La brisa del mar Mediterráneo o el gusto modernista de su arquitectura son algunos de los motivos que han consagrado a Barcelona como una de las ciudades más cosmopolitas de Europa. Sin embargo, la capital de Cataluña también ha conseguido conservar grandes tesoros que, a través de sus piedras, relatan su largo pasado y contrastan con su prometedor futuro, ya que la historia barcelonesa todavía continúa escribiéndose, como en constante construcción también está la Basílica de la Sagrada Familia, símbolo y estandarte de la Ciudad Condal. Para acudir a esos vestigios de la Barcelona más medieval y antigua, los pasos de los turistas se dirigen hasta el Barrio Gótico, aunque lo que muchos desconocen es que el origen de algunos de estos monumentos que se encuentran a su paso no es tan remoto como aparenta.
A pesar de que esta ciudad española nació en torno a este barrio que forma parte del distrito de Ciutat Vella, su gótica denominación es tan romántica como controvertida, ya que buena parte de los edificios que dan forma a este entorno son construcciones de estilo neogótico que se levantaron a finales del siglo XIX y primeros del XX. Este es posiblemente el secreto mejor guardado del Barri Gòtic, como así se le conoce en catalán, siendo un secreto tan buen escondido detrás de capiteles, columnas o arcos ojivales que llega a pasar desapercibido para prácticamente todos los turistas que pasean por sus coquetas y laberínticas calles. Sin embargo, no por ello deja de ser una de las visitas imprescindibles cuando se planifica un viaje a Barcelona.
De Barrio de la catedral a Barrio Gótico
Todos aquellos que quieran conocer Barcelona al completo no pueden dejar de visitar el Barrio Gótico. En esta zona nació la ciudad que hoy en día contemplamos, en un momento en el que nadie imaginaba que el primitivo asentamiento romano de Barcino llegaría a convertirse en la gran urbe modernista que es en la actualidad. Durante la época medieval comenzó a configurarse su laberinto de calles, siendo también el momento en el que se erigió la Catedral de la Santa Cruz y Santa Eulalia, cuya construcción comenzó en 1298. Precisamente, fue a raíz de este hecho cuando esta zona de la ciudad comenzó a conocerse como 'Barrio de la catedral'.
La historia del barrio continuó escribiéndose hasta el siglo XVIII, cuando la masificación que sufría provocó que se aprovechase cualquier espacio para construir viviendas y dar cobijo a más residentes. Sin embargo, décadas más tarde la ciudad comenzó a tomar conciencia de la importancia de conservar este histórico entorno que un día le vio nacer y fue entonces cuando llegó el gran cambio del barrio. La reconversión de antiguos cementerios parroquiales en amplias plazas o el derribo de murallas fueron algunas de las actuaciones que se llevaron a cabo, aunque fue ya a comienzos del siglo XX cuando se produjo la transformación y configuración definitiva del que pasó a conocerse como Barrio Gótico.
La reforma definitiva del Barrio Gótico
A finales del siglo XIX y durante las tres primeras décadas del XX, el Barrio Gótico adquirió la forma y estética que todavía hoy podemos contemplar cuando paseamos por sus estrechas calles. En un momento en el que el Romanticismo y la exaltación del pasado estaban a la orden del día, los barceloneses también quisieron recuperar lo que un día pudo ser y, como si se tratase de la francesa Carcassonne y el proyecto de Viollet le Duc, llevaron a cabo la recreación de un entorno puramente medieval inspirado en el gusto gótico, un estilo presente en algunos edificios de la zona.
La reforma del Barrio Gótico comenzó a gestarse con la Exposición Universal de Barcelona en 1888, cuando la Ciudad Condal experimentó un gran progreso económico y social que se reflejó en su arquitectura. Sin ir más lejos, fue en aquel momento cuando se tomó la decisión de finalizar la Catedral de la Santa Cruz y Santa Eulalia, proyectando una portentosa fachada de estilo neogótico y rematando el templo con un bello cimborrio. La misma intervención se realizó en otros edificios, destacando también la construcción del Puente del Bisbe en la década de los años veinte y una de las grandes postales del distrito. En definitiva, el Barrio Gótico, denominación que mantiene desde 1911, no es tan gótico como aparenta.
Los imprescindibles del Barrio Gótico
Una vez descubierta una de las primeras incógnitas del barrio no tan gótico del centro de Barcelona, es momento de comenzar a conocer los diversos monumentos que esconden sus laberínticas calles. Palacios, iglesias o plazas son algunos de los tesoros arquitectónicos que enamoran a los turistas. A continuación, recogemos las joyas más emblemáticas que hechizan a los visitantes por la magia y la elegancia que desprenden sus trazas, ya sean góticas o neogóticas, del siglo XV o del XIX-XX.
Catedral de Barcelona
A pesar de lo que muchos pueden llegar a creer por la importancia que tiene para la ciudad, la Sagrada Familia es una basílica y la auténtica catedral de la ciudad es la iglesia dedicada a Santa Cruz y Santa Eulalia, siendo esta última la patrona oficial de Barcelona, mientras que la Virgen de la Merced es la de la archidiócesis. El templo se erigió a finales del siglo XIII sobre los restos de una catedral románica anterior y de una basílica paleocristiana, lo que demuestra que este espacio siempre ha estado dedicado al culto y la espiritualidad.
La catedral barcelonesa refleja el alma del barrio en el que se levanta. Por un lado, su interior es gótico puro, siendo llamativas sus altas bóvedas de crucería y sus ventanales, por donde penetra luz de vivos colores gracias a sus vidrieras, algunas del siglo XIV. Por otra parte, el exterior responde al estilo neogótico de finales del XIX, propio del ambiente romántico e historicista de la época y cuando se dotó al templo de una portentosa fachada hasta entonces inexistente. A diferente de otras catedrales góticas de España, como la majestuosa de Burgos, la de Barcelona no contaba con una arquitectura exterior imponente hasta que se ejecutó esta reciente reforma.
Puente del Bisbe
La postal por excelencia del Barrio Gótico de Barcelona se encuentra en la Calle del Bisbe, o del Obispo en castellano. En ella, se levantó en 1928 un puente levadizo para unir la Casa de los Canónigos con el Palacio de la Generalidad, destacando que el primero de los edificios fue utilizado durante décadas como residencia privada del presidente de la Generalitat. El estilo escogido fue, como no podía ser de otro modo, el neogótico, pero con unos rasgos puramente flamígeros que recuerdan a los de la Capilla de Sant Jordi, ubicada dentro del citado palacio. Nadie que visite el Barrio Gótico puede irse sin pasar por debajo de este hermoso puente, el gran símbolo del renacer de este entorno.
Palacio Real Mayor
El Palacio Real Mayor es otro imprescindible del Barrio Gótico, ya que traslada a los visitantes al pasado de la Ciudad Condal. Esta antigua residencia real se levanta sobre el espacio en el que discurría la primitiva muralla romana y ha estado en funcionamiento desde su construcción como vivienda de los Condes de Barcelona en el siglo XI, habiendo sido reformado en sucesivas ocasiones para amoldarlo al uso que se le daba en cada momento.
El gusto románico primitivo todavía se aprecia en la escalinata principal del Salón del Tinell, uno de los tres edificios que componen el conjunto del recinto real. La Capilla de Santa Ágata, uno de los grandes ejemplos de estilo gótico de principios del siglo XIV que se conservan en la ciudad, y el Palacio del Lloctinent, construido por orden de Carlos I y que hasta finales del siglo XX fue sede del Archivo General de la Corona de Aragón, son las otras dos obras que configuran el Palacio Real Mayor, actualmente utilizado como sede para el Museo de Historia de Barcelona y el Museo Frederic Marès.
Basílica de Santa María del Pi
Los turistas del Barrio Gótico también tienen que reservar tiempo para visitar la Basílica de Santa María del Pi. Su rosetón está a la altura de los de grandes catedrales como la 'Pulchra Leonina', alcanzando los 10 metros de diámetro e iluminando la nave central de la iglesia. Sin embargo, no solo de luz natural se sirve este templo, puesto que también se alumbra con cientos de velas que cada día encienden creyentes o visitantes. Esta basílica fue construida a lo largo de todo el siglo XVI, por lo que conserva un gusto gótico puro y auténtico que le convierte en una auténtica joya de la arquitectura religiosa de Barcelona. Además, su campanario es uno de los grandes miradores de la ciudad, otro motivo más para adentrarse en el interior de este monumento.
'Petó', arte urbano en forma de beso
De entre todos los imprescindibles del Barrio Gótico, no hay que dejar pasar de largo tampoco la obra de arte urbano 'El mundo nace en cada beso', con la que se demuestra que incluso en la parte más histórica de Barcelona ha conseguido penetrar el ambiente modernista y cosmopolita que caracteriza a la capital de Cataluña.
Conocida popularmente como 'Petó', que significa 'beso' en catalán, es un mosaico de Joan Fontcuberta que representa un gran beso realizado a partir de 4.000 fotografías cotidianas. Para poder contemplarlo hay que desplazarse a la Plaza de Isidre Nonell, muy cercana a la catedral, y aquellos privilegiados que puedan que disfruten de este curioso mural con un beso para el recuerdo.
Los secretos del Barrio Gótico
Además de los monumentos que se pueden visitar en el Barrio Gótico, durante el paseo por este encantador entorno no hay que perder de vista tampoco los detalles que se esconden detrás de esquinas, escalinatas o tiendas, y que en muchos casos se pueden descubrir usando bien los sentidos, y no solo la vista. Por sorprendente que pueda parecer, el olfato es un gran aliado, a pesar de que muchos turistas olviden lo importante que es usar la nariz para terminar disfrutando de una buena recompensa. Estos son algunos de los secretos del Barrio Gótico de Barcelona que harán que te enamores más todavía de este histórico conjunto de calles.
- Calavera del Puente del Bisbe : Cuando se pasea por debajo del Puente del Bisbe, hay que alzar la mirada y contemplar un curioso secreto que esconde. Se trata de una calavera atravesada por una daga a la que rodean decenas de leyendas; desde aquellos que afirman que quien retire la daga provocará una catástrofe en la ciudad, hasta los más positivos que aseguran que quien caminen por debajo del puente de espaldas y pidan un deseo, se acaba cumpliendo.
- Ocas en la catedral : Los visitantes que deciden adentrarse en el interior de la Catedral de Santa Cruz y Santa Eulalia se van a encontrar con trece curiosas amigas en el claustro del templo. Se trata de una familia de ocas que habita en este espacio, simbolizando cada una de ellas un martirio que sufrió la patrona de Barcelona, cuyos restos mortales se veneran dentro de la propia iglesia.
- Una puerta templaria : También pasa desapercibido para muchos turistas el secreto de la Calle del Timó. Se trata de un callejón que, debido a que suele estar cerrado con una verja, no llama la atención de los transeúntes, aunque al final del mismo hay una puerta cuya historia se remonta al siglo XIII. Fue construida por los Caballeros Templarios para entrar y salir de su encomienda de Barcelona sin tener que cruzar la muralla de la ciudad.
- Calle del chocolate : La calle Petritxol obliga a los turistas a hacer uso de su olfato. Mientras caminan por ella, disfrutan de un aroma a chocolate que sale de las diversas chocolaterías que desde el siglo XVII hacen las delicias de los barceloneses. Fue la primera calle peatonal del Barrio Gótico y su historia se narra a través de sus adoquines por los que diariamente pasan miles de personas que quieren deleitarse con este inconfundible olor, antes de activar el sentido del gusto.
- Atentado de Fernando El Católico : ¿Qué hubiera pasado si Fernando II de Aragón hubiera muerto antes que Isabel I de Castilla? Esto estuvo a punto de suceder el 7 de diciembre de 1492, cuando el Rey Católico sufrió un atentado en las escalinatas del Palacio Real Mayor que casi le cuesta la vida. Los amantes de la historia tienen una cita en el Barrio Gótico para recordar este y otros hechos que a lo largo de los siglos han ocurrido en sus calles.