Criticada y rechazada tanto por madrileños y madrileñas de a pie como por expertos en arte y arquitectura, la mezcla de estilos es la principal y polémica característica de la Catedral de La Almudena, la sede de la Archidiócesis de Madrid que superó el cuarto de siglo en 2018 cuando cumplió los 25 años de su consagración por el papa Juan Pablo II. Se trata, por tanto, de la catedral más joven de España, siendo su acceso gratuito, algo que no ocurre con otros templos catedralicios donde el previo pago para acceder a su interior está a la orden del día. Nos adentramos en La Almudena para descubrir a continuación todos sus secretos, desde los de la propia catedral hasta los de su recóndita cripta.
Por qué Madrid no tenía catedral: el origen de La Almudena
Que la catedral de Madrid sea tan joven no es baladí, ya que la capital de España no tenía posibilidad de contar con un templo catedralicio por haber pertenecido hasta 1885 a la Archidiócesis de Toledo, siendo desde ese año cuando la ciudad cuenta con su propia diócesis, lo que le permitió levantar una catedral. Unos años antes, en 1868, se había derruido como consecuencia de la ampliación de la Calle Mayor y dentro de los planes de desamortización eclesiástica del siglo XIX la Parroquia de La Almudena, que era la iglesia más antigua de Madrid y donde se daba culto a la imagen de la Patrona de la ciudad, la Virgen de La Almudena.
La Parroquia de Santa María la Mayor o de La Almudena tiene su origen en el Mayrit o Madrid musulmán. Después de la aparición milagroso de la imagen de la Virgen en el cubo de la muralla tras la recuperación de la ciudad por las tropas cristianas de Alfonso VI de Castilla en 1083, el rey decide colocar la efigie en el altar de la reconvertida mezquita mayor en iglesia. A lo largo de los siglos, la parroquia principal de la Villa fue ampliada, por lo que su conglomerado de estilos, en este caso, respondía a la necesidad de dar mayor cobijo a fieles que se acercaban a venerar a la Patrona de la ciudad, y siempre añadiendo elementos propios de cada época.
La fisionomía de la extinta iglesia de La Almudena se conoce por la cantidad de grabados de la época que se conservan, destacando el mudéjar primitivo que se vio estilizado con el paso de los años, sobresaliendo un claustro gótico o la portada neoclásica de Ventura Rodríguez. En su interior, además de dar culto a la imagen gótica de la Virgen de La Almudena, que fue esculpida en madera a principios del siglo XVI y está atribuida a Diego Copín de Holanda, sustituyendo a la primitiva talla que se quemó y cuyas cenizas se guardan en el cuerpo de la actual efigie, también se custodiaban obras de arte que hoy podemos ver repartidas por distintos puntos de Madrid, como "El milagro del pozo" de Alonso Cano que actualmente se expone en el Museo del Prado. La última misa que se celebró en la iglesia fue en octubre de 1868 y después el edificio fue demolido. La imagen de la Virgen de La Almudena pasó por distintos templos de la capital hasta que la catedral que comenzó a construirse en 1883 fue concluida.
La Almudena, una criticada y polémica catedral para la capital del país
Como si de la propia novela "Los pilares de la Tierra" de Ken Follet se tratara, Madrid emprendió la construcción de su catedral. Auspiciada por la reina María de las Mercedes, esposa de Alfonso XII y fiel devota de la Virgen de La Almudena, se cedieron unos terrenos propiedad de la Corona situados frente al Palacio Real para levantar una nueva iglesia que acogiera a la Patrona de Madrid. Se proyectó una nueva parroquia, aunque la creación de la Diocésis de Madrid dos años después de iniciarse la construcción provocó que el diseño tornase a otro más ambicioso. En este momento, la Real Colegiata de San Isidro se convirtió en la catedral temporal de la ciudad, título que mantuvo hasta 1993 cuando La Almudena fue consagrada por Juan Pablo II. Se planteó un modelo neogótico al estilo de Viollet-le-Duc, maestro de la famosa ciudad francesa de Carcassone, que en aquel momento imperaba en toda Europa.
El primer elemento que se concluyó fue la cripta. Factores como la Guerra Civil o la falta de fondo provocaron que durante décadas se paralizasen las obras, hasta que fueron retomadas en 1950, cuando el arquitecto Fernando Chueca Goitia se hace cargo de ellas y cambia el diseño por completo. La catedral continuaría siendo gótica en su interior, pero neoclásica en el exterior a fin de crear un entorno más armonizado junto al Palacio Real. En conclusión, parece que La Almudena fuera un ratón de laboratorio sobre el que llevar a cabo experimentos de todo tipo, puesto que presenta rasgos estilísticos de lo más dispar, restando valor al edificio. Lo que podría haber sido una joya de la arquitectura del siglo XX ha acabado siendo, para muchos expertos en la materia, un "copipega" de elementos de edificios de épocas anteriores, brillando por su ausencia la originalidad. A pesar de ello, pocos pueden negar que la fachada principal con las torres laterales está perfectamente integrada con el Palacio Real, que era lo que se pretendía con el cambio de diseño.
Qué ver en la Catedral de La Almudena
Dedicada a Santa María la Real de La Almudena, la catedral de Madrid se encuentra situada en pleno Madrid de los Borbones. Se accede por la puerta lateral, ya que la principal, situada en la fachada de la Plaza de la Armería, solamente se abre en las ocasiones especial, como el día 9 de noviembre, cuando se celebra el día de la Patrona, o en las grandes celebraciones de la Familia Real, que suelen celebrarse en este templo, como así fue la boda de los reyes Felipe VI y Letizia en mayo de 2004.
El retablo de Juan de Borgoña, de estilo flamenco y situado en el crucero derecho, es una de las principales obras de arte de la catedral, estando situada en su hornacia central la talla de la Virgen de La Almudena sobre un pedestal de plata que proviene de su antigua y desparecida parroquia, un regalo del pueblo de Madrid en tiempos de Felipe IV. Bajo este altar se encuentra la capilla funeraria de la Reina María de las Mercedes, impulsora de la construcción de la catedral y que no pudo ser enterrada en El Escorial por no haber dado heredero al trono de España a Alfonso XII.
Otro de los elementos más destacados que podemos contemplar en la catedral es el impresionante órgano, cuya melodía resuena por todos los rincones del templo cada vez que lo tocan. El altar de la iglesia está decorado por una pinturas murales de estilo modernista, un estilo más que sumar a los muchos que presenta La Almudena, que fueron realizadas con motivo de la boda de los reyes Felipe y Letizia, contrastando con el maravilloso crucificado barroco de Juan de Mesa que procede de la Colegiata de San Isidro y que preside el presbiterio. Del mismo modo, en la catedral madrileña se conserva el arca funeraria de San Isidro, así como dos primitivas tallas de madera del Patrón de la capital y su esposa, Santa María de la Cabeza, que también se trajeron de la Colegiata para decorar el templo.
Uno de las cosas que se pueden hacer en la catedral de Madrid y que muy pocos conocen es subir a la cúpula, desde donde se contempla una de las mejores vistas de la parte más antigua de la capital, es decir, el Madrid de los Austrias. Para acceder hasta esta terraza hay que pagar la entrada del Museo Catedralicio de La Almudena, donde se exponen joyas de orfebrería religiosa, importantes mantos que se utilizaban para vestir antiguamente a la Virgen o valiosos libros y cuadros. Por su parte, el acceso al resto de la catedral es gratuito y diario.
La Cripta de La Almudena
Para muchos, el gran secreto de la Catedral de La Almudena es la cripta sepulcral, que se ha constituido realmente como iglesia propia al ser la Parroquia de Santa María de La Almudena, erigiéndose como la heredera del antiguo templo en el que se dio culto a la Patrona de Madrid. Se trata de un conjunto neorrománico compuesto por más de 400 columnas, siendo cada una distinta, y cientos de vidrieras que se consideran las más valiosas de la ciudad, en el que se encuentran enterrados todos aquellos que con sus donaciones contribuyeron a la construcción de la catedral, aunque todavía quedan sepulturas libres.
La joya de este templo es la Virgen de la Flor de Lis, una pintura mural del siglo XIII y estilo románico de gran valor artístico por su antigüedad, sobre todo si tenemos en cuenta la falta de muestras románicas en la Comunidad de Madrid. Se venera en una de las 18 capillas que se pueden contemplar en la cripta, todo un conjunto de piedra en el que rezuma misterio y que sobrecoge a todo el que la visita.