El archipiélago de las Canarias es una opción muy recurrente a lo largo de todo el año gracias al buen y constante clima que se disfruta en sus islas. Una de las más mágicas de todas es Lanzarote que, junto con Fuerteventura, es las más oriental y, por tanto, la más cercana al continente africano. Los volcanes son la seña de identidad de esta isla, donde el fuego y la lava han ido moldeando a lo largo de los siglos su fisionomía, adaptándose sus habitantes a este peculiar entorno.
Naturaleza salvaje, arquitectura, buena gastronomía y playas de ensueño son algunas de las cosas que atraen a los turistas de Lanzarote, un destino turístico que enamora y anima a repetir. Te contamos a continuación todo lo que tienes que ver en un viaje de 4 días en el que no puede faltar coger un coche de alquiler para no perderte absolutamente nada, por lo que si no te gusta conducir o no tienes carnet, puede que este no sea un viaje pensado para ti.
Día 1: el norte de la isla
La ruta de 4 días por Lanzarote que os proponemos desde Bekia Viajes comienza por la zona norte, donde se ubica la obra de César Manrique en su mayoría, el arquitecto y artista que consiguió revolucionar el campo del diseño con la conexión que estableció entre arte y naturaleza, además de crear un estilo propio para la isla de Lanzarote y toda su arquitectura. El día comienza desde el Mirador del Río, en lo alto del Risco de Famara, el punto más septentrional de la isla y desde donde se puede observar en los días claros el islote de La Graciosa y el Parque Natural del Archipielago Chinijo que lo rodea.
La siguiente parada en la ruta es el municipio de Haría, donde se continúa contemplando la herencia de César Manrique. En esta localidad se encuentra la casa del arquitecto, que encontró en este rincón de la isla " un magnetismo tranquilizador y armonioso " después de comenzar la remodelación de un antiguo caserío en 1986. Hoy en día es todo un museo dedicado a su obra, siendo muy interesante su visita. Del mismo modo, en Haría sobresalen los palmerales y el Monumento Natural de La Corona, un cono volcánico de 600 metros de altitud que constituye el punto más alto de esta región norte de Lanzarote.
Después de una pausa para comer, el viaje de este primer día en Lanzarote continúa hasta la Cueva de los Verdes, un tubo volcánico resultado de las erupciones de La Corona que desprende magia y hechiza a todos los curiosos que se adentran en sus galerías subterráneas. Lo mejor es que la visites de la mano de un guía y descubras todos sus secretos y sorpresas por ti mismo. Una vez que salgas, el camino se dirige a los Jameos del Agua, el último atractivo turístico para este primer día en Lanzarote. Creados por César Manrique, su laguna interior se ha ido formando a través de las filtraciones de agua marina, destacando que en ella habita una singular especie de cangrejo.
Día 2: entre volcanes y vino
La visita más especial que se puede realizar en Lanzarote y que es obligatoria, se viaje el tiempo que se viaje, es al Parque Nacional del Timanfaya. Se trata de uno de los conjuntos volcánicos más impresionantes de todo el mundo, que parece que te trasladan a otro planeta, como puede ser Marte. Antes de comenzar la visita propiamente dicha, una de las recomendaciones es adentrarse con un vistazo rápido a través de un paseo en camello lanzaroteño, una de las experiencias que más gustan a los turistas.
Una vez en el parque como tal, hay que subir a un autobús para recorrer sus Montañas de Fuego mientras un guía explica cada panorámica. La excursión finaliza en el Islote de Hilario, donde se lleva a cabo un experimento geotérmico que demuestra que el Timanfaya sigue muy vivo y caliente. Tras introducir agua por un tubo clavado en la tierra, esta llega hasta el fondo, que roza los 400ºC de temperatura, y sale disparada ante la sorpresa de todos. Se puede comer en el restaurante del parque, que cocina pollo asado al calor del interior terrestre. Tras ello, el coche hay que dirigirlo a Los Hervideros, una playa escarpada en plena costa volcánica en la que el mar parece que "hierve" al explosionar el agua contra los acantilados y las rocas, lo cual impresiona más todavía cuando el mar está revuelto.
Por la tarde, la visita continúa por el Valle de La Geria, donde se puede realizar una ruta entre viñedos para descubrir la cara más oculta de la isla, totalmente diferente a otras regiones vinícolas del mundo. Los lanzaroteños han tenido que adaptarse al entorno y, para el cultivo de las viñas, han utilizado la propia tierra volcánica, construyendo pequeños muros de piedra alrededor de la cepa para resguardarla del viento que suele azotar a la isla proveniente de África. El resultado es todo un campo de pequeños cráteres que más se asemejan a un paisaje lunar que a uno enológico. Como recomendación, una visita a una bodega de la zona es perfecta para catar su vino malvasía acompañado por unas papas con mojo.
Día 3: de los cactus a la playa
El tercer día hay que dirigirse de nuevo al norte de la isla, pero en este caso para visitar el Jardín de Cactus, uno de los atractivos más transitados de todo Lanzarote. Fue diseñado por César Manrique a modo de anfiteatro para albergar a las más de 1.400 especies de cactus que están presentes en él, repartidas en cerca de 10.000 plantas. Molinos construidos con ceniza volcánica terminan de dar forma al paisaje, encontrando también una tienda de souvenirs en la que puedes comprar semillas o pequeños cactus para llevarte de recuerdo.
Una vez sales del Jardín de Cactus, el coche se dirige hasta Teguise, uno de los municipios más grandes de toda la isla. Esto no es de extrañar, ya que fue la capital lanzaroteña hasta mediados del siglo XIX. Una de las visitas más interesantes es al Castillo de Santa Bárbara, que se construyó en el siglo XV y sirve actualmente de sede para el Museo de la Piratería en el que se repasa toda la historia de piratas y contrabandistas que han dejado su huella en las Canarias. Al salir, y siempre que coincida con domingo, puedes acercarte hasta el mercadillo, uno de los más importantes de todo el archipiélago y especializado en productos artesanales. El paseo por Teguise no está completo sin pasar por la Playa de Famara, una enorme extensión de arena dorada que rezuma belleza.
De vuelta al sur de la isla, siendo el destino la Playa de Papagayo, hay que hacer una parada en Femés, donde se puede aprovechar para comer en alguno de sus restaurantes el tradicional cabrito, uno de los platos típicos de Lanzarote, destacando el Balcón de Femés, donde se disfruta además de una de las mejores panorámicas de toda esta región, en concreto de El Rubicón y del Macizo de Los Ajaches. Este municipio se caracteriza además por su tierra fértil, encontrando cultivos de verduras y hortalizas en sus campos. El día termina en la relajante Playa Papagayo, situada en una cala al sur de la isla. Destaca por sus aguas cristalinas, la fina arena blanca y por estar resguardada del viento. Para acceder con el coche hay que pagar una entrada, pero merece la pena.
Día 4: la capital
Después de haber descubierto la cara más salvaje y virgen de Lanzarote, para el último día solo queda acercarse hasta Arrecife, la capital de Lanzarote. Con esta visita, los turistas comienza a aclimatarse de nuevo a la vida urbana, paseando por las comerciales calles de la ciudad y haciendo alguna parada cultural. En este sentido, destaca el Charco de San Ginés, donde se respira olor a mar y pescado por ser zona de concentración de pescadores. Esta entrada de mar se conoce como la Venecia del Atlántico y ofrece una preciosa postal que todos quieren fotografiar. También hay que pasar obligatoriamente por el Puente de Las Bolas y el Castillo de San Gabriel, fortaleza del siglo XVI reconvertida en Museo de Historia.
Dónde alojarse en Lanzarote
Una de las mejores zonas de Lanzarote para alojarse es Playa Blanca, situada al sur de la isla. Desde aquí se puede planificar a la perfección todas las visitas que os proponemos en esta ruta de 4 días. Además, cuenta con playas cercanas muy buenas en las que poder relajarse al finalizar el día y con vida nocturna en sus restaurantes y bares. Sin embargo, también Costa Teguise es una buena alternativa y está situada en una parte más céntrica, cerca de Arrecife. Por su parte, los viajeros más ligados la turismo de interior o rural encuentran San Bartolomé como la opción perfecta.
En definitiva, depende un poco de los gustos personales de cada uno, pero lo cierto es que Lanzarote no es una isla demasiado grande y sus 62 kilómetros de longitud se recorren fácilmente, por lo que cualquier zona es buena, pudiendo observar a lo largo de todos ellos el fuerte contraste de paisajes, colores y entornos que se produce en esta isla declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO.