España es un país profundamente montañoso, con la Cordillera Cantábrica como uno de sus principales exponentes. Su parte más accidentada se extiende entre Asturias y León, y precisamente en esta última, la provincia norte de la Región Leonesa, surge la comarca de Los Argüellos. Reserva de la Biosfera desde el año 2005, se trata de una zona en la que la naturaleza en estado puro envuelve al visitante, que jamás olvidará la belleza que ha visto entre montañas, árboles y ríos.
Las montañas son caprichosas, y algunas de ellas esconden cuevas. Hablar de cuevas en León hace pensar en las de Valporquero, que se asienta en Valporquero de Torío. Ellas son las que se llevan la fama, y bien merecida, sí, pero no muy lejos de allí se encuentra la cueva Llamazares, llamada así al situarse en la localidad del mismo nombre, perteneciente al ayuntamiento de Valdelugueros.
Cómo llegar a la Cueva Llamazares
Para llegar hasta ella hay que conducir más o menos una hora desde la ciudad de León si es que te sitúas en la capital del Viejo Reino, que se halla a unos 60 kilómetros de la Cueva Llamazares. Las carreteras no son fáciles debido a la complicada orografía, pero todo se compensa al contemplar los hermosos paisajes que se ven a un lado y al otro, detalles que evidentemente, la persona que conduce no puede apreciar como sus acompañantes - Al pasar Lugueros hay que girar en dirección a Llamazares, y una vez allí, dejar el coche y acercarse hasta la casa de recepción de visitantes, que está debidamente señalizada.
Visita con reserva previa
Es importante que se vaya con reserva previa para garantizar que se cuenta con espacio para visitar la cueva, ya que de no hacerlo, no se garantiza poder unirse al grupo. Para asegurarse la plaza se llama al 646 338 816, donde se puede elegir turno de mañana (a las 10:00, a las 11:00 o a las 12:00 horas), o turno de tarde (a las 16:00, a las 17:00 o a las 18:00 horas). Con la hora cogida se debe estar puntual en la casa de recepción en el turno marcado. Se debe tener en cuenta además que la cueva no se visita todo el año, comienza en Semana Santa si se da permiso y al 30 de septiembre acaba la temporada.
La visita a la Cueva Llamazares
Con tu entrada comprada (en efectivo, no se admite tarjeta), desde la casa de recepción comienza la ascensión hasta la entrada de la cueva, y no es fácil... Se tardan entre 30 y 45 minutos, dependiendo de la forma física de cada persona. Primero hay que subir montaña arriba con una dificultad media, para después entrar en una pista forestal que parece que no cuesta, pero se las trae. Antes de llegar al destino se puede descansar en una zona habilitada para ello, un lugar perfecto para admirar la belleza que se tiene delante, con un hayedo y el pico Bodón, que con sus 1957 metros es el más alto de la zona. Cuando se recupera el aliento, toca la peor parte: subir 200 escalones de piedra un poco mal puestos. Es duro, pero se puede con ello.
Los 'falsos corales'
En la puerta de la gruta que se abre en el monte Coribos, a 1475 metros de altitud, que también da nombre a la cueva Llamazares, espera la guía, Elena, que realiza una explicación sobre la zona en la que se encuentra este fascinante lugar, así como las normas y que se encuentra el visitante una vez que entra en Coribos o Coribus. Es necesario añadir que que aunque los mapas marca Coribos, según el Grupo espeleológico de Matallana de Torío se llamaba Coribus, pero una confusión de los topógrafos militares que levantaron el plano topográfico llevó a que se colocara una 'o' en lugar de la 'u' original. Como curiosidad, no está permitido tomar fotografías en el interior debido a un accidente ocurrido cuando una persona estaba más pendiente de tomar imágenes que de su seguridad y terminó llevándose un susto.
Una vez dentro y con el casco puesto comienza una visita en la que se pueden admirar las maravillas que se han ido formando en el interior del monte Coribos con el paso de los años. Su formación orgánica, tallada por las corrientes interiores de agua, hace de esta cueva un lugar muy especial. Según se avanza en la galería se comprobará que el frío aumenta, hecho por el que se recomienda llevar ropa de abrigo.
Entre coladas, estalagmitas y estalactitas y diversas formas (atención al caballito de mar), que como suele ocurrir, se interpretan al gusto del consumidor, se pueden ver formaciones que parecen corales, pero no, no lo son, ya se encarga la guía de dejarlo claro en todo momento para no llevar a error.
A medida que avanza la visita se pueden ir contemplando las propiedades fluorescentes de los minerales existentes en esta cueva, sobre todo con el juego de luces que propone la guía. También juega con la oscuridad para poder alumbrar solo con las linternas con las que cuenta el casco, y que dejen ver los colores de esta original cueva. Sin duda, esa singularidad de sus propiedades fluorescentes es la experiencia más llamativa y curiosa del paso del viajero o viajera por la Cueva Llamazares, que deja ganas de volver por mucho que el camino para llegar no sea sencillo.
La necesidad de poner atención
En cuanto a los peligros de la cueva, hay que tener en cuenta que se debe estar relativamente en forma. Solo para subir hasta la entrada de la gruta se tiene que tener un cierto fondo, porque la cuesta es curiosa. Después hay que ponerse el casco, seguir las indicaciones y agacharse en algunos momentos en los que la gruta se estrecha. Lo más peligroso es cuando aparece algún tramo resbaladizo debido a las filtraciones, así como la escalera que es obligatorio bajar para continuar la visita, y en la que hay que poner toda la atención. Sin embargo, si se siguen las indicaciones y se camina con cuidado, no hay por qué tener miedo.
Una vez fuera toca despedirse de la gruta y de la guía e iniciar el descenso. Aunque esos 200 peldaños que se hicieran cuesta arriba, y nunca mejor dicho, en la ida, son más peligrosos en el descenso, el regreso es mucho más llevadero. Además, se tiene a la vista no solo el pequeño pueblo de Llamazares, sino la impresionante vista de este rincón de Los Argüellos, con el Pico Bodón como máximo exponente. Ahora que ya conoces la existencia de la Cueva Llamazares... ¿a qué esperas para visitarla?