Aunque Luis XIV supo que había construido una auténtica maravilla, hasta él mismo se sorprendería de que el Palacio de Versalles y sus jardines configurasen un nuevo estilo artístico y arquitectónico que corrió como la pólvora entre las coronas europeas. Todos los monarcas del Viejo Continente querían contar con su propio Versalles y la gran mayoría llegó a conseguirlo. Si queréis seguir la estela que ha ido dejando este maravilloso palacio por los distintos países de Europa, descubre a continuación la lista de los otros Versalles que puedes visitar fuera de Francia.
La Granja de San Ildefonso (España)
Felipe V fue el primer Borbón que reinó en España. Era nieto del propio Luis XIV de Francia y había nacido en Versalles. Al llegar a su nuevo reino, todo le pareció oscuro, humilde y sencillo, ya que muy lejos estaba el gusto castellano de los alcázares españoles con el rococó francés. Es por ello que, para sobrellevar de una mejor manera la morriña que sentía, intentó importar su Versalles natal a España a través de la construcción del palacio y jardines de La Granja de San Ildefonso. De hecho, de todos los tipos de construcciones en Europa que siguen este modelo palatino francés, el español es el que más se asemeja. Cuenta también con estancias como la famosa Galería de Espejos o la de Columnas, siendo sus fuentes el motivo principal que atrae a sus turistas.
Palacio Schönbrunn de Viena (Austria)
El color amarillo es lo más llamativo de este impresionante palacio imperial vienés, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Fue la residencia de verano de la Familia Imperial Austriaca, los famosos Habsburgo que desde el siglo XIII habían retenido en sus manos el control y destino de buena parte de Europa. Su interior es sumamente elegante y los jardines el elemento favorito de los turistas. Cuenta con varias fuentes, destacando la de Neptuno, desde donde se observa la mejor panorámica del palacio. Sus dimensiones y estilo barroco han provocado que se haya ganado el título de Versalles austriaco, siendo construido unos años posteriores al original francés, aunque se hicieron sucesivas ampliaciones en siglos posteriores que le dotaron el aspecto actual, sobresaliendo las que ordenó la Emperatriz María Teresa.
Palacio Real de Caserta (Italia)
Al igual que el anterior, el Palacio Real de Caserta está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Fue construido por Carlos III de España, que por entonces también era rey de Nápoles, quien quería dotar al sur de Italia de una residencia real que estuviera a la altura de Versalles. Gracia al proyecto que encargó a Luigi Vanvitelli, el monarca consiguió su objetivo aunque nunca lo vio terminado, contando el sur de Italia con un majestuoso edificio barroco próximo al neoclasicismo cuyo interior se asemeja al Palacio Real de Madrid. Rodeado de varias hectáreas de parques y jardines que tienen diferentes fuentes de estilo francés, fue donando en el siglo XX al pueblo italiano por el rey Víctor Manuel II. Caserta es el Versalles italiano y uno de los palacios más grandes del mundo.
Palacio Het Loo (Países Bajos)
El Palacio Het Loo se encuentra situado en Apeldoorn. De estilo barroco, se trata de la residencia real más impresionante de los Países Bajos y su construcción fue ordenada por Guillermo III en 1684. Es conocido como el Versalles holandés porque se inspiró claramente en el palacio francés de Luis XIV, ya que los monarcas de los Países Bajos también querían impresionar a sus invitados y que vieran la riqueza de su Corona. Cuando la esposa del rey, María Estuardo, se convirtió en reina de Inglaterra, se embelleció todavía más el palacio para demostrar el poderío de los reyes, agrandando sus jardines. En ellos se ha formado un paisaje a base de arbustos de formas y laberintos, así como las fuentes. Si algo tienen en común todos estos palacios son los juegos de agua y el Palacio de Het Loo no iba a ser una excepción.
Palacio de Eszterháza (Hungría)
Se trata del edificio barroco más importante de Hungría, hecho que facilitó que fuera conocido como el Versalles húngaro. El artífice de esta magna obra fue el Príncipe Nikolaus Esterházy, que había visitado el palacio francés en 1767, aunque el tono amarillo de su fachada también recuerda al Schönbrunn de Viena. Se cuenta emplazado junto al Lago Neusiedl, que está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, por lo que el entorno es único. Sus jardines son extensos, pero quizá en este caso prima más el interior del palacio que el exterior, estando decoradas sus cerca de 130 habitaciones con un gusto fino e italiano. Aunque a la muerte de su constructor el palacio fue prácticamente abandonado, fue visitado en ocasiones puntuales por influyentes personajes, como la Emperatriz María Teresa de Austria.
Palacio de Drottningholm (Suecia)
El Real Dominio de Drottningholm cuenta con la declaración de Patrimonio de la Humanidad y es uno de los lugares más visitado de Suecia. Situado en una isla del Lago Mälaren, su construcción comenzó tras el incendio del anterior castillo en 1661 y hoy en día es una de las residencias reales oficiales de la Familia Real Sueca. Fue diseñado en estilo neoclásico por el arquitecto Nicodemus Tessin y su interior hace gala del rococó francés. Este palacio, de grandes dimensiones, cuenta con un parque en sus alrededores que está abierto al público y por la magnitud de todo el complejo es considerado el Versalles sueco. Además de los jardines, también sobresale el Pabellón Chino, un palacete secundario ubicado en el propio dominio de inspiración oriental pero con ese trasfondo barroco que tanto gustaba en la época, contrastando con la colorida fachada.
Palacio de Queluz (Portugal)
En el siglo XVIII, Portugal todavía no contaba con su propio Versalles y con el Palacio Real de Queluz lo consiguió. En esta cercana localidad próxima a la capital lusa, Lisboa, se emplaza esta espectacular residencia real de estilo barroco y excéntrico rococó que complementa la visita a Sintra, donde también habitó la Familia Real Portuguesa. Tras el Terremoto de Lisboa de 1755, Queluz adquirió un gran protagonismo acogiendo a la Corte real, hasta que esta tuvo que exiliarse a Brasil con la invasión francesa a comienzos del siglo XIX. Cuenta con elementos decorativos propios de la cultura lusa, como los azulejos, y también con unos maravillosos jardines con fuentes, canales artificiales y naranjos que adornan la parte trasera del edificio. En ellos se suelen organizar en verano conciertos, recuperando en ese momento la vida que tuvieron entonces. Cerca de Lisboa hay más vida a parte de Sintra, y con el Versalles portugués de Queluz lo comprobarás en primera persona.