Mérida es siempre un viaje apetecible. Pasear por la capital de Extremadura en el siglo XXI es recordar aquella Emérita Augusta tan importante en el Imperio Romano. Y para ello basta con salir a sus calles y disfrutar de los monumentos que evocan aquella urbe romana fundada en el año 25 a.C por orden de Augusto para instalar a los soldados eméritos que habían luchado en las guerras cántabras.
Dos milenios más tarde se conservan monumentos de incalculable valor como el Acueducto de Los Milagros, el Circo romano, el puente romano sobre el río Guadiana, el Arco de Trajano, el Templo de Diana, la Casa de Mitreo y las joyas de la corona: el Anfiteatro y el Teatro Romano. Todos ellos merecen una o mil visitas para admirar su majestuosidad, su belleza y su encanto. Y para ello, puedes quedarte en el Parador de Mérida, un establecimiento hotelero con mucho encanto que esconde un secreto no apto para todo el mundo.
El Parador de Mérida fue un convento del siglo XVIII
Situado en la calle Almendralejo, el Parador de Mérida se ubica en el Convento de Jesús, obra de 1725 de estilo barroco clasicista que fue fundado en su momento por la orden hospitalaria de los monjes franciscanos. Se erigió sobre las ruinas del templo romano a la Concordia de Augusto, y ese pasado romano se honra con el claustro de columnas romanas que se conserva. Además, se puede admirar el Jardín de las Antigüedades, donde se encuentran restos arqueológicos romanos, pero también visigóticos y mudéjares.
El fantasma de la habitación 205
Hasta ahí, nada se sale de la norma. Pero todo cambia en la habitación 205 del Parador de Mérida. De ello nos habla Javier Pérez Campos, periodista y escritor que nos ha hecho pasar miedo en libros como 'Los Guardianes' y 'Los Intrusos' y que volvió a hacerlo con 'Immaturi'. El autor nos muestra que la habitación 205 del Parador de Mérida es un lugar que puede ser aterrador para unos o mágico para otros.
A Javier Pérez Campos le va la marcha, y por eso siempre que visita la capital extremeña pide esta habitación en la que se han registrado sucesos paranormales protagonizados por un niño que se aparece y que resulta un poco travieso para las personas que se encargan de arreglar la habitación, que dicen hacer la cama, darse la vuelta y encontrársela deshecha al momento, o que juega con ellas encendiendo y apagando la luz a cada momento.
De todos modos, si los amantes de lo sobrenatural no tienen a su disposición la 205, que se queden tranquilos, porque en una noche en la 204, la 207 y esa parte del hotel también puede ser intensa. Se trata de la zona antigua del Parador, donde se encontraba el antiguo convento, y en la que los pasillos son largos. Y aunque están bien iluminados, da cierto respeto caminar en solitario a ciertas horas de la noche.
El monje franciscano que se pasea por el Parador
Pero hay más. "Los trabajadores y la gente que ha visitado el lugar dice que se han encontrado con diferentes figuras recurrentes que se han aparecido y que les han provocado un auténtico pavor. Uno de ellos es un monje con hábito franciscano que se pasea por la zona de recepción, por los pasillos que comunican con uno de los salones y al que han escuchado caminar en medio de la noche, al que han visto incluso algunos huéspedes", nos contaba.
Todo esto no supone un problema para la reputación del hotel, porque quien no está interesado en el asunto, no se va a enterar o no va a creer que ocurre nada, mientras que a quien sí cree y confía, va a querer quedarse en el Parador una y otra vez a ver si con suerte (para ellos), se aparecen Manolito o Fray Domingo Gabriel, el monje anteriormente citado que se deja ver alguna que otra noche.
En ese sentido, recordaba el periodista que Paloma Navarrete, fallecida colaboradora de 'Cuarto Milenio' y por tanto compañera de Javier Pérez Campos, estuvo en el Parador y dijo haber visto a Fray Domingo Gabriel: "Ella decía que iba vestida con un hábito como de franciscano, que el monje estaba muy enfadado con ella porque decía que ese no era un espacio para mujeres, que era la hora de la oración y que él se tenía que marchar. Finalmente le dijo que se llamaba Fray Domingo Gabriel".
"Descubrimos después, gracias a la periodista Israel Espino, que efectivamente hubo un franciscano que era Fray Domingo, que fue fundamental para la historia del convento porque fue el creador del primer espacio en el que se exponían las primeras piezas arqueológicas romanas que se fueron encontrando en la ciudad, es decir, uno de los primeros museos de la ciudad lo crea en ese convento un monje llamado Fray Domingo. Y para más inri, estos franciscanos habían puesto nombre a las diferentes provincias donde tenían ellos sus conventos y resulta que la de Mérida era la de San Gabriel, con lo cual sería Fray Domingo de San Gabriel, y Paloma estaba hablando de Fray Domingo Gabriel".
La lápida de Myrinus en el Museo Romano
"Hay gente que busca la experiencia. Yo me dedico a viajar, a investigar y a documentar cosas y mis libros también son de aventuras de viaje y la gente puede leer y pensar que quiere conocer esos escenarios. Quiero conocer la tumba de Myrinus, quiero dormir en la habitación del Parador. Son libros que también proponen experiencias y la gente quiere viajar para vivir sensaciones. Es otra forma de viajar y la gente se está dando cuenta de que el misterio es un atractivo, que no es solo lo habitual, sino que las leyendas, las tradiciones también sirven para conocer una ciudad", manifestó el periodista y autor de 'Immaturi', que además de ser un gran fan del Parador, lo es del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, otro de los grandes atractivos de la ciudad.
Y lo es no solo por las joyas arqueológicas que guarda, donde destacan unos impresionantes mosaicos que prueban la riqueza e importancia que tuvo Emérita Agusta, sino porque el museo "está sobre un antiguo cementerio. En parte era un cementerio infantil romano".
El Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, inaugurado el 19 de septiembre de 1986 y obra del arquitecto Rafael Moneo, tiene entre sus obras la tumba de un niño esclavo romano llamado Myrinus : "Es una lápida muy curiosa, porque a pesar de ser la lápida de un niño esclavo, está decorada, aparece una inscripción de Claudia Marciane, que dice: 'Claudia Marciane le dedica esta tumba a Myrinus, niño esclavo romano'. Y es una tumba que puede visitarse hoy en el Museo de Arte Romano", explicó Javier Pérez Campos.
Museo Nacional de Arte Romano
- Dónde: C/ José Ramón Mélida, s/n. Mérida (Badajoz)
- Horario: Del 1 de octubre al 31 de marzo: De 09:30 a 18:30 horas (de martes a sábado). Domingos y festivos de 10:00 a 15:00 horas | Del 1 de abril al 30 de septiembre: De 09:30 a 20:00 horas (de martes a sábado). Domingos y festivos de 10:00 a 15:00 horas
- Precio: 3 euros | Entrada reducida: 1,5 euros
- Página web: Museo Nacional de Arte Romano
La aparición de Myrinus una fría noche de otoño
Además, el autor relata la historia que esconde Myrinus: "Hace unos años, Marta, una médico de un pueblo cercano a Badajoz, sale de Badajoz para trabajar muy temprano, a las seis de la mañana. Es finales de octubre o principios de noviembre, hace mucho frío ya, y dice que entre Badajoz y Solana de los Barros ve un niño caminando de espaldas al vehículo en el arcén de la carretera ".
"Ella va deteniendo el coche hasta casi pararlo porque le sorprende primero la ropa del niño. Va vestido con una túnica blanca, con un cíngulo, un cinturón romano y con los pies descalzos. Eso le sorprende porque hace mucho frío para ir vestido de esa manera. Y cuando está a punto de detener el coche, a través del retrovisor ve que el niño lleva un corte de pelo muy particular, un flequillo corto sobre la cabeza, pero que debajo de ese flequillo no hay nada", añadió.
" No hay rasgos faciales, es solo una oscuridad muy profunda que le hace descubrir que aquello no es un niño normal. Y eso le provoca tal pavor que sale a toda velocidad de allí. Nosotros descubrimos, gracias a Israel Espino, que a unos 40 kilómetros de esa zona se encontró la tumba romana de un niño llamado Myrinus, que era un niño esclavo. Y Marta, la testigo, nos habló, sin saber nada de esto, que la sensación que le había dado es que aquel era un niño esclavo romano porque los ropajes blancos inmaculados iban manchados, estaban sucios, estaban ajados. Parecía que había estado trabajando, incluso había manchas en las piernas. Estaba como si viniera de trabajar de algún sitio".
"Marta describe una cosa y años atrás en ese lugar se ha encontrado una tumba de características muy similares. Y es una tumba que puede visitarse hoy en el Museo Romano. Y no fue la única, porque en toda esa zona, nos contaban, los arqueólogos, habían aparecido otras tumbas similares de niños de la antigua Roma ".
Cuenta además que en el museo se puede ver "la cabeza del niño romano, una talla del siglo I, que cuando nosotros la vimos cuando estábamos investigando el caso, nada más verla, pensamos en la descripción que Marta nos había hecho del peinado del niño, de ese niño al que ella había visto. Y le hicimos una foto y se la llevamos a Marta. Y Marta nos decía, 'es exactamente el peinado que yo había visto'. Lo único que en esa talla sí que se ve un rostro, un rostro infantil, y Marta lo que veía debajo de ese flequillo era una oscuridad, decía más oscura que la propia noche", expresó el autor de 'Immaturi'. Y así, miedo para algunos, pasión para otros y negación e indiferencia para los demás. Sea como sea, cualquier excusa es buena para conocer o volver a Mérida.