A la hora de sumergirse en un viaje para descubrir los rincones más sorprendentes de Francia, uno puede dar con lugares tan maravillosos y acogedores como Saint-Malo. La paz y la tranquilidad que transmite, unidas a sus inmejorables paisajes y su buena gastronomía francesa, hacen que se presente como uno de los destinos obligados dentro de la región de Bretaña. Una vez allí, merece realmente la pena sumergirse en su pasado traspasando los muros de su histórica ciudad e indagando, también, entre las propuestas turísticas de los alrededores. Así, para comenzar este curioso y bonito viaje, iniciaremos esta ruta por Saint-Malo descubriendo lo que se encierra tras su conocida ciudad de Intramuros.
Puerta de Saint-Vincent
Descubrir la historia de esta increíble ciudad portuaria sera fácil, una vez se traspasen los muros de su característica fortificación del siglo XIII. Así, para su acceso, la entrada más característica para adentrarse en lo que se conoce como Intramuros recibe el nombre de Saint-Vincent, aunque también existe otras puertas conocidas como la Puerta de Dinan, la Gran Puerta y la puerta Saint-Pierre, entre otras.
Optar por la primera de ellas te ayudará a establecer un recorrido mucho más simple, comenzando por aquellos lugares de interés turístico que más al norte se encuentren y siguiendo el propio camino que marca la muralla. Además, te aconsejamos que dediques también parte de tu visita a pasear por la parte alta de estos muros, desde las que te esperan unas bonitas panorámicas de la ciudad y sus vistas al mar.
Place de Chateaubriand
Una vez dentro de Intramuros, perderse por sus calles acabará convirtiéndose en uno de los mejores planes del día, descubriendo a su paso pintorescas fachadas y rincones de película.
Y en uno de estos paseos, no muy lejos de la Puerta de Saint-Vincent, será fácil dar con la Place de Chateaubriand, donde los días con buen tiempo acaban haciendo del bullicio de sus bares y restaurantes el principal atractivo de este magnífico lugar. Además, también es posible visitar allí mismo la casa en la que nació el famosos escritor que da nombre a dicha plaza Chateaubriand, ahora convertida en un precioso hotel.
Catedral de Saint-Vincent
Prácticamente en pleno centro de esta ciudad corsaria se encuentra el que podría considerarse, por excelencia, monumento histórico estrella de este bonito rincón de la Bretaña francesa. Nada más y nada menos que la Catedral de Saint-Vincent, en la que la fusión de estilos con gran carácter, como son el gótico y el románico, hacen que tanto su fachada como el interior de la iglesia desprendan una grandeza pletórica.
Reconocida como Monumento Histórico, es considerada también como una de las más importantes de toda Francia, habiendo sido sede del antiguo obispado de Saint-Malo durante más de 5 siglos.
Bastion de Hollande
Acceder a este bonito lugar de Intramuros, instalado en lo alto de la muralla de la ciudad de Saint-Malo, también es posible para aquellas personas que sufran de movilidad reducida. Gracias a la Rampa de Moulins Colin, resulta fácil poder llegar hasta allí y disfrutar de las vistas y el olor a mar.
Allí, tanto el monumento a Jacques Cartier como los cuatro cañones que lo custodian serán los principales testigos de todas las fotografía que, seguro, tomarás de este idílico y relajante rincón malouino. Además, las vistas a la playa de Môle y de Bon Secours te animarán a probar la gélida temperatura de las aguas del famoso Canal de la Mancha.
Playa de Bon Secours
Quizás sea una de las playas más concurridas de todo Saint-Malo. Y la verdad es que no es para menos ya que, además de poder contemplar desde ella unas maravillosas vistas hacia dos de sus grandes monumentos en plena mar, el Grand Bé y el Petit Bé, también ofrece la posibilidad de probar y sumergirse en las aguas de su increíble piscina natural, formada una vez baja la marea. Eso sí, en días de calor y buen tiempo, tendrás que echar mano de tus mejores habilidades para encontrar sitio en la arena antes que nadie. ¡Suerte!
Grand Bé
Te resultará fácil avistar desde la playa de Bon Secours otra de las posibles visitas durante tu estancia en Saint-Malo: la isla de Grand Bé. Y decimos posible porque acceder a ella solo dependerá de cómo se encuentre la marea en ese momento en concreto, a no ser que no te importe llegar hasta allí nadando. Dato curioso tanto para ir como para volver, ya que no serías ni el primero ni último que se lleva una sorpresa... La isla se encuentra totalmente deshabitada, por lo que quedarte allí por unas horas será lo más parecido a estar en una isla desierta tu solo... Mientras tanto, podrías visitar su pequeño cementerio, donde se encuentra la tumba de François René de Chateaubriand.
Petit Bé
Y junto al lado de la isla Grand Bé se encuentra la que se puede considerar como su "hermana pequeña": la isla Petit Bé. Un rincón de Saint-Malo excepcional en el que evadirse del bullicio del centro de la ciudad, mientras la marea lo permita -eso si-, y desde el que también se pueden capturar maravillosas instantáneas de toda la ciudad corsaria. Una perspectiva diferente que invita a pasear alrededor de esta fortaleza del siglo XVII, construida para defender a la ciudad de los ataques enemigos.
Fort National
Otro de los grandes fuertes instalados a las afueras de Intramuros recibe el nombre de Fort National. Un auténtico emblema de la ciudad que Siméon Garengeau mandó a construir en el año 1689, por orden del rey Luis XIV, y que también ejerció como defensa durante las batallas libradas en esta ciudad bretona. Asimismo, y al igual que ocurre con el Grand Bé y el Petit Bé, llegar hasta ella será posible si la marea da un poco de tregua, pudiendo contemplar desde bien cerca la grandeza de esta joya histórica. Además, divisarla desde lo alto de la muralla de la ciudad también te ayudará a retratar una preciosa imagen de esta ruta por la Bretaña francesa
Playa Le Sillon
Y justo a los pies del Fort National nace la que es considerada como la playa principal de la ciudad, más allá de las dos protegidas por los muros de la parte histórica de Saint-Malo. Así, la playa Le Sillon, extendida a lo largo de más de 3 kilómetros, se convierte en el lugar idóneo de descanso tras una dura jornada visitando Intramuros. Ese rincón en el que sentarse a escuchar el mar, leer con su precioso paisaje de fondo o disfrutar rodeados de amigos, familia o quien quiera que sea nuestro acompañante de viaje. De lo que sí estamos seguro es que, además de volver sabiendo más sobre la historia de esta ciudad, también acabarás cogiendo un tono de piel bastante favorecedor.
Grand Aquarium
Fuera de las murallas, alejado del centro de esta ciudad bretona, se halla otro de los atractivos a visitar en esta ruta por la bonita cité de Saint-Malo, más aún si viajas acompañado de niños. Aunque con o sin lo más pequeños de la casa, lo cierto es que su recreación de escenarios tan conseguida y su gran reserva de animales marinos hacen que la visita merezca la pena. Un entorno maravilloso en el que aprendas más sobre las especies marinas que se pueden encontrar tanto en Francia como en el resto del planeta. ¡No te defraudará!
Pero aún más allá de Saint-Malo, y si tus vacaciones, tu tiempo y tu dinero te lo permiten, existen muchos lugares mágicos cercanos también por descubrir...
Isla de Jersey
La ciudad de Saint-Malo también ofrece la posibilidad de contratar excursiones con salidas a destinos tan curiosos como la isla británica de Jersey, hasta la que es posible llegar tras un viaje de 65 kilómetros en ferry. Tan cerca se encuentra de la ciudad corsaria que incluso, con suerte, se puede llegar a divisar en los días más claros desde los propios muros de la cité.
Una isla cuyas dimensiones se sitúan entre los 14 kilómetros de largo y los 8 de ancho y que se presenta como u auténtico regalo de la naturaleza, con 80 kilómetros de costa y muchas alternativas para recorrer ciertos puntos de la isla por inimaginables senderos.
Dinard
Situada justo enfrente de Saint-Malo, al otro lado de la desembocadura del río Rance, se sitúa otro paraje de obligada visita en nuestro viaje por la Bretaña francesa. La ciudad recibe el nombre de Dinard y podríamos decir que guarda un cierto parecido con la mediterránea capital del cine francesa, como es Cannes.
Por un lado, por haber sabido conservar su pletórico y característico estilo de la Belle Epoque, con multitud de casas del siglo XIX, y también por acoger, durante cada mes de octubre, el festival de Cine Británico. Además, merecen también su correspondiente visita lugares como la playa de L'Écluse, la Punta de Moulinet y la Punta de la Malouina, desde donde es posible fotografiar una preciosa panorámica con Saint-Malo de fondo.
Dinan
De pronunciación y escritura muy parecida a la anterior, también se presenta la ciudad de Dinan como un acierto seguro en este viaje -siempre y cuando quede algo de tiempo extra para explorar los alrededores de Saint-Malo-. Aquí, los corsarios quedarán relegados a un segundo plano para dar paso a los escaparates medievales.
Monumentos de aquella época que hoy en día se conservan en fabuloso estado y que invitan a los turistas a indagar por cada uno de sus rincones. Eso sí, no podrás irte de allí sin antes haber explorado lugares como la calle de Jerzual, el castillo y sus murallas, el casco histórico y su pequeño puerto.
Cancale y el Mont Saint-Michelle
Y por supuesto, la visita que bajo ningún concepto debería faltar en este viaje es la del Mont Saint-Michelle. Aunque antes de llegar allí, te proponemos una corta parada en el pueblo de Cancale. Lo suficiente como para degustar, de primera mano, su riqueza gastronómica, característica por sus ostras y su marisco, y encontrar, entre la bruma de la bahía, la imponente sombra del Mont Saint-Michelle.
Así, tras cruzar a tierras de Normandía, uno acaba hallando tesoros históricos tan importantes como este, catalogado en 1979 como Patrimonio Mundial de la UNESCO. Llegar hasta su abadía a través de sus pequeñas calles te harán sentir como una escena de cuento. ¡Eso sí! Si viajas en coche hasta allí, tendrás que tener especial cuidado también con las horas de las mareas, si no quieres encontrar tu coche "navegando" en alta mar.