Los resorts son una de las formas vacacionales preferidas por muchos. Complejos hoteleros con casi todo a mano en los que puedes pasar los días descansando sin necesidad de pisar el mundo exterior. Habitualmente muchos de estos paradisíacos lugares se encuentran en islas como Maldivas, Bahamas o Seychelles.
Suelen estar casi todos cortados con el mismo patrón y, dependiendo del nivel de lujo, pueden llegar a suponer un desembolso considerable, si al alojamiento le sumamos el coste de transportarse a un lugar remoto y los elevados costes culinarios asociados al difícil acceso de la comida al destino.
Una agradable excepción a la regla general es el JW Marriott Phu Quoc Emerald Bay, un complejo de reciente construcción ubicado en uno de los extremos de la para muchos desconocida isla de Phu Quoc. La urbanización cuenta con una arquitectura única y un planteamiento diferente que hacen que la experiencia del resort vaya más allá de pasar todo el día a remojo en la playa.
Phu Quoc, una desconocida isla en ascenso
El hotel está localizado en la remota isla de Phu Quoc, un terreno de 574 kilómetros cuadrados perteneciente a Vietnam, aunque geográficamente ubicado más cerca de la costa de Camboya. Con una población de poco más de 100.000 habitantes, Phu Quoc es, sobre todo, vegetación salvaje, y la mayoría de sus habitantes se dedicaban hasta ahora a la pesca. Alojamiento hasta 1975 de hasta 40.000 prisioneros de guerra, el gobierno de Vietnam decidió recientemente convertir la isla en un destino turístico.
Para elllo, Phu Quoc se transformó en una región de administración especial en 2017, siendo posible visitarla con fines turísticos sin necesidad de visado por un tiempo máximo de hasta 30 días. Unas normas distintas a las del resto de Vietnam, donde la mayoría de países sí necesitan visado para poder entrar.
Climatológicamente, Phu Quoc cuenta con unas temperaturas cálidas durante todos los meses del año. Las mínimas oscilan entre los 22 y los 25 grados y las máximas se mueven entre los 29 y los 30, con humedades medias que rondan el 80%. Lo único que puede estropear un hermoso día de playa son las lluvias: de mayo a octubre es temporada húmeda, con más de 20 días de lluvia al mes, aunque suelen concentrarse en tormentas cortas y fuertes. La temporada alta en la isla va por tanto de diciembre a marzo.
Vietnam se ha decidido a convertir Phu Quoc en un destino turístico de primer nivel y en la isla se están construyendo decenas de resorts y complejos hoteleros que abrirán en los próximos años, aunque se trata por ahora de un territorio bastante virgen. La principal atracción turística es un enorme y nuevo teleférico (inaugurado en 2019), el más largo del mundo con casi 8 kilómetros de recorrido, que ofrece unas impresionantes vistas del archipiélago de An Thoi y culmina en Pineapple Island, una pequeña isla donde se ha construido un parque acuático además de disponer de grandes playas y algunos restaurantes. En el centro histórico de la isla se encuentra además el mercado de Duong Dong, punto turístico plagado de restaurantes de marisco y tiendas de souvenirs a precios reducidos. Al norte está el Vinpearl Safari, un enorme zoo con bastantes animales en semilibertad, además de otro parque acuático contiguo.
La mejor forma de llegar a Phu Quoc es utilizando su aeropuerto. Aunque cuenta con algunas llegadas internacionales de países asiáticos, la mayoría de vuelos provienen o bien de Hanoi o Ho Chi Minh City (antigua Saigon). No obstante, con decenas de vuelos diarios desde estas dos ciudades y hasta tres compañías compitiendo en las rutas (VietJet, Vietnam Airlines y Jetstar), te será fácil encontrar un vuelo económico.
Una vez en el aeropuerto, el resort está a aproximadamente 25 minutos en coche. Y, aunque el hotel ofrece traslados desde 40 euros al cambio, puedes desplazarte por una fracción de ese coste utilizando los taxis. Si no quieres arriesgarte a regatear o a pagar más de la cuenta, utiliza la aplicación Grab, que permite hacer la reserva y pagar con ella la cantidad exacta.
Bienvenidos a la Universidad de Lamarck
Todo el complejo del JW Marriott Phu Quoc Emerald Bay está diseñado por el afamado arquitecto Bill Bensley, responsable de alguno de los hoteles más originales y lujosos del mundo. Y, probablemente, esta sea su mejor obra.
El hotel está construido como si se tratase de una antigua y fantástica Universidad, la Universidad de Lamarck, en honor al naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck que sentó los cimientos de la teoría de la evolución de Darwin. Espera enormes estatuas de animales, edificios con aire colonial, zonas con nombres de asignaturas y una estética a medio camino entre un safari de los setenta y una película de Harry Potter.
La temática de exuniversidad mitólogica reconvertida en hotel se lleva a rajatabla todo el rato, desde el cuco uniforme de los empleados a las actividades o decoraciones en las habitaciones. Todo es tan bonito que te costará apartar la cámara de fotos. La decoración va además variando y en cada rincón encontrarás un detalle distinto que harán interesante cada paseo por los edificios, descubriendo un nuevo detalle en cada paseo.
El check in se realiza en la zona de recepción, un impresionante edificio con paredes blancas, techos altos, pequeños estanques de agua y amplios sofás y zonas de descanso. Al tratarse de un resort relativamente pequeño, todo el proceso de bienvenida es personalizado. No tienes que esperar en ninguna cola o mostrador, sino aguardar a ser atendido mientras disfrutas de una bebida de bienvenida. El proceso en sí es bastante rápido y eficaz, aunque fallan a la hora de reconocer a los miembros de Marriott Bonvoy. Además, al tratarse de una zona especialmente frecuentada por clientes asiáticos algunos empleados tienen más dificultades que otros con el inglés, aunque por norma general no tendrás problema para comunicarte.
Unas instalaciones impresionantes
Tras la bienvenida te entregarán un "libro de estudiante" explicando la zona y el programa de actividades de cada día, además de acompañarte en un tour personalizado por todas las instalaciones. Este tour se realiza en cochecito de golf ya que, aunque como hemos dicho se trata de un resort pequeño (tiene 244 habitaciones), todo está distribuido en pequeños edificios y las distancias pueden hacerse largas. Si no tienes problema para caminar todo puede recorrerse en un paseo de unos diez minutos, aunque siempre suele haber empleados ofreciéndose a llevarte en carrito a donde quieras.
El JW Marriott Phu Quoc Emerald Bay Resort and Spa cuenta con:
- 15 edificios de habitaciones
- 1 edificio de recepción
- 1 edificio con una sala de descanso
- 1 edificio entero dedicado al spa con piscina propia y saunas húmeda y seca
- 1 edificio entero para el gimnasio
- 1 edificio con un auditorio
- 1 edificio con varias tiendas
- 4 edificios con restaurantes y cafeterías variados
- 1 campo de fúbtol
- 3 piscinas para adulto y 1 para niños
- 1 playa privada
A nivel restauración, los servicios son los siguientes:
- Tempus Fugit: un enorme restaurante principal donde se sirve el desayuno buffet a primera hora y servicio de carta para comidas y cenas, con cocina occidental, vietnamita y japonesa a elegir.
- Pink Pearl: un premiado y elegante restaurante que ofrece cenas con un menú de cocina francesa.
- Red Rum: chiringuito playero más informal con un menú más amplio que mezcla el pescado con las pizzas y la comida italiana.
- The Department of Chemistry Bar: bar de copas con zona chill-out y platos ligeros hasta más tarde.
- French & Co: café, te, bollería y algunas delicatessen francesas.
Habitaciones: funcionales y con terraza para todos
Las habitaciones en el JW Marriott Phu Quoc Emerald Bay son correctas y funcionales. No son enormes, pero tampoco son pequeñas, y se basan sobre todo en la funcionalidad teniendo en cuenta que lo normal es que pases poco tiempo en ella. Cuentan con un pequeño recibidor en la entrada, un escritorio pequeño por si necesitas trabajar algo y un armario amplio para guardar equipaje de varios días.
Destacan, como el resto del complejo, por los enormes techos altos. Además, todas disponen de terraza, con el añadido de acceso directo a la playa y la piscina desde la terraza para la mayoría de las de la planta baja.
El baño es bastante grande en comparación con la habitación, con una enorme ducha de lluvia y zona de bañera separada, con multitud de amenities de regalo. El WC, además, está una salita distinta con un pequeño lavabo.
El servicio de habitaciones pasa normalmente dos veces al día, aunque los tiempos no están muy coordinados, y algunos días el servicio de la tarde llegaba apenas un par de horas después del de la mañana. Eso sí, todos los empleados son por norma general muy amables y ponen la sonrisa de oreja a oreja en cuanto se cruzan con un cliente.
La habitación cuenta además con opción de ventilador de techo o aire acondicionado, que además es silencioso y funciona bien. Aquí varía según las preferencias de cada uno, pero con la humedad de la zona se hace complicado dormir sin un poco de aire.
Imposible aburrirse
Hay gente que va a los resorts a torrarse en la playa o piscina, aunque el JW Marriott Phu Quoc Emerald Bay es mucho más que eso, y ofrece una amplísima agenda de actividades, tanto para niños como para mayores, ya sea de manera gratuita o con costes bajos (y otras a costes más elevados, obviamente). Algunas de estas actividades son sin reserva, pero otras necesitan reserva.
Además del gimnasio o el spa, hay tantas cosas por hacer que es fácil abrumarse, o descolocarse si no planificas el día con antelación y reservas lo que quieras hacer. Por si fuera poco cada restaurante o local organiza jornadas especiales, conciertos al aire libre o actividades como barbacoas en la playa.
Por último, el resort ofrece una serie de tours y actividades guiadas fuera del recinto para explorar Phu Quoc y su naturaleza : clases de buceo, senderismo por el Parque Nacional, Safari culinario, tour de cocina vietnamita, ejercicios de conservación de corales marinos y hasta excursiones en barca privada a pequeñas islas colindantes. La agenda de actividades es tan amplia que podrías necesitar hasta un mes para realizarlo todo, por lo que es muy aconsejable planificar con antelación y reservar lo que más ganas tengas de hacer para no quedarte sin sitio.
Un oasis de tranquilidad
Como ya hemos comentado, el resort tiene una extensión considerable para un número relativamente reducido de habitaciones. Además, la guía de actividades es tan grande que lo normal es encontrar en todo momento espacios tranquilos con poca afluencia. Salvo a la hora del desayuno en el buffet, lo habitual es no encontrar aglomeraciones en ningún sitio.
Puedes ir a la piscina y, como mucho, encontrarás a un par de bañistas más compartiendo el agua contigo. En la playa, que repetimos es privada y solo para miembros del resort, tienes metros y metros de separación entre una hamaca y otra y puedes nadar con comodidad por el agua sin miedo de chocarte con nadie.
El servicio es también sumamente eficaz, ofreciendo toallas y agua en todo momento. El resort ofrece además tablas de surf y kayak sin coste para realizar actividades acuáticas. La playa privada, por tanto, está cuidadísima sin ningún rastro de suciedad más allá de las típicas algas. En definitiva, si buscas un sitio tranquilo este es tu lugar.
Servicio culinario limitado pero de calidad
A nivel comida, el buffet de desayuno es uno de los más completos y atractivos que puedes encontrar. Platos de multitud de regiones del mundo, frutas exóticas y apetecibles, dulces variados y bebidas sin límite con una presentación cuidada y sin aglomeraciones.
El resto de servicios del día son mucho más regulares. El restaurante Pink Pearl ofrece cocina francesa de diseño pero merece más la pena por el lugar en sí y por la decoración que por la comida, además necesitas reservar y las plazas son relativamente limitadas. El resto de restaurantes tienen menús que se solapan en algunos platos y horarios limitados, aunque la materia prima es siempre de calidad y están preparados con esmero.
Para ser un resort y tener que comer in situ sí o sí, los precios de todo son razonables (sobre todo porque estamos en un país como Vietnam) aunque se echa en falta una mayor variedad en el menú, porque si pasas unos días es el resort es posible que acabes repitiendo comida algún día.
Experiencia de lujo a un relación calidad-precio imbatible
Si lo que buscas es simplemente el lujo de un resort con una playa privada casi desierta, también es tu sitio, y por una fracción del precio que pagarías en Maldivas o Bahamas por un lugar similar.
A nivel decoración y actividades, el hotel lo tiene todo. La única pequeña pega está en el servicio, que necesita algo más de consistencia (haciendo la vista gorda a algún fumador delante de una señal de prohibido fumar) y experiencia, pero nada que no impida pasar unos días inolvidables en sus instalaciones.