¿Habéis viajado alguna vez a Florencia? De ser así, ¿cuál fue vuestra sensación al ver la cantidad de arte que esa ciudad oculta? ¿Os sentisteis acelerados, confusos? ¿Tuvisteis vértigo, palpitaciones, o incluso alucinaciones? Si la respuesta a cualquiera de estas preguntas es afirmativa, que sepáis que lo que sentisteis poco tiene que ver con algún tipo de enfermedad contagiosa: estabais ante el síndrome de Stendhal, también conocido como el síndrome de Florencia o el estrés del viajero. Se suele asociar sobre todo con Florencia porque es una de las ciudades más ricas a nivel cultural del mundo (o eso es lo que defiende el autor francés del siglo XIX Stendhal, quien le dio el nombre al síndrome).
Todos sabemos que hacer cualquier tipo de viaje, o disfrutar de unas vacaciones fuera de casa, puede ser estresante en según qué momentos. El tener que preparar todo para que el viaje salga en condiciones, el manejarse en una ciudad que no conoces en absoluto, el estar expuesto a nuevas sensaciones constantemente... Puede acabar poniendo nervioso a cualquiera, claro. Mas este síndrome de Stendhal no habla solo de ese nerviosismo típico en cualquier viaje, sino de algo más. Habla de una emoción casi incontenible, y que siempre va asociada con el ver una obra de arte o un escenario histórico muy reconocido.
Se habla del síndrome de Stendhal como una enfermedad psicosomática, pero también como una especie de referencia de la reacción que se espera de una persona cuando contempla una gran obra de arte, o una acumulación de obras de arte especialmente bellas. El nombre se lo dio Stendhal, un autor francés del siglo XIX, que dijo haberlo experimentado en el año 1817, cuando se encontraba de viaje visitando una basílica de Florencia. Explicó que " había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme ".
Unas vacaciones especialmente excitantes
El de Stendhal no fue el primer caso de mareos durante unas vacaciones en Florencia, sino que es algo que ha ocurrido en multitud de ocasiones. Tanto es así que se han hecho una gran cantidad de reportajes y estudios al respecto, para tratar de ver si este síndrome de Stendhal es un mito o una realidad. En 1979, la psiquiatra italiana Graziella Magherini definió oficialmente el síndrome de Stendhal como un síndrome como tal, al estudiar detenidamente a los turistas que visitaban Florencia y llegar a la conclusión de que hubo más de cien casos similares mientras ella se encontraba investigando.
Son muchos los viajeros que, tras unas vacaciones en la cuna del Renacimiento europeo, aluden sentirse mareados, extasiados, incluso abrumados con tanta belleza. Y es que, como dijo Freud, la belleza también puede llegar a enfermar cuando esta se da en exceso. El síndrome de Stendhal vendría a ser algo así como esa emoción que se siente ante una obra de arte. Pese a que no hayáis ido a Florencia, seguramente sí que hayáis sentido esto en algún momento: ante un cuadro en un museo, leyendo un poema que os haga sentir de una forma especial, o visitando un monumento cuyo valor histórico sea casi incalculable.
No obstante, los síntomas que se dan oficialmente de este síndrome van mucho más allá de unas vacaciones excitantes. Se habla, incluso, de amnesia, crisis de pánico, alucinaciones o paranoia. Son estos síntomas, y el hecho de que no haya una forma real de identificar el síndrome, los que llevan a los detractores a plantearse muy seriamente la existencia del síndrome de Stendhal más allá de una reacción autoinducida.
¿Un síndrome real, o un mito?
Hay especialistas que señalan que este cuadro psicosomático no es ningún tipo de síndrome como tal, y no es más que una reacción autoinducida. Sobre todo porque los síntomas que supuestamente presenta este síndrome suelen manifestarse de forma positiva, y no como algo que realmente pueda acabar perjudicando a la persona que lo 'padece' (no estamos hablando de ningún tipo de trastorno mental, ni ningún otro tipo dolencia).
Para ser realistas, este síndrome de Stendhal es más bien una especie de referente romántico. Es una forma de mostrar lo bello que puede llegar a ser un viaje, cómo este puede acabar aportándonos mucho a nivel interno, y cómo el contemplar la belleza de las obras de arte puede cambiarnos a nivel interno completamente. Aunque hay que tener en cuenta, además, las circunstancias en las que el viajero se encuentra en el momento en el que está visitando ciudades extranjeras: suele tener hambre, estar cansado, tener sed, encontrarse ante una temperatura a la que no tiene por qué estar acostumbrado... Con lo cual podríamos llegar a comprender que cualquier estímulo externo acabe por afectarle más de lo habitual.