Hace ya un par de años que Iberia recuperó sus vuelos directos entre Madrid y Tokio. La ruta, que operó durante los ochenta y los noventa, fue cancelada después por baja rentabilidad. Ahora, con el país asiático en boga, la compañía aérea española ha recuperado esta línea directa con la capital nipona.
Sin embargo, a diferencia del resto de vuelos que opera Iberia hacia el oeste, volar a Asia es un mercado mucho más competido y competitivo, donde a las aerolíneas europeas se le suman otras interesantes opciones asiáticas y de oriente medio. Veamos pues, qué tal se ha adaptado Iberia a Japón en su segunda incursión al país del sol naciente.
Reserva
La relación de Iberia con Japón en esta segunda etapa está siendo un poco de amor-odio. En estos dos años, la compañía ha ampliado y reducido las frecuencias de sus vuelos a Tokio varias veces. Por ahora, Iberia opera los vuelos con el Airbus A330-200. A su favor, cuenta con una clase business relativamente reducida, con sólo 19 asientos. En contra, con tan pocos asientos, la disponibilidad en business con Avios es bastante reducida y los asientos vuelan.
Pese a todo, y con flexibilidad para viajar, es posible encontrar plazas desde 59.500 avios por trayecto, 119.000 avios por el billete de ida y vuelta. Por esa cantidad de avios, el resultado de la reserva es más que interesante. En el caso de esta review, el billete fue reservado con más de un año de antelación. En el proceso, Iberia redujo sus rutas a Tokio y tuvimos que desplazar la salida dos días antes.
A partir de marzo, Iberia espera operar la ruta con su nuevo A350. Se trata de un avión más grande y eficaz en cuanto al uso de combustible, más silencioso y con mejor presión de cabina (menos sequedad en viajes largos) pero, personalmente, creo que Iberia lo ha configurado terriblemente mal. En business class, se pasa a 31 asientos con un tipo de butacas que ya se están quedando obsoletas (las mismas que el A330-200). Sorprendentemente, Iberia ha decidido encargar nuevos aviones con los mismos asientos, mientras que British Airways (del mismo grupo), empieza a recibir sus A350 con una clase business más moderna, con puertas individuales en cada asiento. Además, la clase turista premium del A350 es en general peor que la del A330-200, pese a mantener el tipo de asientos.
Otra de las peculiaridades de los vuelos a Tokio de Iberia es que, para competir con las aerolíneas niponas y porque opera vuelos en código compartido con JAL, ha igualado su franquicia de equipaje, que es más generosa que la que habitualmente aplica. En turista se puede facturar sin cargo dos maletas de 23 kg y en business tres de 23kg. Con nivel de Iberia Plus / One World puedes llegar a facturar hasta cuatro maletas de 32 kg por persona sin cargo, que es una de las franquicias más generosas que existen.
Facturación y seguridad: suspenso absoluto
Iberia permite elegir asiento gratis en clase business, por lo que facturar online si tienes que dejar equipaje en el aeropuerto no tiene demasiado sentido. Mi experiencia con la web de Iberia para facturar va desde bastante bien cuando el vuelo es en zona Schengen hasta bastante mal cuando vuelas a Estados Unidos. En general, cuanta más información hay que introducir (pasaporte, dirección de destino, etc.) más opciones hay de que todo falle o suelte error. Si ya tienes asiento reservado y que facturar maleta, no perdería tiempo con la web y lo dejaría todo para el aeropuerto.
En el caso de los vuelos business, aún reservado con Avios, Iberia ofrece recogida desde y hacia Barajas para Iberia Plus Platino sin coste alguno. Desafortunadamente, no es posible hacer la reserva online y hay que llamar a su teléfono. Pues bien, y aunque en este artículo nos centramos en revisar el vuelo Madrid - Tokio, en el viaje de vuelta nadie apareció en la T4 para recogernos cuando el servicio estaba reservado y reconfirmado. Tras una hora de espera y varias llamadas a Iberia Plus, la solución fue coger un taxi.
El check in de Iberia Business se realiza en los mostradores específicos que la compañía tiene en la T4 de Barajas. Además de los clientes que viajan en business, cualquier nivel de Iberia Plus o OneWorld superior a plata/ruby tiene derecho a facturar en estos mostradores. Como una imagen vale más que mil palabras, la situación al llegar fue la que se ve en la foto: tres filas de zig zag de cola para facturar en los mostradores de business, con algunos mostradores vacíos sin personal para atenderlos. Al llegar tras una media hora de espera, el señor del mostrador de al lado se queja de haber pagado más de 4.000 euros por dos billetes y tenido que esperar tanto. La empleada de Iberia no se disculpa y le contesta, con rintintín, que entre en la web y ponga una queja para que contraten a más gente.
Tras facturar, rumbo al fast track de seguridad que Aena tiene instalado en la T4 para encontrar un panorama más o menos similar: el aeropuerto estaba tan saturado que la mitad de los controles de seguridad del fast track se habían destinado para turista, dejando una cola más o menos similar a la que había para facturar. Y, tras coger el tren a la terminal satélite, el control de pasaportes estaba en situación similar, aunque los puestos automáticos de reciente instalación aligeraron la situación.
En resumen, la experiencia de check in / seguridad de Iberia para un vuelo en clase business (por el que ese señor que tenía delante pagó más de 2.000 euros por billete) es igual de excitante como haber pagado 1 euro por volar en Ryanair: colas, aglomeraciones, falta de personal, trato dudoso y mala organización.
Embarque y Sala VIP: aprobado raspado
Ante el panorama vivido en la facturación, esperaba más de lo mismo en la siguiente parte del vuelo. Afortunadamente, no fue así. La Sala VIP de Iberia en la T4S aunque bastante llena, estaba transitable y con sitio disponible. Iberia ha renovado recientemente sus dos salas VIP en Madrid. La de la T4, Dalí, sigue lejos de cualquier estándar, aunque la de la T4S, Velázquez, ofrece un servicio mucho más completo y eficiente.
La sala VIP es enorme: 2.500 metros cuadrados divididos en dos "alas" más o menos simétricas. A cada lado, dos estaciones de comida con varias neveras de bebidas y una zona de bar bastante curiosa. Hay tanto mesas bajas como sillones y mesas altas, además de una zona de trabajo y otra de juegos para los más pequeños. Toda la sala tiene vistas al aeropuerto y es muy luminosa, además de estar bien mantenida. Los baños son bastante grandes y limpios, y hay zona de duchas.
En cuanto a las bebidas, ya sean alcohólicas o no alcohólicas, la variedad es bastante generosa y de autoservicio. La comida es un caso aparte. No consigo entender que una sala VIP de este tipo, que recibe a pasajeros de todas nacionalidades y de todos los destinos, cada uno con vuelos a una parte del mundo y en una zona horaria u otra, sólo tenga unos horarios de comida muy limitados... y muy españoles. La comida caliente empieza a servirse a las 14 horas, y la cena, a las 21 horas. A nivel variedad/calidad, suele ser bastante aceptable, pero si apareces fuera de ese horario, la comida disponible se reduce a unas tortillas de patata y canapés. Parece que en los próximos meses Iberia va a cambiar de proveedor de catering tanto para sus salas VIP como para sus vuelos y esperemos que de paso revisen su política de horarios.
El embarque del vuelo se realiza por grupos, que también han cambiado recientemente. Iberia ha dividido ahora su embarque prioritario en dos subgrupos : primero oro/platino y business y, después, plata y turista premium. Una decisión acertada, sobre todo si tenemos en cuenta que Iberia regala el nivel plata con su tarjeta de crédito, por lo que mucha gente dispone de él. Ya solo falta que apliquen los dos grupos también a las colas de facturación de equipaje. El gran fallo de Iberia en el proceso de embarque está en que, a diferencia de otras compañías que embarcan a las familias con niños entre los grupos business y turista, Iberia llama a "las familias con bebés" (sic) a embarcar a la vez que el grupo 1. El problema es que esto es España, y para muchas familias los "bebés" llegan a los 14 años con tal de ahorrarse la cola y embarcar primero, por lo que al final acabas haciéndote paso entre grupos de gente que intentan utilizar cualquier cosa que se parezca a un niño para colarse y embarcar primeros.
Avión y asiento: una cabina íntima
Como ya hemos comentado, el A330-200 de Iberia cuenta con sólo 19 asientos en clase business en 5 filas, lo que crea una cabina bastante íntima, y además permite un servicio más rápido y personalizado. Iberia tiene instalado el mismo tipo de asiento en todos sus vuelos de largo radio, en una configuración escalonada. Si viajas acompañado los asientos centrales de las filas impares son los mejores, mientras que si lo haces solo es mejor optar por los pares en los laterales.
Se trata de un asiento bastante sólido y amplio, que permite reclinarse hasta formar una cama completamente horizontal. El asiento tiene función de masaje y el espacio para los pies es bastante aceptable. Entre los peros que se le pueden poner a este tipo de configuración es que ya está bastante obsoleta en comparación con lo que se está instalando en aviones nuevos. Sus grandes fallos son la falta de privacidad y la falta de espacio para almacenamiento personal. El asiento tiene un compartimento abierto en el lateral donde puedes dejar auriculares, y uno más pequeño debajo del reposabrazos, además de un espacio debajo de la otomana para los zapatos. Pero, por ejemplo, no hay un sitio con suficiente capacidad para dejar las revistas que colocan encima del asiento nada más embarcar, y que acaban en el maletero superior.
En adición a la revista, el asiento estaba ocupado por una almohada y una manta. Ambas cumplen perfectamente su función y, además, vienen presentadas con un simple lazo de papel para ahorrar plástico, bien pensado por parte de Iberia. Una vez completado el embarque, se distribuye un neceser correcto con peine, calcetines, tapones, cepillo de dientes, crema de manos, bálsamo labial y espray refrescante. También, por ser un vuelo a Japón, se distribuyeron zapatillas, algo que Iberia no suele distribuir en otros vuelos de largo radio. Iberia no ofrece ni pijamas ni colchón en business.
La cabina business del A330-200 cuenta con dos baños, uno en la parte delantera y otro en la trasera. Desafortunadamente, la tripulación de este vuelo no vigiló demasiado que la clase turista pasara a los baños de business, por lo que al final acabaron en un estado bastante lamentable. Las únicas amenities extras en el baño eran jabón y crema hidratante de manos.
Por último, Iberia cuenta con un sistema de entretenimiento bastante sólido. El asiento incorpora una pantalla de 15,4 pulgadas, que se puede controlar mediante el dedo o el mando extra que su propia pantalla de 4,2 pulgadas. El catálogo de películas y series es extenso, con estrenos y cine de catálogo tanto de Hollywood como español así como una selección para niños. Tal vez se le echa en falta más cine internacional no americano.
Otra cosa es el WiFi, del que Iberia presume a bordo pero más le valdría esconder. La opción más barata, por 8,99 euros ofrece una hora de navegación con un ridículo límite de 40Mb. El vuelo entero, por 29,99€, solo deja bajar 200Mb. En business la compañía regala un bono de 20Mb que se gasta casi con encenderlo. Con esos precios y esos límites de datos dudo que nadie en su sano juicio se atreva a contratarlo.
Gastronomía y servicio: de más a menos
En cuanto al servicio a bordo y las comidas, el vuelo va de más a menos. Mi experiencia volando con Iberia es que, o la compañía no tiene un protocolo establecido, o la tripulación hace lo que le da en gana. O bien el/la sobrecargo saluda personalmente a todos los pasajeros, o bien solo lo hace a los miembros de Iberia Plus, o bien no lo hace a nadie. Lo mismo pasa con la toma de comanda para la comida: en algunos vuelos se toma primero nota a los miembros Iberia Plus / OneWorld (para que no se queden sin su elección), y en otros no se hace así. Da la impresión que no hay unas normas de cómo tratar al cliente, y cada sobrecargo / tripulación parece elegir, lo cual convierte cada vuelo en una lotería. Por norma general, los asistentes de vuelo de Iberia en el largo radio suele ser personal veterano de la compañía, y te encuentras de todo, desde los pasotas que te tiran la bandeja hasta los amables que te saludan por tu nombre y preguntan qué tal el día. Contrasta, por ejemplo, con los vuelos de Iberia Express donde la mayoría de la tripulación es más joven y, en mi experiencia particular, mucho más amable.
Eso sí, en los vuelos a Tokio hay una excepción, ya que una parte de la tripulación es recién contratada y de origen japonés. Ya sea por la "savia nueva" o la excelente atención al público a la que suelen estar acostumbrados los japoneses, la sensación es que toda la tripulación de este vuelo se esforzaba más de lo normal en hacer las cosas bien.
Con respecto al servicio gastronómico, sigue un poco la línea de lo que nos tiene acostumbrados Iberia y va de más a menos, con un pequeño detalle: no es lo mismo un segundo servicio ligero en un vuelo a Nueva York de 8 horas que en uno a Tokio de 13 horas y media. El servicio comienza con una bebida antes de despegar, a elegir entre agua, zumo o cava. En ese instante se reparten también los menús, de los que se adjunta imagen. Parecen muy copiosos, pero hay trampa: los entrantes son básicamente una pequeña ensalada, un trozo de queso y sopa, pero vienen desglosados hasta el punto que uno de ellos es "vinagreta de vinagre balsámico Pedro Ximénez" que no es más que una mini dosis de aceite con vinagre.
Antes de servir el menú principal, Iberia ofrece un servicio de bebida donde da a elegir entre aceitunas y frutos secos. El toque de las aceitunas siempre me ha parecido una de las mejores cosas del servicio gastronómico y le diferencia de la competencia, además de darle un toque español. La comida principal son dos servicios: una primera bandeja con todos los entrantes y luego el plato principal. En mi caso los langostinos y pollo con arroz japonés. Aunque la cantidad de la comida es escasa, la calidad es al menos bastante buena, a excepción de la sopa miso, que creo es la peor que he probado jamás. El servicio durante toda la comida bastante eficaz, rellenando la bebida las veces necesarias. Por último, Iberia sirve el postre y un servicio de té/café con un bombón. Aquí, me parece que el servicio de café patina, sobre todo si has pasado por Qatar Airways que te prepara cada café a medida y hasta te pregunta el número de azucarillos/edulcorantes que quieres.
Tras el primer servicio, bastante bueno en mi opinión, que ocupa las dos primeras horas del vuelo, la tripulación apaga la luces de cabina y poco menos que desaparece. El snack "entre horas" que menciona el menú se deja en un carrito en la parte delantera del avión y no se molestan en rellenarlo en las 10 horas de vuelo restante, pero no es un servicio proactivo y si no te levantas nadie pasa a ofrecerte nada, lo cual para un vuelo tan largo no debiera ser así. Y acabado el primer servicio la tripulación parece retirarse completamente, sin ni siquiera controlar que los pasajeros de turista se paseen hasta los baños de business o acudan, si lo desean, al carrito de comida.
Aproximadamente una hora y media antes del aterrizaje comienza el servicio de "desayuno", que en este vuelo coincidió con una zona de turbulencias, por lo que además estuvo una media hora parado. Aquí Iberia patina completamente, con un croissant medio duro, una tostada dura como una piedra y unas lonchas de jamón york con algo que supuestamente es una tortilla. La tripulación también parecía cansada en este servicio que podrían haberse ahorrado.
El avión llegó en hora al aeropuerto de Tokio-Narita y el proceso de desembarque fue rápido y la salida de maletas rápida, aunque en este caso dependen del aeropuerto japonés.
Conclusión
Se agradece que Iberia haya recuperado los vuelos directos entre Madrid y Tokio, pero la competencia de volar al este no es la misma que volando al oeste. El producto es correcto pero languidece en comparación con el servicio que pueden ofrecer Japan Airlines o Qatar Airways, ambas en la misma alianza OneWorld de Iberia y volando en código compartido. Especialmente en el servicio. Estas aerolíneas operan además desde el aeropuerto de Haneda, más cercano a Tokio que Narita, por lo que, en general, puede compensar volando en escala. Eso sí, si pagas el vuelo con Avios como fue mi caso, requiere cuatro veces menos de puntos que la misma ruta con Qatar, por lo que la relación Avios/calidad merece la pena.