracia de Portugal.
Este puente recuerda a más de un turista al famoso puente de San Francisco, aunque este es más pequeño porque recorre solo 2 kilómetros. Este puente sirve para el desplazamiento de miles de coches cada día y en la parte superior están las vías del tren.