Cork es una pequeña ciudad capital del condado homónimo en la República de Irlanda. A pesar de ser la segunda ciudad más poblada del país por detrás de Dublín (tiene más de 12 mil habitantes), en realidad tiene más apariencia de pueblo y ofrece todas las facilidades que lo caracterizan como la vida tranquila, sin prisas y con poco bullicio. Esta se encuentra sobre una pequeña isla en medio del río Lee. Debido a las pequeñas dimensiones de la isla, tiene tanto con paisaje de montaña como acuático, contado la ciudad con varios canales que la cruzan y que ofrecen aún más ocio. El puerto de Cork es el segundo más importante del país, uno de los puertos naturales más grande del mundo y cuya historia tiene relación hasta con el Titanic, siendo el único puerto en el que hizo escala antes de su trágico final.
A continuación te presentamos todo lo que ofrece esta pequeña ciudad irlandesa y todas las diversiones que te brinda si la escoges como destino vacacional.
Arte e Historia
Es que la ciudad de Cork desprende ocio y cultura por los cuatro costados y gracias a estar organizada en torno al centro urbano y su carácter compacto permite disfrutar de ella sin dificultades de movilidad, pudieron recorrerla íntegramente a pie. Por un lado encontramos las impresionantes construcciones de época como la Cárcel, una mezcla entre una impresionante arquitectura gótica y clásica que le aporta un aspecto más de castillo que de propia cárcel. Esta era principalmente femenina y tuvo encerradas entre sus muros a prisioneras republicanas de la época de la Guerra de Independencia. Se puede disfrutar de ella a través de un tour por las celdas y los pasillos que te trasladan la época más conflictiva y convulsa del país.
El Fuerte de Elizabeth es un una construcción de hace más de 400 años que los lugareños destruyeron poco después de ponerla en pie por el miedo a una invasión teniendo que ser reconstruida por ellos mismos posteriormente. Gracias a la posibilidad de pasear por sus murallas se puede disfrutar de unas de la mejores vistas de la ciudad de Cork. Como toda ciudad que se preste, esta también cuenta con una catedral, la de San Finbar, en este caso de orden neogótico francés. Aunque fecha del XIX (momento el que se terminó de construir) fue el mismo emplazamiento que tuvo el primer monasterio de culto cristiano del siglo VII. En ella se llegó a hacer una inversión de más de 100 mil libras y que refleja la riqueza a través de sus impresionantes vidrieras, un órgano ornamentado y unas cabezas talladas en piedra que se conservan desde el siglo XII. Además, en el lado este de la misma se encuentra una figura de un ángel que cuenta la leyenda será el encargado de tocar la corneta a la llegada del Apocalipsis.
Otro edificio religioso emblemático es la Iglesia de Santa Ana de la que destaca la arenisca roja y piedra blanca de su torreón inspirado en la equipación de los equipos deportivos de Cork. Los lugareños le llaman a su reloj "el mentiroso de las cuatro caras" ya que en cada uno marca una hora distinta. Una de las actividades que más llama la atención es la posibilidad de que los visitantes hagan sonar sus campanas. Desafortunadamente, a día de hoy ya cuenta con un moderno sistema automático no pudieron hacerlo tirando de una cuerda.
En cuanto al arte, la ciudad tampoco se queda atrás. Por un lado se puede disfrutar de la Galería Municipal de Arte Crawford, un edificio que alberga una colección permanente de moldes grecorromanos obtenidos de las esculturas del Vaticano. También cuenta con una amplia colección de arte irlandés que incluye cuadros, esculturas e instalaciones entre los que destacan los retratos de admirados autores irlandeses. Además, dispone también con un bar en el que disfrutar tanto de un desayuno como un almuerzo. Cork cuenta también con su propia universidad y su campus es algo merecedor de una visita. Adornado con una gran cantidad de árboles, entre todos ellos destaca uno en particular: uno de pequeñas dimensiones que cuenta la leyenda que brotó del bolsillo de un soldado caído. En su interior se encuentra la Galería Lewis Glucksman que presenta distintas exposiciones temporales.
Gastronomía
Esta ciudad es considerada la capital gastronómica del condado gracias a todos los productos que le brindan sus aguas cristalinas, su montes y los verde pastos. El lugar perfecto par disfrutar de todo ello es el Mercado Inglés, un enorme espacio cubierto considerado por la revista TIME OUT como uno de los mejores de Europa. Allí se puede degustar prácticamente de todo: carnes, pescados e incluso de ricos chocolates y fruta fresca de las mejores calidades. Más allá de todas las delicias que te puedes encontrar en el Mercado, la ciudad de Cork también da mucha importancia a la tradición y más concretamente al pasado como centro europeo del mercado de la mantequilla. Por esto mismo se puede visitar en la ciudad de todo un Museo dedicado a este producto en el que los visitantes pueden entrar en contacto con el pasado productor de la mantequilla y otros productos lácteos.
Por supuesto, también te puedes encontrar impresionantes restaurantes, cafés y pubs al más puro irlandés. Destaca sobre todo ellos el 'Café Paradiso', uno de los mejores restaurantes veganos de Europa, así es nada. Todos sus platos están elaborados con los propios productores adquiridos en las granjas a las afueras de la ciudad. Si lo que se quiere disfrutar es del gusto de la historia del lugar, entonces la opción perfecta es el 'Farmgate Café', orientando a platos con siglos de historia, empapados en tradición tanto de temporada como regionales e incluso algunos recuperados.
Algo que no podía faltar, como buena ciudad irlandesa, son unas buenas cervezas. Pero la cosa no se queda solo en la archiconocida Guinness sino que su tradición cervecera ha permitido que cuenten con sus propios productos como las Murphy's y Beamish que cuentan con más de 150 años de historia. Se puede disfrutar de toda ellas en el 'Franciscan Well Brewery', una cervecería situada en un viejo monasterio franciscano que fecha de 1219 nada menos.
Más allá de la ciudad
Pero las posibilidades no se quedan encerradas entre los muros de Cork ni mucho menos, sino que además cuenta en sus cercanía con otra gran cantidad de sitios para visitar y a apenas a unos kilómetros de distancia (eso sí, es necesario un coche). A unos 30 km de distancia se encuentra el pueblo de Kinsale y que no tiene desperdicio por las coloridas estampas que ofrece gracias a que la gran mayoría de sus edificios no presentan colores al uso, sino que el verde pistacho, el naranja o el violeta no es algo raro en sus calles. Además cuenta también con el Castillo de Desmond, construido en el siglo XVI y ahora convertido en un Museo Internacional del Vino.
Un poco más lejos, a 88 km se encuentra Killarney, un pequeño pueblo que también es merecedor de tu tiempo. Allí se puede disfrutar tanto de la gastronomía propia del lugar (no puede dejar sin probar el boxty, una especie de tortilla de patata); la Catedral St. Mary's de estilo neogótico; e incluso de un cabaret que fusiona el estilo irlandés y el americano. Todo esto es, lo menos, curioso. Además, Killarney es conocido también como la entrada al Parque Nacional de Kerry que ofrece unos impresionantes paisajes mezclados con unos impresionantes acantilados y playas. Todo esto a lo largo de 179 kilómetros a lo largo de la costa. Aquí se encuentra también se puede visitar la conocida Skelling Michael, una pequeña isla declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y también uno de los escenarios de la película 'Star Wars: Los últimos Jedi'.
Pero para lugares preciosos, el que la propia revista National Geographic definió como "el lugar más hermoso de la Tierra". ¡Casi nada! La península de Dingle alberga uno de los puertos naturales que fue cobijo de muchas naves de la Armada Española allá por el 1588 y al que se llega por una serpenteante carretera no apta para aquellos que se marean. Pero si de tradición se trata, a apenas dos horas de Cork se encuentra Kilkenny, toda una ciudad puramente medieval. En ella se encuentra uno de los castillos más visitados del país que fecha del siglo XIII que ofrece unas impresionantes vistas del lugar. Además, otras de las actividades favoritas de los turistas es pasear por sus callejuelas e ir encontrando impresionantes bares en los que disfrutar, por supuesto, de una buena cerveza. Destaca sobre todos ellos el The Hole in the Wall, un auténtico pub irlandés del siglo XVI.
Y ya, por último, a 120 kilómetros se encuentra también Waterford, la ciudad más antigua del país y que tiene creaciones de la época vikinga y normandas. Además se puede visitar la Waterford Crystal, una fábrica de cristal de 1783 y que aún a día de hoy sigue fabricando impresionantes piezas famosas en el mundo entero por su gran belleza.
Puede que Cock no cuente con muchas dimensiones pero nada tiene que envidiar a otros sitios ya que las posibilidad de ocio y culturas son tantas (por no decir incluso más) como las de cualquier otro país de Europa.