Marsella es uno de esos destinos que logra adaptarse a la perfección a las demandas de sus propios turistas. Por un lado, ofreciendo visitas y paradas históricas que dejan a sus visitantes conocer un poco más sobre los sucesos acaecidos en la ciudad y, por otra parte, obsequiando estas rutas culturales con grandes regalos de la naturaleza, como son el archipiélago de Friou l -visibles desde lo alto de la Basílica de Notre-Dame de la Garde- y sus Calanques.
No obstante, y a pesar de que en un día completo se puedan descubrir sus rincones más importantes, aconsejamos dedicar a esta ciudad algo más de dos días, para poder reservar una jornada entera a la visita de sus maravillosas Calanques. No te decepcionarán, te lo aseguro. Además, Marsella es conocida por ser la segunda ciudad más poblada de Francia, después de París, y por disponer del puerto comercial más importante del país y del Mediterráneo, algo que le ha hecho estar en el punto de mira de muchos turísticas.
Así, conozcamos un poco más algunos de los tesoros que guarda esta ciudad de la región de la Provenza.
Puerto Viejo
La primera parada por excelencia en la visita a esta ciudad francesa del Mediterráneo es su conocido Puerto Viejo. Un rincón de lo más pintoresco que invita a fotografiarlo desde cualquier perspectiva. Y todo por la belleza, sencillez y cercanía que transmite de primera mano. Aquí, más allá de los lujosos barcos y yates que uno podía llegar a encontrar en el famoso Puerto de Hércules, en Mónaco, serán los barcos pesqueros y de recreo los que protagonicen todas nuestras instantáneas. Y es que hay que decir que el lugar merece mucho la pena. Sobre todo, si se visita a primera hora de la mañana.
En este momento del día, uno se puede encontrar con el espectáculo de la venta de pescado fresco y con una gran tumulto de turistas y marselleses a los que les fascina admirar el encanto de este lugar desde bien temprano. Así, además de explorar esta zona céntrica de Marsella paseando por su hermoso puerto, también surge la opción de admirar la ciudad desde las alturas gracias a su Gran Noria. Sin embargo, a pesar de la gran vitalidad matinal de este Puerto Viejo, hay que decir que la magia de la noche le convierte en un lugar muy especial.
Fuerte de San Juan y Fuerte de San Nicolás
Dentro de toda la historia que guarda la ciudad de Marsella, destacan sus dos grandes fuertes, instalados a ambos lados del Puerto Viejo. Por un lado, nos encontramos con el Fuerte de San Juan, una fortificación que data del siglo XII y que se dice fue elegido, por aquel entonces, como lugar estratégico de vigilancia y defensa por la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén.
De él destacan, en la actualidad, la torre de planta cuadrada, levantada tras el saqueo de los aragoneses en el siglo XV y la Torre del Fanal, de mediados del siglo XVII. Además, presume de haber sido nombrado, hace casi 70 años, como Monumento Histórico de Francia. Frente a él, al otro lado del Puerto Viejo, se encuentra otro de los grandes ejemplares históricos, en cuanto a fortaleza se refiere. Nada mas y nada menos que el Fuerte de San Nicolás, cuya historia se remonta al movimiento de sublevación La Fronda, en el siglo XVII.
Un levantamiento que enfrentó al pueblo francés contra el poder de la realeza, provocando la caída de parte de la era era la muralla medieval. Más tarde, el rey Luis XIV ordenó la construcción de la Ciudadela de San Nicolás, utilizando piedras de la antigua muralla a modo simbólico. Aunque fue con la Revolución Francesa cuando este fuerte terminó por adoptar su imagen actual. Una visita que merece la pena tanto por sus recuerdos como por las vistas de la parte más alta del fuerte -único punto accesible-.
Catedral de Santa María la Mayor
La Catedral de Santa María la Mayor en Marsella puede presumir ser la única en su estilo en toda Francia. Y es que, ya desde su exterior, se percibe una imagen que resulta a la vez extraña y familiar, siendo la perfecta mezcla entre el románico y el bizantino. Un resultado artístico que atrae a miles de turistas hasta sus alrededores, intentando captar su estructura desde sus diferentes ángulos y descubriendo lo que en su gran interior alberga.
Allí, una vez se traspasa su maravilloso pórtico, parece difícil no poder apreciar su grandeza, caracterizado por sus colores vibrantes y su imponente luz. Además, hay que destacar la presencia de diferentes tipos de banderas colgadas a los lados de la nave central, representando a las diferentes comunidades que viven en Marsella. Un auténtico espectáculo visual, con poco más de 100 años de historia, que invita a todos los turistas de la ciudad a conocerla en profundidad.
Barrio Le Panier
Una vez nos adentramos en la historia de la Catedral de Marsella, la de Santa María la Mayor, hay que decir que nos sumergimos a la vez en la parte más antigua de toda la ciudad: el barrio de Le Panier. Así, sin darnos cuenta, conseguimos dar con una de las zonas más pintorescas de este gran núcleo urbano, el cual arrastró durante unos años la etiqueta de zona de mala reputación.
Fue a partir del siglo XVII, cuando la clase pudiente de Marsella decidió alejarse del centro de la ciudad e instalarse en los barrios de la zona este, dejando Le Panier como lugar de residencia de pescadores y armadores. De esta forma, además, las calles de este hermoso distrito marsellés fueron llenándose con la llegada de multitud de inmigrantes, lo que le hizo adoptar una mala imagen.
Fue a mediados del siglo XX, tras ser Marsella bombardeada por los alemanes -especialmente, en esta zona de la ciudad-, cuando Le Panier adoptó una imagen totalmente diferente y más acogedora. Una resultado final con el que, hoy en día, logra atraer a todos los turistas que viajan hasta este punto geográfico de la Costa Azul. Entre sus lugares más característicos destacan la Vieille Charité, el taller de alfarería Sardine d'Argile, la Place de Lenche y la Place des Treize Cantons.
Basílica de Notre-Dame de la Garde
Y como lugar estrella, obligo y esencial de esta ruta por la ciudad de Marsella se encuentra su Basílica de Notre-Dame de la Garde. Da igual si eres de los que les gusta el turismo de iglesias, basílicas y catedrales. El recorrido, en cuesta, hasta llegar a este punto de la ciudad merecerá la pena. Y no solo por apreciar bien de cerca esta gran obra artística, sino por poder contemplar, desde lo alto, auténticas panorámicas de ensueño.
Para llegar hasta allí existen diferentes alternativas. Por un lado, realizando el camino a pie, para lo que se necesita estar bien mentalizado de tener que subir cuestas de infarto, hasta alcanzar la cima de 162 metros de altura. La segunda opción, algo más apetecible para aquellos que no quieran combinar el turismo con el deporte, el autobús número 160 con parada en la misma Notre-Dame de la Garde. Sea el camino de llegada que se elija, lo importante es no perderse esta gran obra neobizantina.
Un lugar de rezo para todos los marselleses que, además, se encarga de velar por el bienestar de todos sus ciudadanos, marineros y pescadores. Además, se dice que todavía antes de los partidos del Olympique de Marsella, muchos aficionados son los que se dirigen allí para encender velas y rezar por su equipo. Sea por la razón que sea, lo cierto es que, tanto desde fuera como por dentro, la majestuosidad de Notre-Dame de la Garde deja alucinado a cualquiera. Un lugar en el que, se mire donde se mire, rebosa el arte.
Palacio Longchamp
El Palais Longchamp y sus jardines también son una de las atracciones imprescindibles es esta visita al sur de Francia. Aunque, en esta ocasión, y para agilizar el resto de visitas por la ciudad, será necesario tomar ya sea el metro, el tranvía o el autobús para llegar hasta allí. En cualquiera de sus opciones, la parada siempre será la misma, Longchamp, así que no tendrá perdida alguna. Una vez allí, encontrar el camino hasta el palacio será fácil.
Un monumento que destaca por su portentosa y bella imagen y que data de la segunda mitad del siglo XIX. De estilo barroco, se trata de una columnata semicircular que une las dos alas de este palacio, actualmente ocupadas por el Museo de Historia Natural y el Museo de Bellas Artes. Por lo que dicha visita podrá tener un objetivo doble: disfrutar de un agradable y tranquilo paseo entre sus zonas verdes, culminando frente a su bonita fuente, y aprender de la mano de estos dos grandes museos. Eso ya queda a elección de cada uno.
Castillo de If
Si viajas algo más de un día a la ciudad de Marsella, te aconsejamos dedicar gran parte de una mañana a la visita del Castillo de If. Primero, por su extraordinaria ubicación, ya se encuentra instalado en una pequeña isla del archipiélago de Frioul, y segundo, por poder visitarlo tranquilamente y sin prisas de saber cuál será tu siguiente visita del día. Y es que el Castillo de If merece especial atención. Una portentosa fortaleza construida a principios del siglo XVI, por orden de Francisco I, cuya función acabó dando un giro de 180 grados.
Así, levantada para mantener en defensa la ciudad, acabó convirtiéndose en una oscura y fría cárcel, en mitad del mismo Mar Mediterráneo. Su preso más conocido hasta la fecha es José Custodio Faria, en quien se inspiró Alejandro Dumas para dar vida al personaje de Abate Faria, amigo del personaje protagonista Edmundo Dantès, en la obra El Conde de Montecristo. A finales del siglo XIX, esta fortaleza perdió su vocación carcelaria y pasó a estar abierta a las visitas del público. Eso sí, se dice que hoy en día se puede ver el agujero que el supuesto "Edmundo Dantès", en la vida real, realizó en su propia celda.
Abadía de San Víctor de Marsella
La Abadía de San Víctor de Marsella se encuentra a pocos metros del Fuerte de San Nicolás. Su construcción se remonta a nada más y nada menos que el siglo V, soportando sobre sus muros más de 1.500 años de antigüedad. Así, conocida por ser, además, uno de los edificios más antiguos de toda ciudad, la Abadía de San Víctor se formó entonces como una gran fortaleza y centro religioso para Marsella, ya que hasta el siglo X sirvió como residencia para los distintos obispos de la ciudad.
Fue más adelante, en plena Edad Media, cuando se edificó su todavía actual iglesia y se ampliaron sus murallas con la famosa Torre Isarn. Asimismo, otra de las visitas a realizar en esta abadía es su cripta, en la que se dice estar enterrados algunos de los mártires de Marsella, entre ellos el mismo San Víctor. Asimismo, la Abadía de San Víctor también ofrece a sus visitantes la posibilidad de percibir algunos restos arqueológicos de cuando la ciudad se encontraba habitada por civilizaciones griegas y romanas. Un auténtico tesoro histórico.
Estadio Vélodrome
Y más allá del turismo histórico-religioso, la ciudad de Marsella también parece tener cabida para alguna que otra visita turística-deportiva. Y como lugar estrella se encuentra el Estadio Vèlodrome, ubicado en la zona de Saint-Giniez. Su inauguración tuvo lugar en el año 1937, en un partido contra el Torino, y desde entonces se conoce como el hogar del equipo de fútbol Olympique de Marsella.
Asimismo, conocido como el segundo estadio francés después del de París, es allí donde se han celebrado campeonatos como la Copa Mundial de la FIFA de 1998, las Eurocopas de 1984 y 2016, la Copa Mundial de Rugby 2007. Por su parte, se le conoce con el nombre de Vélodrome ya que, hasta finales de los 80, hizo también las veces de velódromo. Tanto que se llegaron a disputar acontecimientos como competiciones de gimnasia, de atletismo, campeonatos mundiales de bicicleta de pista y también la llegada del Tour de Francia.
Las Calanques
Y si todavía tienes tiempo y fuerzas para conocer algunos de los tesoros naturales cercanos al centro de Marsella, te aconsejamos que no te pierdas las auténticas imágenes de postal que te ofrecen sus maravillosas Calanques. Auténticas calas al más puro estilo francés a las que podrás acceder tras un largo camino a pie en descenso, paseando entre bosques y acantilados de infarto.
Un verdadero reclamo turístico que nadie quiere perderse y al que se puede acceder a través de coche y autobús, desde donde emprender el camino que nos lleve hasta sus extraordinarias Calanques. Asegúrate de llevar la suficiente batería como poder hacer fotos durante horas. Lo necesitarás.