Hay lugares en el mundo que deberían ser visitados al menos una vez en la vida. Algunos de ellos se encuentran en un país fascinante, lleno de peligros y placeres, que ofrece una experiencia inolvidable para el viajero o viajera. Ese país es Australia, que desde el otro lado del mundo pone los dientes largos y ofrece innumerables atractivos para coger un avión y lanzarse a la aventura de explorar esta gigantesca isla de Oceanía.
Lo más habitual es que el aeropuerto de destino sea el de Sydney, el de Melbourne o quizás el de Brisbane, y desde allí realizar un tour por este inmenso país lleno de dones y gracias que tanto merecen la pena. Es cierto que hay mucho que ver, y que quizás no se cuentan con demasiados días para contemplar en primera persona todas las maravillas arquitectónicas, y sobre todo naturales que ofrece Australia. Sea como fuere, hay que planificar una visita a Uluru, uno de los símbolos del país y un regalo que la naturaleza ha dado a Australia. Es necesario incluir este lugar en el recorrido aunque no te pille a mano, porque cuando lo veas con tus propios ojos, sabrás que no te has equivocado al aparecer en este emplazamiento tan especial.
Lo primero que se debe saber si se quiere visitar Uluru es que este es el nombre más correcto, ya que es el que le dieron los aborígenes de la zona, los Anangu. Este pueblo cree que el monolito fue creado en el origen de los tiempos, y que es el encargado de protegerles. Por su parte, la denominación de Ayers Rock es tal porque el primer occidental que vio con sus propios ojos el monolito fue el explorador William Gosse, que en 1873 alcanzó la cima y le dio el nombre del Primer Ministro de Australia Meridional, Henry Ayers.
También se debe conocer que es un rincón sagrado para los Anangu y debe ser respetado. Se recomendaba por tanto ver Uluru desde la distancia y no escalarlo. En ese sentido, a partir del 26 de octubre de 2019 se prohíbe ascender hasta la cima para evitar la aglomeración de turistas, y sobre todo, por respeto a los aborígenes, que han sufrido durante siglos las consecuencias de la conquista británica.
Es importante que el viajero sepa dónde tiene que ir y cómo llegar hasta Uluru, enclave situado en el sur del Territorio del Norte, en pleno outback australiano, donde todo es rojo y naranja. Las opciones son varias, pero la más cómoda y recomendable es tomar un avión hasta el aeropuerto de Ayers Rock. Otra opción es por carretera, siendo la opción más habitual conducir desde Alice Springs, el núcleo habitado importante más cercano a Uluru, que se ubica a unos 460 kilómetros, lo que se traduce en torno a 6 horas de viaje. Un road trip por el país siempre es atractivo, aunque se necesitan más días que si se opta por recorrer Australia volando. La parte negativa es que los vuelos no suelen ser baratos y están operados por Qantas, Virgin y Jetstar Airways, aunque si se mira con tiempo es posible encontrar alguna oferta que haga el desplazamiento más asequible. Una vez allí, la terminal es tan pequeña que no tiene pérdida, así que nada de agobios, y como es probable que tengas servicio de transfer del aeropuerto al resort, no tendrás ningún problema.
El aeródromo se encuentra a dos pasos del resort de Yulara, o resort de Ayers Rock, que ofrece distintas opciones en función del presupuesto. Lo que te encuentras al llegar es una pequeña ciudad en medio del desierto australiano, con hoteles, bungalows, piscinas, restaurantes y entretenimientos varios para hacer la estancia del visitante más agradable, sobre todo teniendo en cuenta que las excursiones tienen ciertos horarios, y antes o después no hay nada más que hacer ni otro sitio al que ir. Como el buen tiempo está asegurado, aprovechar para tomar el sol y pegarse un refrescante baño en la piscina es una opción perfecta para esos ratos libres.
Visita a Kings Canyon, las Olgas y Uluru
Una vez instalado toca disfrutar del Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta. Es habitual contratar excursiones para visitar cómodamente las maravillas que esconde este rincón del desierto australiano, pero también es posible alquilar un coche e ir por tu cuenta. Si decides contratar los tours, es aconsejable haberlo reservado con antelación para no quedarte sin plaza. Puedes aprovechar para visitar Kings Canyon, que aunque pertenece al Parque Nacional de Watarrka, debido a que se encuentra entre Uluru y Alice Springs, desde el resort de Ayers Rock se ofrecen excursiones. Es realmente impresionante, aunque tienes que contar con que no está cerca. De todos modos, si cuentas con tiempo, no lo dudes y viaja hasta allí.
Lo que no puedes eludir bajo ningún concepto es la visita a Kata Tjuta, las llamadas Olgas. Son 36 cimas espectaculares que se alzan poderosas sobre el desierto australiano, 546 metros sobre el terreno y 1066 sobre el nivel del mar. Conviene verlas de lejos para admirar su grandiosidad y acercarse para poder adentrarse en ellas en la medida de lo posible.
Pero el plato fuerte es Uluru, monolito de casi 350 metros de altura cuya visita es obligada. La idea es acercarse a una distancia prudencial y respetuosa que te permita admirarlo y enamorarte de él. Su magia no reside solo en la leyenda o en su curiosa forma en pleno desierto, sino en que cambia de color en función de la luz. Además, ver el amanecer o el atardecer allí es una experiencia alucinante que recordarás durante el resto de tu vida.
Como consejo final, además de hidratarse, tener cuidado con el sol y ser respetuoso con los lugares sagrados y con la naturaleza, señalar que el verano austral es la peor época para realizar la visita debido al intenso calor reinante en la zona. Es más conveniente aprovechar el resto de estaciones, aunque evidentemente, esto va a gusto del visitante. Lo importante es que te lances a esta aventura que nunca olvidarás, porque Uluru es magia.