París tiene el Sena, Londres cuenta con el Támesis, y si pasas por Berlín, verás el Spree, un río no tan famoso como los dos anteriores, pero que tiene su importancia. Ni qué decir tiene que es impresionante asomarse por Viena y Budapest y admirar lo magnífico que es el Danubio, o incluso el Moldava que riega Praga. Además de estas, existen otras capitales que cuentan con un río grande que es un atractivo turístico en sí mismo... y luego está Madrid y su Manzanares, ese gran olvidado e incomprendido.
El río que atraviesa la capital de España nunca gozó de muchas simpatías; se le acusó de pequeño, de poco caudaloso e incluso de 'arroyo aprendiz de río', como señaló el propio Francisco de Quevedo. Si hasta los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, la capital catalana daba la espalda al mar, en Madrid nadie ha mirado a un río que solo impresiona cuando la sequía se ceba con él y cuenta con un caudal menguante.
En Barcelona, la reconciliación llegó con los Juegos Olímpicos, pero en Madrid no hizo falta, y menos mal, porque parece que la llama olímpica jamás se encenderá en la capital de España. En 2004 comenzaron las faraónicas obras de soterramiento de la M-30 que rodeaban las orillas del Manzanares. Tras el acondicionamiento exterior, el 15 de abril de 2011 se abrió un parque que aunque está lejos de ser perfecto, sigue siendo una delicia para madrileños y visitantes y ha mejorado la vida de los vecinos de la zona.
Zonas verdes, zonas de juegos, terrazas para tomar algo, puentes y pasarelas componen los 1.210.881 metros cuadrados con los que cuenta Madrid Río, y que han posibilitado la existencia de un corredor verde desde El Pardo hasta el Nudo Sur y que también une el Parque Lineal del Manzanares y la Casa de Campo. En este parque de 120 hectáreas se encuentran 40.771 m2 de instalaciones deportivas, en los que hay 33 pistas para practicar deporte, tres de actividades para mayores y 17 zonas de juegos infantiles. Los pequeños más aventureros tienen toboganes y una tirolina para pasárselo en grande junto al Manzanares.
Aquí sí hay playa
Para unir más las dos orillas, se cuenta con 33 pasos y se rehabilitaron puentes como el de Praga, el de San Isidro y el de Toledo. Este último provoca la unión de tradición y modernidad al haberse integrado tan bien en Madrid Río. De todos modos, para modernidad está el puente diseñado por Dominique Perrault, emplazado entre el Puente de Toledo y el Parque de la Arganzuela, que destaca por su belleza contemporánea.
En el citado Parque de la Arganzuela se encuentra uno de los grandes atracciones del lugar, la playa urbana de Madrid, un espacio compuesto por tres recintos acuáticos de forma ovalada y de escasa profundidad para refrescarse en verano, cuando el calor aprieta en la ciudad. Por su parte, el Salón de Pinos y los 5.963 árboles de 47 especies y los 470.844 arbustos de 38 especies componen la oferta de flora de Madrid Río, para que se pueda decir que realmente es un parque. Ya para redondear, se encuentran el Matadero, que ha ganado mayor visibilidad y encanto para un espacio cultural imprescindible, y un centro comercial para aquellos y aquellas que se cansen de tanto parque y quieran irse de tiendas. Madrid Río tiene para todos los gustos.