Hay ciudades en las que la lluvia no supone un obstáculo para salir y disfrutar de sus secretos, rincones y tesoros. Durante esos días en los que el paraguas es el mejor complemento, los turistas deciden planificar actividades que aparentemente suelen ser secundarias y pasan desapercibidas, pero que les terminan sorprendiendo de tal forma que se convierten en algunas de las favoritas de todo el viaje. Precisamente, esto es lo que sienten muchos de los que visitan Barcelona durante sus jornadas más húmedas. Aunque la capital de Cataluña no se caracteriza por ser un destino especialmente lluvioso, es imprescindible tener anotados una serie de planes diferentes a los habituales por si amanece un día oscuro en el que tener que ponerse a cubierto, pero sin renunciar al disfrute.
Una tarde en el Museo Frederic Marès
Barcelona se ha convertido en las últimas décadas en un referente internacional en turismo cultural, y en gran parte esto es debido a su oferta museística. Desde el Museo Nacional de Arte de Cataluña, pasando por el Museo Picasso, el de Arte Contemporáneo o el Museo de Historia situado en pleno Barrio Gótico, son muchos los turistas que se decantan por sus salas para disfrutar de una mañana o tarde dedicada a la cultura. Sin embargo, muchos viajeros pasan por alto el Museo Frederic Marès, que se emplaza en las dependencias del Palacio Real Mayor y atesora una de las colecciones más singulares de España, siendo un plan imprescindible para los días de lluvia en la capital de Cataluña, especialmente para quienes sean amantes de la historia y el arte.
Mientras que la lluvia cae sobre los centenarios tejados de Barcelona, los visitantes que se adentran en las salas del Museo Frederic Marès disfrutan de uno de los grandes tesoros de la ciudad. De hecho, en esos días de paraguas son muchos los que, contemplando la impresionante colección de vírgenes románicas que abre la exposición, reflexionan sobre la cantidad de tormentas que habrán vivido esas milenarias imágenes a lo largo de los siglos. Hoy en día, están refugiadas en este museo gracias al propio Frederic Marès, escultor catalán que dedicó parte de su vida a coleccionar diversos objetos, principalmente de arte religioso que abarca desde el Románico hasta el Barroco. No obstante, las últimas plantas del museo también exponen sus colecciones de sellos, fotografías, relojes o muñecas.
Vermut, comida y café en Plaza Real
Por muy tentador que sea quedarse en casa los días de lluvia, acomodados en el calor del sofá y viendo una buena serie, en Barcelona hay que hacer un pequeño esfuerzo, coger el paraguas y desplazarse hasta la Plaza Real. Se trata de uno de los rincones más famosos del Barrio Gótico, llegando a afirmar los propios residentes que nadie que haya visitado la ciudad puede haberse ido sin pasar por ella. Esta plaza, que cuenta con farolas diseñadas por el propio Antonio Gaudí, siendo de sus primeros trabajos en la capital de Cataluña, es un sitio perfecto para pasar un día de lluvia alternando vermut, comida y café sin necesidad de salir de ella, mientras se espera a que escampe.
- Cervecería Canarias : la ruta gastronómica por la Plaza Real de Barcelona tiene que comenzar en la Cervecería Canarias, donde hay que disfrutar del vermut previo a la comida. Para acompañarlo, lo mejor es pedir las patatas bravas, que son unas de las mejores del Barrio Gótico y perfectas para abrir el apetito.
- Les Quinze Nits : este restaurante es la mejor opción para comer en Plaza Real, siendo famoso por sus arroces. Sin embargo, cuenta con otras suculentas opciones en la carta, destacando también la posibilidad de escoger el menú, compuesto por primero, segundo y postre, el cual también ofrecen los fines de semana y festivos. Les Quinze Nits suele estar bastante concurrido, por lo que es importante ir con tiempo para poder coger una mesa.
- Ocaña : siga o no lloviendo en Barcelona, la visita a la Plaza Real tiene que finalizar en Ocaña, uno de los bares imprescindibles de la ciudad. Su nombre lo recibe de José Pérez Ocaña, pintor y artista travesti que fue todo un ídolo durante la Movida Barcelonesa de los ochenta gracias a sus performance y el activismo que ejerció para visibilizar el movimiento queer. El local es pura fantasía, con una decoración muy cuidada, siendo también un rincón para los amantes del arte, que no deben dejar de contemplar las obras que visten sus paredes. El café, en Ocaña.
Yacimiento del Mercat del Born
Aunque haya que hacer uso del paraguas para llegar hasta el Mercat del Born, el paseo bajo la lluvia merece la pena para disfrutar de una agradable mañana o tarde conociendo el yacimiento arqueológico que se encuentra en su interior. Sin duda, este es uno de los muchos secretos de la Ciudad Condal que la gran mayoría de los turistas pasa por alto, debido a que no se esperan que en su interior se encuentren los vestigios de la Barcelona de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Mientras que España asistía al fallecimiento sin descendencia de Carlos II, último Rey de la Casa Habsburgo, Europa entera se preparaba para una guerra en la que la dinastía austríaca se enfrentó a los Borbones para evitar que Felipe de Anjou se sentase en el trono español.
Barcelona tomó partido por el pretendiente austríaco en aquella guerra de sucesión cuya principal consecuencia fue la pérdida de la hegemonía española en el continente europeo. Todo esto y mucho más se narra en los paneles del yacimiento del Mercat del Born, en el que también es posible encontrar llamativas curiosidades. Por ejemplo, en él se conserva la Calle Corders de Viola, cuyo nombre hace referencia a la cantidad de fabricantes de cuerdas de guitarra y violas que se concentraban en ella, o la conocida como 'Casa de la Nieve', una de las dos casas halladas en el Born que se dedicaban a la distribución de hielo para no solo conservar alimentos, sino elaborar manjares tan demandados en la época como los granizados de almendras.
Delicias de conventos en Caelum
En pleno Barrio Gótico, en el entramado de calles que un día conformaron la judería de la ciudad, pervive al paso del tiempo una de las cafeterías más auténticas de Barcelona. Se trata de Caelum, donde es posible degustar dulces procedentes de conventos y monasterios de diversos rincones de España al tiempo que se disfruta de un café o té caliente, o cualquier otra bebida espirituosa elaborada también en esos retiros de paz. Este pintoresco lugar es el refugio perfecto para un día de lluvia, aunque suele estar muy concurrido.
Caelum cuenta con dos espacios diferenciados : un saloncito con vistas a las calles de la Palla y Banys Nous, y otro que se sitúa en el sótano del local, siendo muchos los que apuntan que hubo un día en el que en él se ubicaron unos antiguos baños judíos del siglo XIV. Quienes quieran catar las yemas de Santa Teresa, tocinillo de cielo, bizcochos de canela, panellets o la torta de Santiago, pero no dispongan de mesa, pueden comprar estos dulces y llevárselos a casa. Desde el sofá, y degustando estas delicias, se puede seguir viendo caer la lluvia y cómo los relámpagos pueden llegar a iluminar también el salón.
Tarot en Les Gens que J'aime
Fundada en 1967, Les Gens que J'aime es una de las coctelerías más míticas de Barcelona, por lo que se presenta como un plan perfecto y diferente para un día de lluvia en la Ciudad Condal. Adentrarse en este local supone cruzar una puerta del tiempo, como si del propio Ministerio del Tiempo se tratase, y regresar a la época de los 60. Como dicen en el propio establecimiento, es un rincón donde disfrutar de la Barcelona más modernista.
Sus asientos de terciopelo y sus piezas de arte de estilo ecléctico destacan nada más adentrarse en Les Gens que J'aime. Sentados en ellos, o apoyados en la barra, se pueden disfrutar de copas como el Whisky Sour, uno de los cócteles estrella de la carta, aunque cuenta con otros más tradicionales, como los mojitos, que también son otra opción para un buen trago a última hora del día. Pero, por si fuera poco, todos los días de la semana, a partir de las 20:30h, hay sesión de tarot. En definitiva, en Les Gens que J'aime no solo se viaja al pasado por unas horas, sino que también es el lugar perfecto para descubrir el prometedor futuro.