Cantabria es uno de los destinos más espectaculares de España por la gran cantidad de atractivos turísticos y culturales que se pueden visitar en él. Además de descubrir Santander, muchos turistas aprovechan también la escapada a esta increíble ciudad para conocer el resto de rincones de la región, ya que las distancias no son muy grandes al ser una comunidad autónoma pequeña en comparación con otras como Andalucía o Castilla y León.
Uno de estos lugares que sirven de complemento a muchos turistas es Santillana del Mar, localizada a tan solo 30 kilómetros de distancia de la capital cántabra. Esta localidad es conocida como "el pueblo de las tres mentiras" porque, como dicen sus lugareños, ni es santa, ni es llana y tampoco tiene mar. A pesar de ello, se ha configurado como una de las paradas imprescindibles en Cantabria por el importante patrimonio histórico-artístico que se puede contemplar en sus calles, hecho que le ha llevado a formar parte de la lista de Los pueblos más bonitos de España.
Cuevas de Altamira, el imprescindible de Santillana del Mar
Cuando muchos se preguntan qué ver en Cantabria, una de las primeras respuestas es siempre las Cuevas de Altamira. Se trata de uno de los hallazgos de arte rupestre más importantes de todo el mundo, hecho que ha llevado a que sus pinturas sean conocidas como la " Capilla Sixtina de la Prehistoria ". Localizadas en Santillana del Mar, estas cuevas fueron descubiertas en el siglo XIX y su antigüedad supera los 14.000 años, dato que a muchos de sus visitantes sorprende, aunque más todavía cuando algunas investigaciones recientes determinan que varios fragmentos podrían llegar a superar los 30.000 años.
Las Cuevas de Altamira se encuentran dentro del museo que alrededor de ellas se construyó. La afluencia de público durante todo el siglo XX obligó a que fueran clausuradas para evitar su desaparición, para lo cual fue construida la que es conocida como Neocueva de Altamira, donde se pueden contemplar las copias de las pinturas originales sin ningún riesgo de perderse o dañarse. No obstante, todavía cinco privilegiados semanales pueden adentrarse en la primitiva cueva durante 40 minutos, entre cuyas salas destaca la de los Polícromos, la postal rupestre más famosa del mundo.
En ella se encuentran representados los famosos bisontes y caballos rojos que en tantos libros de historia aparecen estampados a la hora de explicar la Prehistoria, más de 300 figuras cuyo valor conllevó que las Cuevas de Altamira fueran declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985.
Un paseo por las calles de Santillana del Mar
Aunque el principal reclamo turístico de la localidad cántabra son las Cuevas de Altamira, lo cierto es que hay que aprovechar la excursión para conocer el resto del pueblo, que destaca por la herencia medieval que conservan todavía hoy sus calles adoquinadas. De este modo, el monumento más importante después de las cuevas es la Colegiata de Santa Juliana, la muestra de arte románico más importante de toda Cantabria que fue levantada entre los siglos XI-XII. Aunque el acceso a su interior no es gratuito, ya que hay que pagar 3€, se puede visitar de martes a domingo, siendo especialmente interesante la portada, rematada con un frontón en el que se representa a la patrona del templo, y el claustro, cuyos arcos del siglo XII ya avanzan la llegada del gótico.
La antigua plaza del mercado, actual Plaza Ramón Pelayo, es el corazón del casco histórico de la villa, despuntando en ella las Torres del Merino y Don Borja, dos magníficas muestras de arquitectura gótica civil con las que podrás respirar ese ambiente medieval de Santilla del Mar del que hablamos, y la Casa Consistorial, ubicada en un edificio del siglo XVIII. Por su parte, numerosas casonas y palacios de estilo renacentista y barroco se distribuyen por las calles de la villa, demostrando el poderío pasado que llegó a tener, sobre todo a raíz de la participación de muchos de sus habitantes en la expansión de España por Europa y América en los siglos XVI y XVII.
Del Renacimiento de Santillana del Mar se pueden destacar, por ejemplo, el Palacio de Velarde o la Casa de la Parra, edificios de piedra rematados con pináculos que se integran perfectamente en el entorno gracias a sus fachadas de piedra. Por su parte, del período barroco sobresale principalmente la Casa de los Hombrones, hoy en día reconvertida en un restaurante en el que se puede degustar comida tradicional de Asturias y Cantabria, la Casona de los Bustamante, que sobresale por el aspecto montañés de su arquitectura, y el Convento de San Ildefonso, en el que se venden dulces realizados por las propias monjas dominicas que todavía regentan el monasterio.
Aunque los edificios anteriores son meras pinceladas de las muchas casonas que encontrarás mientras descubres las calles de Santillana del Mar, también hay que fijarse en otras casas más humildes que han pervivido igualmente al paso del tiempo, destacando las que combinan las fachadas de piedra con los balcones blancos y de madera propios de la arquitectura popular montañesa del norte de España. Durante la primavera, muchas de ellas adornan sus fachadas con flores que le dan un aspecto todavía más rural y coqueto del que ya tienen el resto del año.
Todo el paseo por el casco histórico de Santillana del Mar es muy cómodo porque es peatonal, pudiendo acceder con el coche solamente los residentes, lo que hace que la magia del entorno se conserve todavía mejor. Una de las fotografías más bonitas que se pueden sacar de las calles adoquinadas y casas de piedra de la villa cántabra es desde la Calle del Río, con su abrevadero en primer plano, la colegiata románica al fondo del todo y a los laterales las tradicionales casonas de con balcones de madera.
Qué hacer en Santillana del Mar
Además de pasear por las calles del casco histórico, contemplar algunos de sus monumentos y viajar al pasado prehistórico con la visita al Museo de Altamira, en Santillana del Mar tienes que reservar tiempo para algunas cosas más. Los amantes del arte tienen que acercarse a este municipio porque en muchas de las casonas que hemos mencionado anteriormente se encuentran salas de exposición con muestras artísticas muy interesantes. Para los más pequeños de la casa, en las inmediaciones hay localizado un zoológico, aunque seguramente también disfrutarán entrando a las diferentes tiendas de artesanía que hay repartidas por las calles de la localidad. Por último, nadie puede irse del pueblo de las tres mentiras sin tomar a media tarde un vaso de leche con bizcocho, la merienda típica.