Más allá de visitar el acueducto o el alcázar en la capital, las iglesias mudéjares de Cuéllar, el palacio, jardines y fuentes del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso o el ambiente medieval de la villa de Pedraza, en la provincia de Segovia hay otros muchos atractivos turísticos que también merece la pena visitar. Uno de ellos se encuentra en la localidad de Prádena de la Sierra, en plena eterna cadena montañosa de Guadarrama y donde cada vez más turistas peregrinan para visitar una cavidad subterránea que se formó hace millones de años, conocida como Cueva de los Enebralejos.
La gran cantidad de enebros que pueblan la zona circundante a esta cueva conllevó que se le pusiera el nombre de Enebralejos. Se trata de una formación kárstica que debió de tardar más de 5 millones de años en crearse, siendo un laberinto formado por distintas salas divididas en tres niveles en las que se pueden observar estalactitas, columnas y estalagmitas. Hoy en día, durante los meses en que se produce el deshielo de las nieves que cubren las cimas de Guadarrama, que suelen acontecer en febrero y marzo, esta cueva de Prádena vuelve a escuchar el rumor del agua, cuando un pequeño riachuelo recorre a sus anchas alguno de sus rincones. Descubre a continuación otros muchos secretos más sobre la Cueva de los Enebralejos, una joya geológica y cultural que tienes que visitar cuando estás de paso por Segovia.
Cómo llegar a la Cueva de los Enebralejos
Como todo buen tesoro que se precie, la Cueva de los Enebralejos está ligeramente escondida, aunque el hecho de que se haya convertido en un importante recurso turístico de la región segoviana desde que fuera abierta al público en 1995 lleva aparejado que no sea imposible de encontrar. Esta cavidad pertenece al término municipal de Prádena de la Sierra, localidad situada a 45 kilómetros de Segovia y a 114 kilómetros de Madrid. La forma de llegar hasta la Cueva de los Enebralejos es con el coche, ya que no hay líneas de transporte público hasta este monumento natural, a excepción de un autobús de Linecar que sale desde Segovia, aunque no es la opción más cómoda.
Cómo y cuándo visitar la Cueva de los Enebralejos
Aunque visitar la Cueva de los Enebralejos no es complicado, las condiciones geológicas que presenta dificultan que se pueda acceder a ella sin restricciones. En este sentido, solamente se permiten pases de máximo 25 personas por grupo y mínimo 10 integrantes. La cueva se visita durante todo el año los fines de semana, existiendo pases a las 11:00h, 12:00h, 13:00h, 16:00h, 17:00h y 18:00h, ampliándose también hasta las 19:00h del 1 de marzo al 31 de octubre. Además, los martes a viernes se puede visitar también a las 13:00h, mientras que del 1 de marzo al 31 de octubre la cueva también está abierta estos días a las 17:00h y 18:00h. La compra de las entradas, siendo la tarifa general de 6,20€, se realiza a través de la web oficial de la Cueva de los Enebralejos, pudiendo comprarse con un mes y medio de antelación, aproximadamente.
Historia de la Cueva de los Enebralejos
Millones de años tardó en formarse la Cueva de los Enebralejos, todo ello como fruto de un proceso de karstificación de la piedra caliza de la zona. Se trata de uno de los grandes tesoros del inventario geológico español, aunque también tiene gran relevancia desde el punto de vista arqueológico. Esta cavidad, durante el período del Calcolítico y principios de la Edad de Bronce, se convirtió en una auténtica necrópolis del asentamiento de la superficie, utilizándola también como lugar de culto. En aquel momento, el ser humano consideraba a la Madre Tierra como la diosa que guiaba sus vidas y utilizando este tipo de formaciones para sus rituales conseguían acercarse a la deidad. Entre los años 2000 y 1800 a.C., la caverna estuvo activa como lugar de enterramiento, aunque el paso del tiempo y el avance de la sociedad provocaron que su existencia se fuera convirtiendo en un leve recuerdo para la población.
Las leyendas de Prádena narran que los Reyes Católicos ordenaron a la Santa Inquisición la clausura de la cueva porque estaba sirviendo de refugio a judíos y herejes. A pesar de estos rumores, no existen evidencias físicas para afirmar estos hechos pertenecientes a la tradición oral. Sea como fuere, los Enebralejos no volvería a formar parte de la vida cotidiana de Prádena hasta el siglo XX, cuando en 1932 se procedió a la construcción de un pozo en la finca del Cebadero, perforando una de las galerías. Difícil es imaginar lo que debieron de sentir aquellos primeros visitantes que recibió la cueva, quienes se adentraron en un escenario hasta entonces oculto y en el que se respiraba auténtica magia. Pronto comenzaron los trabajos de recuperación, hasta llegar al año 1995, cuando fue abierta al público. Desde entonces, cada vez son más los turistas que se acercan hasta este pequeño templo geológico de la Sierra de Guadarrama para disfrutar de un paseo por una de las joyas prehistóricas españolas cuya edad supera los 40 millones de años.
Qué se visita en la Cueva de los Enebralejos
Si no eres uno de los cinco afortunado semanales que pueden acceder a la Cueva de Altamira de Santillana del Mar pero quieres descubrir de todo modos una auténtica cueva prehistórica, los Enebralejos es la respuesta. En ella también observarás la huella del hombre, disfrutando de pinturas que reflejan los primeros pasos de la creación humana y que cuentan con la declaración de Bien de Interés Cultural. La visita recorre 500 metros de los 3.670 metros de galerías que contiene, aunque son suficientes para admirar su grandeza, y está divida en los tres niveles en los que se estructura el conjunto. Antes de comenzar el descenso, los visitantes se detienen unos minutos frente a una pantalla en la que se explican los aspectos históricos de la cueva, ayudando a comprender muchas de las cosas que posteriormente explica el guía.
Siguiendo una fila india se llega hasta la primera galería, que servía de pudridero para los cuerpos que posteriormente serían trasladados a otra sala de la caverna. Los techos y paredes están ennegracidos como consecuencia del uso de las antorchas de quienes tenían que trasladar aquí los cadáveres, aspecto que se repite en otras zonas de la cueva. Del mismo modo, algunos estudios recogen que en algunos puntos se podrían haber encendido hogueras con la madera y ramas de los enebros, que servían de ambientador natural dadas las propiedades aromatizantes de este árbol, aunque también hacían uso de romero o tomillos, otras especies protagonistas también de la vegetación castellana. Los huecos que se observan en el suelo se corresponden con los puntos en los que se depositaban los difuntos, estando acompañados de objetos que utilizaron en vida, como joyas o ropa.
En el segundo nivel, los ojos de los visitantes se dirigen a la espectacular pintura que representa a un joven cazador armado con una lanza y acompañado del caballo y la bestia con la que quiere acabar. Está situada en un lugar perfecto que ha permitido su conservación, una casualidad que muchos aseguran no es fruto del azar, sino que quien la pintó sabía que allí sobreviviría al paso del tiempo. Cerca se encuentra la tumba de un individuo de 14 años que fue enterrado con sus armas, por lo que seguramente la escena fue realizada en su honor.
Una de las últimas salas que se visitan, y la más increíble de todas, es El Santuario, el rincón más sensorial de toda la cueva porque en él es donde se llevaban a cabo los rituales religiosos, al ser el punto más profundo de toda la caverna y, por tanto, el más próximo al interior terrestre. Son decenas las pinturas que aquí se han conservado, aunque las estalagmitas y estalactitas atraen la curiosidad de la mayor parte de los turistas también, maravillados con ellas
Una curiosidad histórica que a todos sorprende cuando el guía la cuenta es que las grietas que aparecen en algunas paredes de la cueva no han sido fruto de la acción humana, sino de la propia fuerza de la naturaleza. El terremoto de Lisboa de 1755 parece que es la causa que explica que los Enebralejos esté fracturada en alguna de sus salas, ya que aquí también se sintió el temblor. Del mismo modo, no hay que perder de vista a las formas de las piedras, algunas de ellas tan curiosas como El Belén, que parece representar el nacimiento de Jesús y la adoración de los Reyes Magos.
Finalmente, cabe destacar que, si se buscan planes para hacer con niños en Castilla y León, especialmente en la provincia de Segovia, la visita a la Cueva de los Enebralejos es un imprescindible que no puede faltar. Los más peques de la casa conseguirán entender de forma muy visual el proceso de formación de este tipo de cavidades y la funcionalidad que tenían en su momento para los primeros pobladores de estas tierras, sorprendiéndose con las muestras de arte rupestre que se pueden encontrar, aunque las estalagmitas son siempre lo que más les llama la atención, en concreto aquellas que continúan en proceso de formación.